La otra cara de Belgrano, “el armero de la patria”.
Su figura está por siempre asociada a la creación de nuestra Bandera pero su relación con las armas es una historia que pocos conocen… y que muchos merecerían conocer. Sin estudios militares, fue un autodidacta de las armas. Un repaso por las alternativas de la prolífica vida del primer Legítimo Usuario de nuestro país. Foto Gentileza de Christies Images LTDA 2012)
Por Cynthia Palacios, especial para AIRE LIBRE N° 6 – Junio 2012
Pocos próceres tienen una vida tan prolífica como la suya. Sin embargo, Manuel Belgrano será por siempre recordado como el creador de la Bandera. Abogado, economista, impulsor como pocos del progreso de la patria, su nombre se asocia inexorablemente a nuestra insignia… Sin embargo, hay una arista fundamental en su vida de la que, paradójicamente, conocemos poco y es una usina de datos interesantes. Pasen aquí a conocer al Belgrano menos conocido: el armero de la Patria.
Su propia frase alcanza para ilustrar sus desvelos. “No es lo mismo vestir el uniforme militar, que serlo”, dijo. Si bien fue un autodidacta de las armas que responsablemente pidió capacitarse en esas lides, podría también decirse que aprendió el arte de la guerra… en el mismísimo campo de batalla.
Si hasta el Registro Nacional de Armas y Explosivos (Renar) instituyó en su honor al 20 de junio, día de su fallecimiento, como el Día del Legítimo Usuario de Armas de Fuego. “Como ajeno a las armas que era tomó lecciones en el manejo de las mismas e inició así el camino –con aciertos, errores y una gran vocación por la patria– hacia nuestra independencia”, explica la disposición 164/03 del Renar en sus considerandos.
“En el marco de la Segunda Invasión Inglesa es que se organiza el Regimiento 1 Patricios –orgullo de esta ciudad-. Sus integrante eligen a los jefes y entre los elegidos se encuentra un civil, Secretario del Consulado, abogado, don Manuel Belgrano, que pasa a transformarse así en el primer Legítimo Usuario de Armas de Fuego”, destaca la resolución del Renar.
La disposición subraya lo mejor de su figura: “el General Belgrano por su espíritu de grandeza, valor y aporte a la causa nacional tiene un perfil que nos honraría emular instaurando el Día Nacional del Legitimo Usuario de Armas de Fuego en coincidencia con el día en que él mismo pasó a la inmortalidad”.
“No fue un militar profesional pero tampoco un ignorante de la vida castrense”, aseguró a Aire libre Miguel Angel De Marco, presidente de la Academia Nacional de la Historia y autor del libro “Belgrano. Artífice de la Nación. Soldado de la libertad”, publicado este mes por editorial Emecé.
Otros historiadores van mucho más allá: “Es el armero de la Patria”, aseguró Jorge González Crespo, director del Museo de Cera Exhibición Buenos Aires y curador del Museo Perón de Buenos Aires. Y subrayó: “Fue el primer conductor militar de la Nación, antes de José de San Martín, en nuestra independencia. Es el primer líder que reúne el comando, que tiene armas e instruye a la tropa”.
Aunque sólo vivió 50 años, Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano tuvo una vida tan fructífera como su extenso nombre.
Las pistolas del general
Nunca trascendió si a Belgrano le gustaba disparar, si era un fanático de las armas. Pero sí se sabe que las que tuvo tienen una interesante historia.
“El Cabildo de Buenos Aires le entrega dos pistolas como premio en 1816. Ya estaba enfermo y retirado –contó González Crespo–. Las hacen en Inglaterra. Son dos pistolas de arzón de plata con incrustaciones de oro, con motivos nacionales, como espigas, y el escudo nacional en las cachas.”
Probablemente sean las únicas que se conservan de Belgrano. Estas dos armas antiguas fueron subastadas en noviembre de 2006 en Christie’s por un valor de 374.400 dólares.
Los historiadores no saben a ciencia cierta el destino de las pistolas. Aunque se esperaba que fueran compradas por algún argentino y volver al país 150 años después de haberse ido, se desconoce el origen del comprador.
Fueron fabricadas en el Reino Unido por Henry Tatham & Joseph Egg, alrededor de 1814. Con una inscripción en oro que dice “la Ciudad de Buenos Ayres al General Belgrano, vencedor de Tucumán y Salta. La libertad de la patria establecida”, las pistolas presentan incrustaciones de oro y plata cincelado, y vienen en un estuche de madera, en cuya tapa aparece grabado el nombre de Manuel Belgrano.
Tienen una larga historia de exilios y muchos cambios de manos. “La familia de Belgrano se las obsequia a Juan Nepumuceno Terrero, colaborador y albacea de Belgrano, y futuro consuegro de Rosas. El hijo de Terrero se casa con Manuelita. Cuando muere la hija de Rosas, las compra un coleccionista de Inglaterra, luego las adquiere otro y luego pasan a un americano…”, enumeró González Crespo.
Luego las pistolas reaparecieron en manos de William Simon, secretario del Tesoro de Estados Unidos durante la presidencia de Gerald Ford. Fue él quien se las vendió a su anterior propietario, un norteamericano de la costa este de los Estados Unidos, del que sólo se supo que era coleccionista de autos y gran conocedor de la historia latinoamericana. Hoy, seis años después, se desconoce su paradero.
Las pistolas no son el único regalo que recibe el general. El Cabildo le obsequió 40.000 pesos que él dona en el Norte para la construcción de cuatro escuelas y un sable.
“Ese sable que quedó en la familia de Belgrano y después pasó a manos de Güemes. La copia del sable, como lo usó Güemes que es el padre de la Gendarmería Nacional, hoy es el sable que tienen los oficiales superiores de la Gendarmería”, señaló el historiador González Crespo.
“Alrededor de este sable hay una leyenda. Se supone que lo mandaron a hacer a París y como el Cabildo lo quería inmediatamente, los armeros franceses aprovecharon un modelo que tenían preparado, y que había ordenado Napoléon para entregarlo como premio a todos los investigadores que llevó en su campaña a Egipto en 1790 y trajo un bagaje cultural sobre las Pirámides.” Por eso tiene motivos de Egipto, pirámides, camellos, tan extraños para estas latitudes.
Un profesor para las pistolas de meteorito
Lo suyo son las anécdotas. Daniel Balmaceda pone el foco en aquellas curiosidades que también son parte de la historia argentina. Pero casi nunca trascienden. Echemos un vistazo a las curiosidades de nuestro prócer que nos acerca el historiador.
“Durante la Primera Invasión Inglesa, en 1806, se fue a lo que era la Banda Oriental del Uruguay. Al volver, pasó a ser capitán de un regimiento que recién se creaba: el de Patricios –relata Balmaceda, miembro de la Sociedad Argentina de Historiadores–. El aceptó ser el capitán sin saber empuñar un arma pero se contrató un profesor de tiro para que le enseñara a disparar.”
“Se sabe que la fábrica de armas de Buenos Aires que funcionaba en San Telmo, y estaba a cargo del poeta Esteban de Luca, se generó un problema grave con la falta de hierro”, cuenta Balmaceda. Fue después de 1817.
“No había hierro y los países que nos podían vender eran aliados de España. Como durante la época de la colonia se hicieron expediciones para recuperar un meteorito que se había caído en el Chaco, se trajo un fragmento de dos toneladas con el que se hicieron armas. Consta que a Belgrano se le regaló una pistola construida con este meteorito”, ilustra el periodista.
Sin dudas, aquel Belgrano autodidacta en asuntos militares nunca imaginó que tantos años después sería instituido en su honor el Día del Legítimo Usuario de Armas de Fuego. Sus valores, la responsabilidad para encarar esta tarea que la Patria le demandaba y su permanente inquietud por mejorar lo hicieron merecedor de este título del que aquel joven Belgrano estaría orgulloso.
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Mario A. Boglione
Esas pistolas las menciona el Sr. Rafael M Demaría en su libro HISTORIA DE LAS ARMAS DE FUEGO EN LA ARGENTINA. Impreso en 1972.
Ahí se dice que los cañones de ESAS PISTOLAS fueron fabricados con hierro del famoso aerolito de Pampa del Cielo.
Y dice también que esa circunstancia aparece corroborada por el testamento del propio Rosas, quién en la 32a. adición o codicilo, del 22 de abril de 1876 dice ” LAS DOS PISTOLAS, FIERRO DEL TUCUMAN, LAS DEJO A MÁXIMO”
Cristian Botozis
Balmaceda… mucha anécdota pero ?no sabe que NO fue capitán de Patricios, sino sargento mayor en 1806?
Fernando Keilty
Una aclaracion. Segun el libro de Demaria, ya citado, el obsequio del Cabildo de Buenos Aires fue de la pistola de Ripoll, donada por E. Zeballos. El obsequio del Cabildo de Buenos Aires fue de las dos pistolas mandadas a construir por la firma Tatham y Egg, de Londres. Se desconoce el acta del Cabildo, publicada en el anuario numero 14 del Instituto Nacional Belgraniano, en el art, de M, Dip “Las pistolas de presentacion del General Belgrano”