Los Robin Hood de Madrid: 55 cazadores con arco para controlar a los jabalíes.
Un equipo de la Federación Madrileña de Caza colabora con la Comunidad cuando es requerido por problemas sanitarios o de seguridad. Desde 2012 ha abatido 238 ejemplares.
Si usted va caminando, por ejemplo, por una de las rutas del monte de Valdelatas, en el municipio madrileño de Alcobendas, una pequeña dehesa que limita con el monte de El Pardo, y se encuentra a una pareja con llamativos arcos de poleas y unas cuantas flechas en su carcaj, no se asuste. Están ayudando a la Comunidad de Madrid. Forman parte del Servicio de Controladores con Arco de Especies Silvestres (SCAES) de la Federación Madrileña de Caza, un grupo formado por 55 especialistas, tres de ellos mujeres, que desde enero de 2012 se encarga de colaborar con el Gobierno regional en el control de diversas especies, ya sea por razones de seguridad, sanitarias o medioambientales.
Son los Robin Hood madrileños. No roban a los ricos para dárselo a los pobres. No. Pero sí ayudan de forma altruista (no reciben ninguna retribución a cambio) en estas colaboraciones cinegéticas siempre que son requeridos por la Consejería de Medio Ambiente o por algún ayuntamiento. “El otro día, un jabalí se cruzó en una carretera de Madrid provocando un accidente de tráfico en que resultó herida una mujer embarazada. Lo hacemos porque creemos que es necesario”, señala Alberto López, uno de los responsables del SCAES. Desde enero de 2012, este equipo ha descastado selectivamente 238 ejemplares, la mayoría jabalíes, aunque también cabras montesas y ciervos.
En mayo de 2013, este equipo participó en un proyecto piloto dirigido por la Comunidad de Madrid para regular “el exceso poblacional” de la cabra montés, que se ha convertido en un gran problema medioambiental en el parque nacional de la sierra de Guadarrama. “Como se nos pidió, en solo 22 días sacrificamos 52 cabras en sendos lances. Además, dada la efectividad y la benevolencia de la caza con arco, los óbitos de los animales son muy poco lesivos y rápidos. Está fisiológicamente demostrado”, señala Javier Sintes, uno de los promotores del equipo. El Gobierno regional tiene previsto comenzar en breve una nueva campaña para sacrificar 2.500 ejemplares en los próximos cinco años, pero ha decidido hacerlo con rifles, no con arco. Para ello contará con cazadores de asociaciones locales supervisados por técnicos de la Consejería.
El SCAES colabora sobre todo para paliar los conflictos con los jabalíes. “En Madrid, hay entre 36.000 y 40.000 ejemplares”, señala Sintes. La población está creciendo a pasos agigantados. No suelen enfermar, en la región no tienen depredadores y son omnívoros, por lo que se alimentan más fácilmente. “Una hembra de dos años puede tener dos proles de rayones, unas 10 crías, en un año”. Por eso se están convirtiendo en un problema en muchas zonas de la Comunidad, sobre todo en el norte que limita con la capital: Alcobendas, San Sebastián de los Reyes, Tres Cantos, Colmenar Viejo… “Por ejemplo, en el sur de la región aún no hemos sido requeridos”, explica Emilio de la Cruz, otro de los integrantes del equipo.
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Los jabalíes se descastan de noche
Los cazadores son requeridos en escenarios variopintos: cuando hay que abatir animales enfermos, cuando hay que hacer un control de la población, por motivos de seguridad en zonas urbanas… En el caso de los jabalíes, el equipo siempre actúa de noche. Además, el arco es un arma mucho menos peligrosa que un rifle, una herramienta más segura cuando se ha de actuar cerca de núcleos urbanos. “Hace poco, se detectó un brote de tuberculosis en la ganadería del norte de Madrid. Tuvimos que sacrificar 10 jabalíes y tres ciervos para analizarlos con la intención de buscar el foco”, señalan Sintes, De la Cruz y López.
“Antes de actuar, debemos establecer si es posible usar el arco. A veces, y solo gracias a nuestra presencia, basta con espantar a los animales. Todos los ejemplares abatidos son entregados a la Consejería con su pertinente informe, para que sea analizados y usados, si procede, como carroña para otras especies”. El arma que se utiliza es el arco de poleas, que pesa unos dos kilos y tiene unas 60 libras de potencia, “lo mínimo para que el lance pueda ser controlado y dure muy poco tiempo”. Los controladores actúan, como mucho, a 20 metros del animal, siempre desde posiciones elevadas, si puede ser encima de un árbol. “Por razones de seguridad, la flecha debe de ser apuntada y enviada hacia el suelo”.
Javier Sintes recalca que cuando se caza “responsablemente” con arco, el animal no concibe que ha sido agredido. “La flecha debe traspasar completamente la zona vital del ejemplar y por su gran capacidad de laceración, no genera señal de dolor al cerebro y en menos de un minuto el animal pierde la conciencia. Y ya sin percibir nada, sucumbe tras otro minuto y medio de anoxia”. Según una analítica macroscópica que el SCAES solicitó a la Consejería de Medio Ambiente en abril de 2012 con 45 jabalíes, “los niveles de cortisoles y de adrenalina de 33 de ellos no fueron alterados, lo que demostró que no hubo estrés emocional o físico, y en los ocho restantes, el nivel de cortisoles se alteró mínimamente. Es veterinariamente demostrable que la caza con arco es una opción muy benevolente”..
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¿Quién puede formar parte de este equipo?
Los requisitos, los controles y las pruebas son rigurosos. De hecho, hoy solo hay 55 especialistas con la titulación requerida. Para presentarse a las convocatorias públicas, los candidatos ya deben estar cualificados como cazadores con arco “según las pedagogías que brindan la Tarjeta T2 de la Real Federación Española de Caza y en su caso la Tarjeta IBEP de la National Bowhunter Education Foundation”. Además, deberán presentar, como mínimo, tres licencias de caza, expedidas por cualquier comunidad autónoma en los últimos cuatro años. También deberán estar en posesión de la licencia federativa de la Federación Madrileña de Caza y un seguro de responsabilidad civil.
Luego vienen los exámenes de tiro y los cursos de primeros auxilios y de trepada para poder subirse a los árboles. En este proceso, “el tribunal de selección descarta a cualquier aspirante que haya cometido actos de furtiveo, es decir, que no sea respetuoso con el medioambiente”. Los candidatos que pasan todas las pruebas de tiro reciben, además, un curso, con nivel académico universitario, sobre lo que será su cometido. Si aprueban, durante los seis primeros meses siempre actuarán bajo el asesoramiento de los veteranos.
“Cuando colaboramos con el SCAES, no somos cazadores, somos controladores con arco y, por tanto, las normativas que nos rigen no son las de la caza recreacional”, recalca Javier Sintes, que destaca que por ahora son el único grupo estructurado que actúa de este modo en zonas urbanas y ambientalmente sensibles en toda la Unión Europa. Aunque hace ya varios años que este sistema se aplicó, por ejemplo, en el bosque de Collserola, en Barcelona.
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