En esta zona del río nos fuimos quedando sin peces.
Nuevo escenario. Con la crecida del río, el Pirá Pytá modificó por completo su infraestructura gracias a la inversión de Yacyretá y de los socios que continuaron formando parte del club.
Por Facundo Alzaga para El Territorio – Misiones. Foto: Marcos Otaño
José Johann y Walter Figueredo son dos apasionados por el río y la pesca. Ambos integran la subcomisión del Club de Pesca y Náutica Pirá Pytá. El primero como presidente y el segundo como uno de los miembros titulares de dicha comisión.
Pero para llegar a los cargos que ostentan hoy dentro del club más importante que posee la provincia en cuanto a pesca deportiva se refiere, estos misioneros pasaron casi toda su vida junto al río Paraná, entre sabios pescadores que les transmitieron los valores que tiene esta actividad y el respeto por el río.
Vieron cómo todo se fue transformando con el paso del tiempo. Para bien y para mal. Y en cuanto a la pesca propiamente dicha, ellos atravesaron todo el proceso de cambio que se generó desde la creación de la represa de Yacyretá hasta el día de hoy.
Como buenos conocedores de toda esa mutación a nivel natural y de infraestructura, son palabra autorizada para analizar en qué momento se encuentra esta actividad que apasiona a tantas personas a lo largo y ancho del país. “La situación que vivimos hay que dividirla en dos etapas. Sin el embalse de la represa el río era una cosa, y con el embalse es otra. Nos benefició que el agua está mucho más quieta, más tranquila. Pero en el trayecto de 25 ó 30 kilómetros que tenemos de costa, desde Villa Cabello hasta Garupá, nosotros como pescadores vemos muy pocas bajadas de lanchas. Hicieron todo, pero se olvidaron de hacer las bajadas para las lanchas, que es nuestro acceso al río”, comenzó su análisis Pupi Figueredo.
“En Posadas no hay muelles para los pescadores. Es entendible si la gente se siente molesta cuando organizamos un torneo de pesca en la costanera, porque estamos ocupando un espacio público. Pero a su vez, nadie se da cuenta de que no tenemos un lugar. Y nosotros somos parte del río. El pescador desde siempre fue una parte más del río, es parte del folclore del río Paraná”, profundizó.
Figueredo cree que la pesca fuera del ámbito del club sirve como herramienta para difundir y educar sobre esta disciplina, ya que mucha gente desconoce qué se necesita para llevarla a cabo y en qué consiste la pesca deportiva.
“Nosotros solemos realizar torneos en la costanera para que puedan participar todas las personas que lo deseen. Sacamos al club afuera. Mucha gente nos pregunta ‘¿cómo puedo hacer para pescar?’ Y eso es lo que tratamos de difundir para educar a la gente. Para participar de algún torneo de pesca deportiva, hoy en día como mínimo tenés que contar con 3.000 pesos, entre carnada, inscripción y traslado”, avisó.
Pero el factor económico (que no escapa a la situación financiera que atraviesa el país) no es el único inconveniente que afrontan los pescadores del Pirá Pytá. Además, los competidores que vienen desde el interior de la provincia llegan hasta Posadas con cierto grado de temor por las tragedias que se produjeron en los últimos años en esta zona del Paraná. El encargado de hablar de esta problemática fue José Johann, quien desde hace poco tiempo es una de las caras visibles de la subcomisión de pesca del club.
“En los últimos años se redujo la cantidad de pescadores que vienen a participar de los torneos. La gente está asustada porque cuando viene algún viento se levanta un oleaje importante. Eso da miedo. Sobre todo a la gente que viene del interior. En la zona de Jardín América, Eldorado o Puerto Rico no tienen este problema del oleaje. Entonces allá ellos pescan de otra forma. Sus lanchas son más chicas; acá se necesitan lanchas más grandes para soportar las olas”, comentó.
Pero más allá de estas vicisitudes que se producen en la capital provincial y que tienen que ver con la naturaleza, Johann y Figueredo tienen una mirada optimista sobre la situación y consideran que la pesca deportiva está en crecimiento en la provincia.
El argumento que encuentran para justificar esta visión es que actualmente existen doce clubes federados en Misiones.
Sin embargo, la nostalgia los invade cuando recuerdan aquellas épocas en las que salir a pescar era una competencia que consistía en quién obtenía mayor cantidad de dorados, surubíes o manguruyúes, especies que hoy casi no se encuentran.
“Nosotros en esta zona del río nos fuimos quedando sin peces. Hoy si se pesca un dorado sale en todos los diarios como si fuese un gran acontecimiento. Desde que cerraron la represa hay una merma en la pesca. No sabemos si porque se agrandó el lago y los peces están más dispersos o porque la represa cortó la migración. Eso se ve en el tamaño también. Antes sacábamos dorados impresionantes, ahora si encontrás alguno es chiquito. Por eso hay especies que directamente las sacamos de los torneos, porque no están saliendo”, se lamentó Pupi Figueredo.
No obstante, hay algo que hace que su amor por el río y la pesca no decaiga. Algo que por más que los tiempos cambien y los ecosistemas se modifiquen por la mano del hombre, permanece inalterable, y es todo lo que conlleva el solo hecho de salir al río a compartir un momento con amigos.
Ese es para ellos el verdadero valor que se transmite y lo que identifica a todos los pescadores. “Lo más importante que tiene la pesca es la camaradería. Nosotros nos criamos en la costa del río. Para mí el río es todo. Es una pasión. El pescador tiene un estilo de vida distinto al de otros deportes. Por más que a veces no pesquemos nada, el hecho de compartir, de comer un asado, de jugar al truco con tus compañeros, de vivir una aventura distinta cada fin de semana, es lo que hace atractivo a este deporte”, concluyó Walter Figueredo.
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