Las truchas acorralan a dos clases de anfibios autóctonos
Su voracidad está mermando la población de la ranita trepadora serrana y el escuercito de Achala, dos anfibios que sólo viven en nuestra provincia. Nota publicada por La Voz del Interior en su edición del 10 de Mayo de 2014.
Nadan por los arroyos cordobeses pero no son de acá. Las truchas son peces de reconocida fama invasora y dañina. Y están haciendo lo suyo en las sierras. Dos anfibios que solo viven en Córdoba y también usan los arroyos para desarrollarse están acorralados por culpa del apetito voraz de las truchas.Desde los años ‘30. Las truchas son voraces y se alimentan de larvas, crustáceos y algunos peces. Esta conclusión surge de un trabajo realizado por biólogos del Centro de Zoología Aplicada de la Universidad Nacional de Córdoba.
En las tres cuencas estudiadas la ranita trepadora serrana y el escuercito de Achala perdieron el 70 por ciento del hábitat fluvial. Los anfibios cursa parte de su vida en un medio acuático como renacuajos.
“Estos sapitos viven allí y en ningún otro lugar del mundo. Hace miles y miles de años que habitan estos arroyos y nunca convivieron con un pez predador como las truchas. No tienen defensas contra los predadores y además viven casi un año en estado de renacuajo en los ríos serranos”, comenta Javier Nori, que colaboró en el trabajo.
En tanto, Julián Lescano, el autor principal del estudio, asegura: “A este paso estos anfibios están condenados a vivir solo en las nacientes de los ríos, donde la trucha no puede llegar”.
La trucha que habita las sierras en realidad son dos especies: la trucha arcoris (Oncorhynchus mykiss) y la trucha de arroyo (Salvelinus fontinalis).
La primera está incluida en un listado de las 100 especies invasoras más dañinas del mundo, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Ambas especies son originarias de América del Norte pero se han extendido por todo el mundo por su interés gastronómico y deportivo.
Son voraces y se alimentan de larvas, crustáceos y algunos peces. Un ejemplar adulto puede medir hasta 50 centímetros. En otras regiones ha llevado a la extinción de anfibios y otros peces.
Los ríos de Córdoba se comenzaron a sembrar con truchas en la década de 1930. La Secretaría de Ambiente de la Provincia ahora prohíbe la siembra de truchas.
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Sin embargo el reglamento de pesca la protege porque en algunos ríos permite la pesca con devolución y en otros el pescador solo se puede llevar un número limitado de ejemplares.
“No hay criterios ecológicos en este reglamento. La paradoja es que no hay un reglamento para pescar tarariras, un pez autóctono”, detalla Lescano.
Los investigadores evaluaron el impacto que tiene la presencia de estas dos especies sobre dos especies de anfibios endémicos de las sierras de Córdoba.
En su etapa de renacuajo el escuercito de Achala y la rana trepadora serrana viven en los arroyos serranos de donde se a li ment a especia l mente de algas.
“Las truchas están condicionando a las dos de las especies. Donde hay truchas casi no hay ranitas trepadora serrana. En especial con la trucha de arroyo, que está en las zonas más altas de los arroyos. En tanto, la Devolución. En varios sectores, la pesca es con devolución. Por ejemplo, en el lago Los Alazanes, en parte del río del Medio y en los ríos El Durazno y Pintos, entre otros. Con mosca. La trucha se pesca con mosca, una práctica entretenida y que moviliza a muchos pescadores en el mundo. En Argentina, el lugar por excelencia para pescar truchas con mosca es la Patagonia. presencia de la trucha directamente es incompatible con el escuercito de Achala”, explicó Lescano.
El escuercito de Achala figura en la lista roja de especies amenazadas de la UICN. “En las tres microcuencas donde realizamos el trabajo estas dos especies de anfibios han perdido el 70 por ciento de sus sitios de reproducción y desarrollo larval”, puntualiza Lescano. Se trata del arroyo Trinidad, en el Parque Nacional el Condorito; el sistema de los arroyos Las Lomitas, Ensenada y el Barroso, que finaliza en el Condorito y en la cuenca alta del río Yuspe.
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La relación trucha-anfibio es evidente. Primero corroboraron que los peces comen renacuajos. Pero también detectaron que en los arroyos que no hay peces los renacuajos abundan.
Algunos arroyos tienen cascadas que sirven de barrera para que la trucha no suba. El río tiene las mismas condiciones arriba y debajo de las cascada. “Arriba hay muchas larvas de anfibios, unas 100 por cada 10 metros de arroyo, mientras que abajo no hay larvas, pero hay truchas. Es muy obvia la relación”, asegura Lescano.
Además de que estos invasores pueden poner en riesgo la supervivencia de dos especies única en el mundo, podrían estar causando un daño más grave en el ecosistema.
Estos renacuajos son los herbívoros más importantes de los ríos serranos. Comen algas. Si disminuye la población de renacuajos, aumentará la presencia de algas. Eso puede afectar la calidad de agua que llega a los diques.
Pesca deportiva
Este daño ecológico choca con el beneficio económico y turístico que genera en la región. Muchos pescadores vienen a las sierras de Córdoba a pescar trucha con mosca.
Los biólogos no pretenden erradicar la trucha de los arroyos de Córdoba, pero sí proponen que se cree un reglamento de pesca diferenciado. “Podría haber ríos que sean intangibles, en donde se erradiquen las truchas y no se pueda sembrar más, para que puedan sobrevivir los anfibios autóctonos”, indica Lescano. Y agrega: “También se podría liberar el número de ejemplares por pescador. Y controlar que no haya nuevas siembras. Muchos pescadores compran alevinos de truchas y los siembran ellos mismos”.
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