El laboratorio forestal de Isla Victoria – Parque Nacional Nahuel Huapi.
Por Fernando Mendez Guerrero para AIRE LIBRE 3 – Setiembre de 2011
A veces es posible poder estudiar la historia de un país a través de parámetros sorprendentes. Poder decir, por ejemplo, que mientras gran parte del mundo se incendiaba en la hecatombe de la guerra en la República Argentina el Estado ponía énfasis en plantar árboles no puede menos que llamar a asombro. Pero la realidad muestra que muchas de las bellezas naturales a las que podemos acceder hoy día en nuestro territorio fueron conservadas al mismo tiempo que otras realidades sucedían y por trágicas y terribles ocupaban toda la atención.
Tal es el caso del Centro Forestal de la Isla Victoria en el Parque Nacional Nahuel Huapi, heredero de una larga historia en la conservación de las especies que ha ido modificando sus objetivos de acuerdo a los cambios de paradigmas que se operaron con el correr del tiempo.
Un poco de revisión histórica nos remite al año 1902 cuando Aarón Félix de Anchorena se establece en la Isla Victoria, enclavada en el corazón mismo del Lago Nahuel Huapi. Cinco años después se promulga una Ley que le otorga al mismo el usufructo de por vida aunque en 1911 la isla es devuelta al Estado Nacional. Hacia ese mismo período Otto Alberti crea un primer vivero de plantas decorativas en el territorio insular, el cual pasaría a formar parte del Gran Parque Nacional del Sur que se constituye a partir de 1922.
Tan solo dos años después (1924) Tomas le Bretón crea el Primer Vivero Nacional y es a partir de 1925 que comienza la primera introducción de especies, muchas de las cuales pueden verse actualmente en cualquier visita que se lleve a cabo en la isla. En 1934, al ser aceptada por Ley la donación efectuada por el Perito Francisco P. Moreno a la Nación se crea el actual Parque Nacional Nahuel Huapi, primero y más grande del sistema de Parques Nacionales argentinos.
A partir de allí, y con la participación de ingenieros forestales rusos especialmente contratados al efecto se produce una segunda introducción de especies forestales ya masiva y planificada a diferencia de la primera que se desarrolló de manera selectiva y espontánea.
Pero los tiempos y las ideas eran distintos. El hecho de introducir especies formaba parte de una concepción que no tiene nada que ver con la conservación como hoy la entendemos, aunque no por ello debe menospreciarse el trabajo realizado en aquellas épocas y que nos permite ahora contemplar verdaderas maravillas naturales a un costado del sendero.
La participación de los profesionales rusos cesa hacia 1970, entonces se procedió a tratar de mantener el entorno paisajístico aunque sin realizar un manejo forestal. A partir de 1972 y tras la Conferencia de Estocolmo, se establece que las especies exóticas invasoras son un serio riesgo para la conservación de los habitats autóctonos y cambia el paradigma, ahora se trataba de volver todo al estado más prístino posible y se comenzó el proceso de restauración del bosque nativo con algunas talas localizadas para erradicar las masas boscosas exóticas, ya transformadas en “enemigas” de la conservación.
Luego vino la década del abandono que comienza aproximadamente en 1993, período en el cual, paulatinamente, se detuvo toda gestión forestal y el desmanejo se convirtió en el habitual curso de acción, actuándose sobre el bosque solo para extraer madera muerta y aprovechar su potencial solo de manera productiva.
El centro forestal de Isla Victoria, ese corazón verde y mágico del lago Nahuel Huapi, fue reconocido como “Jardín Botánico” por la Botanical Garden Conservation International (BGCI), una ONG.
Pero a partir del 2003 se dio lugar al comienzo de un cambio, se pasó a la acción directa con objetivos claros para restaurar, controlar y poner en valor los bosques de la Isla Victoria. Es entonces que se crea el Centro Forestal “Ing. Agr. Alberto Suero”, cuya misión es oficiar de vivero reproductor de biodiversidad de plantas vasculares de los Bosques Andinos Patagónicos, actuando como un laboratorio y reservorio de aquellas especies originales que poblaron estas regiones antes de la llegada del hombre.
Su principal mentor, el Ing. Agr. Adolfo Moretti, ha planteado el accionar de este vivero-laboratorio de manera tal que quede incorporado a cúmulo de atracciones que desde lo turístico puede brindar la isla Victoria al visitante, mostrando sin reservas todos los procesos naturales que en el mismo se desarrollan.
Las especies nativas, que durante décadas ocuparon un lugar secundario en el proceso de silvicultura llevado a cabo en la isla, hoy vuelven a reproducirse, es así que es posible encontrar el alerce, el ciprés de la cordillera, el radal, coihue, raulí, roble pellín y arrayán en sus distintos estadios evolutivos.
Es posible entonces asistir a todo el camino que atraviesa el ciprés de la cordillera desde su almácigo hasta ser trasplantado en el bosque, observar como las semillas del maitén estratificadas en arena son conservadas en refrigeración para ser utilizadas en su momento, todo ello mientras se recorren senderos en donde se encuentran especies de todas partes del mundo, con una carteleria accesible y didáctica que hace más amena la visita.
Una segunda etapa a llevar a cabo es poder dotar al vivero de la capacidad necesaria para poder vender plantines de las mismas especies que busca preservar, -esto apuntaría a un objetivo no solo económico sino educativo, ya que el visitante no solamente se interiorizaría del desarrollo de la especie sino que podrá llevarla a su casa, como un verdadero recuerdo viviente del medio natural de donde proviene, dice Moretti.
También se llevan a cabo distintas actividades y articulaciones con distintos organismos técnicos y científicos, como el INTA con el que se llevan a cabo ensayos de recuperación ecosistémica y estudios genéticos de poblaciones de arrayanes, la Universidad del Comahue, la Universidad de Buenos Aires, la Universidad Nacional de Río Negro con la que se ha formalizado un acuerdo para desarrollar una Tecnicatura en Viveros, pasantías de estudiantes avanzados del Agrupamiento Universitario de San Martín de los Andes los que están actualizando el Inventario Forestal y la Escuela de Jardineros Viveristas, obra de neto empeño social destinada a jóvenes rurales como escuela de oficio.ste paraíso rionegrino a 120 km de Bariloche, presenta al Cerro Piltriquitron como referente ineludible de todas las escenas, en un paisaje que limita al sur con el Paralelo 42º, demarcación interprovincial con la provincia de Chubut, y la Cordillera de los Andes.
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