Viaje a un lugar encantado.
Por Carlos Nesci, especial para AIRE LIBRE
Después de una compleja operación de coordinación, junto a Fausto D´antoni y Horacio Sbrolla, abordamos el vuelo con destino al aeropuerto de El Calafate.
Allí nos esperaba la camioneta conducida por Gerardo Mutti – responsable de la logística de nuestra estadía – quien nos depositó en el lodge Rainbow Trophy, emplazado en la meseta central santacruceña a orillas de nuestro destino final, el Lago Strobel – o Jurassic Lake, como lo bautizaron por el tamaño de sus truchas.
Lleva el nombre del misionero jesuita Matías Strobel, quien misionó en la Patagonia durante el siglo XVIII.
El trayecto es de 340 Km., en su mayoría de asfalto con algo de ripio muy transitable pero, rematado por 4,5 Km. realmente memorables. Allí se circula entre las piedras – de buen tamaño – a paso de hombre…piedra por piedra. Todo un desafío trialero aún para el conductor más paciente.
En el complejo nos juntamos con el 4to. pescador, Rodolfo Alonso y con el guía, Gastón Orazola. Fausto y Rodolfo hacían su 4ta. y 5ta. visita al lugar. Horacio y yo debutábamos. El caso de Horacio fue el más challenging ya que aquí haría su 1ra. experiencia con mosca.
Esa tarde casteamos en seco para entrar en timing y al día siguiente bajamos al espejo de agua.
El lago es de origen volcánico con una superficie de 110Km2, el entorno es agreste, la piedra compite en protagonismo contra el viento y en las orillas, la arena amenaza con inmovilizar al pescador. Pero, el precio de estas incomodidades resulta insignificante cuando las líneas vuelan para devolver furibundos piques que nos hacen saltar los indicadores de adrenalina.
El primer día, a pesar de la temperatura del agua – muy fría – y ráfagas de casi 80km/h pescamos muy bien, hubo varias capturas que superaron los 6Kg. Rodolfo fue el más afortunado y Horacio debutó con una alegría indescriptible a la vez que imaginable.
Al volver casi me mato de un golpe en la puerta del Lodge – de la forma estúpida en que suelen ocurrir los accidentes – y a continuación la naturaleza nos regaló dos grandes espectáculos, un arco iris como nunca he visto, por lo completo, grueso y definido. Y por la noche una luna llena descomunal – la que luego tuvo su eclipse.
Si nos guiáramos por el pensamiento mágico podríamos pensar en señales, porque al día siguiente Fausto se pescó todo, Horacio se fotografió con varios ejemplares y yo capturé la trucha de la foto que, según Gastón, es lo más grande que vió en sus dos años de guía en el lugar.
La estimación es que superaba los 11Kg. – nunca se pesó – por lo que las especulaciones y discusiones podrían ser eternas, pero más allá del peso nadie puede negar que el ejemplar es impresionante.
Esa noche festejamos con los cigarros y el whisky aportados por Horacio, mientras me pedían que volviera a describir el sacudón que me pegó al recuperar línea, la forma en que traccionaba aguas adentro, los 200 metros que la acompañé a lo largo de la orilla y la forma en que se recuperó después de tanta lucha.
Los 3 días subsiguientes fueron tan intensos y productivos como los descriptos. Finalmente volvimos a Buenos Aires, felices de haber compartido esa experiencia grupal en un lugar extremadamente agreste, que además de garantizar grandes capturas, genera una energía muy particular, algo que produce una resonancia interior muy agradable y singular.
Una experiencia que merece ser vivida.
Equipo: Cañas Nº8 / Líneas de hundimiento 7/ Streamers “ Nesci´s Red Destroyer” así bautizados por Gastón.
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