Si muere el río, muere el arte alrededor del río.
Mientras el ambiente siga siendo considerado recurso, estamos liquidados, ese es un concepto economicista. Si al río lo metés dentro de un sistema de producción e intercambio, ahí manda el número. Y pierde el río.
Por Wilmar Merino. A principios de los 80 su nombre comenzó a sonar como parte de ese movimiento de músicos rosarinos que venían cocinando “otra sopa” en la escena musical argentina. Aquella “trova” se hizo visible cuando el gobierno militar prohibió la música en inglés frente al escenario de Malvinas y entonces hubo que buscar otra música que se hiciera en español y fuera bien criollita, para llenar espacios en las radios.
Pero de la mano de esa circunstancia, cuya cumbre fue el histórico recital de Obras donde bajo la gorra de Juan C. Baglietto, llegó al Río de la Plata bajando por el Paraná, una nueva forma de poesía. Poesía que de la mano de autores e intérpretes desconocidos por estas playas, sedujo nuevas audiencias por el encanto de una nueva forma de decir las cosas, con sonidos hijos del folklore y del rock. En ese pelotón de creativos englobados bajo el rótulo de Trova Rosarina (“la concreción de una suma de sueños, a decir de Baglietto), Jorge Fandermole, nuestro entrevistado, comenzó a cimentar su enorme obra poética y musical, en donde el río Paraná es su telón de fondo, su musa y su lugar de inspiración.
Río Paraná al que no solo le compone, como en sus clásicos Río Marrón o la bella Oración del Remanso (acaso el temas mas versionado del folklore de los últimos años) sino que lo vivencia desde el arte y el deporte. Desde el arte lo recorrió en 2011 a bordo del barco Paraguay hasta Asunción, siguiendo la ruta de Ulrico Schmidl (primer cronista del Río de la Plata en el siglo XVI) como parte de la expedición Paraná Ra´Angá (que significa figura o silueta en guaraní) integrada por científicos y artistas en la mejor tradición humboldtiana del viaje como instrumento de conocimiento y colaboración entre artes y ciencias. Desde el deporte, lo vive como apasionado por el kayakismo, suele encontrar en las travesías con sus hijos por el Paraná y el Carcarañá, sus ratos de solaz, entre giras y presentaciones. Y en su nuevo doble disco llamado Fander, donde rescata en uno de los cds viejas composiciones que solo habían sido grabadas en vinilo y suma en otro disco los temas nuevos, el agua, ese elemento de vida que nos compone y nos nutre, está omnipresente.
-El río es una gran presencia en tu obra, inspiradora de canciones muy emocionantes. ¿Te entroncás en una familia de músicos litoraleños que consideran al río como un ser vivo, un hermano?.
-No se puede concebir ningún ser vivo sin agua como elemento estructural. De ahí consideramos el agua como recurso. Tampoco sería aceptable, porque si el 70% de tu organismo está sometido a los vaivenes e intereses de un mercado, la cosa se te complica a nivel vital. Es parte de la vida, el organismo la intercambia con el ambiente. La condición de salud de los cursos de agua está vinculada a la pureza y salubridad del agua que consumís. El río, cuando está vivo, conserva saludablemente en niveles sustentables su fauna y su flora. Si esto no ocurre tienen una fecha de vencimiento. Entonces conservar el río vivo es una idea que tiene que ver con la supervivencia propia como especie. Las comunidades ribereñas están en equilibrio con ese sistema complejo que tenés al lado. Pero si empiezan a dominar cuestiones económicas y mercantiles el equilibrio se rompe. Tengo la certeza de que la vitalidad de los ríos está vinculada al extenso imaginario simbólico que han generado. Cuando pienso en la obra de compositores que generaron su obra sobre ese paisaje: Aníbal Sampayo, el Zurdo Martínez, Ramón Ayala, Juan L Ortíz, el Negro Aguirre, Chacho Müller… uno ve que toda esa obra de esos nacidos en el Paraná o el Uruguay está fundada en esos ríos. Los paisajes influyen fuertemente en esas expresiones, hay obras atravesadas por el agua. Es decir, hay una poética de los ríos que no hubiese sido posible ante un curso de agua muerto. Cuando se rompe el equilibrio y se piensa la fecha de muerte de un curso de agua, se piensa también en que toda una poética que evoluciona y crece atravesada por ese universo de agua, también tiene decretada su caducidad. Si muere el río muere el arte alrededor del río.
– No se puede amar aquello que no se conoce. Y desde tu música, muchos se han interesado por esa “presencia” llamado Río Paraná. Incluso desde que compusiste la Oración del Remanso ésta zona recibe visitantes turísticos que quieren conocerlo, ¿verdad?
– Cierto. Han ido a conocer turísticamente el Remanso Valerio a raíz de la oración del remanso. Es que el arte a veces pone en evidencia un lugar y ocurren estas cosas. Se hace visible un lugar medio oculto y aparece un interés turístico por gente que quiere conocer el remanso. El origen del remanso y de su comunidad era eminentemente en relación a la pesca artesanal. Cuando la cantidad de pesca artesanal permitía la subsistencia de un puñado de personas. Yo no manejo números para cotejar números del pasado con los actuales, pero sé que lo que dicen ellos ahora es que es difícil de sostener el trabajo ahora, que les cuesta mucho pescar como antes. Hay menos peces. Hay pesca industrial, del lado de Entre Ríos donde no se respetan los tamaños ni el peso que se usan para fabricar harina de pescado. Creo que estas cosas son ilícitos y los organismos de control no toman el debido partido en la defensa del ambiente. Por otro lado, esa zona no era igual con una comunidad pesquera hace un montón de años atrás que ahora, que es una zona de puerto importantísimo de Rosario al norte, con mucha presión de gente y un grado de contaminación muy alto por el vertido de desechos al río y el combustible de barcos, etc.
-El hombre urbano ha perdido la naturalidad, cree que su medio ambiente es el de las urbes. Acaso de allí venga su distanciamiento con la belleza natural, con el campo y el río.
-Es vínculo roto se manifiesta como la falta de visión y acercamiento a los medios naturales y hasta la negación de los ambientes naturales. Es una suerte de conciencia adormecida que se ve en los grandes conglomerados urbanos, donde parece que el soporte de la vida es el medio urbano, la ciudad. Y en realidad ese alejamiento de esa otra intemperie donde están el agua y la tierra, y la fauna y flora, lleva a sí mismo al desconocimiento y a que esté en un ultimísimo plano de atención entre las comunidades y los sistemas naturales, y los absolutos contrarios que significan los intereses mercantiles en relación al ambiente donde se sustentan.
-Y esta discusión entre campo y ciudad también es una discusión entre campo y campo, porque hay soja hasta en los parques nacionales…
Si, ni hablar, cuando vos hacés esa advertencia de un monocultivo que trae aparejado un enorme cambio en muchos niveles, como en la fauna y la flora, las prácticas de cultivos cambian, se cambian las exigencias de producción sobre la tierra y el resultado es la desaparición de especies que necesitaban coexistir en esos lugares. Y después está todo lo que significa la falta de diversidad que provocan los monocultivos. El empobrecimiento del suelo, el mayor consumo de agroquímicos, donde diferentes bibliotecas discuten sobre los efectos en la salud, ¡Pero muchos estamos seguros cuáles son esos efectos sobre nuestra salud! No se sabe a mediano o largo plazo que va a pasar con el germoplasma de las especies que son excluidas cuando vos empezás a usar un monocultivo. La gran variedad de maíces americanos deben formar parte de reservorios determinados pero no están presentes como parte de la variabilidad biológica… todo confluye hacia una idea donde el ambiente es considerado un recurso. Uno ve el daño inmediato, pero hay un después, el saber qué va a pasar en 20 o 50 años. Del mismo modo, en el río, en esos términos y con ese criterio de producción de una economía agroexportadora y extractiva. El río pasa a ser una “vía navegable”, por lo tanto necesito profundizarlo, llegar hasta los pantanales con la draga… es decir, darle un uso comercial. Mientras no exista la conciencia de defender al río van a seguir primando los intereses dominantes. Y volviendo a la imagen del agua y del río dentro de la expresión artística, tengo la sensación de que todo ese acercamiento sensible e íntimo que uno tiene a ese paisaje con el que uno ha crecido, lo trae por cercanía pero además por haber estado influido por toda una obra anterior que a uno le advirtió sobre esa gran presencia, y los mitos que rodean a ese entorno. Hay que resaltar que cuando uno habla de río no habla desde el punto de vista meramente paisajístico o de aquello que debe ser celebrado solo por su belleza, sino que el río a veces está expresamente como protagonista, generando lenguajes y expresiones distintas.
Te dicen “le cantás al río” como una forma de describír lo tuyo… y es más amplia la cosa. Esos entornos tan fuertes y vitales, aparecen como soporte de la lucha del drama humano. Están ahí para sostener desde la obra artística, de cualquier expresión, el inmenso drama humano. Es decir, no le cantamos al río porque es hermoso nomás, sino que está presente porque es el lugar que nos sostiene a todos y donde ocurren las cosas.
-¿Cómo disfrutás vos al río?
Yo navego. Navego con lo que tengo disponible. Navego en piraguas desde que soy chico, y ahora en kayaks. Tengo una guardería cerca de mi casa en Granadero Baigorria, y ahí tengo un par de kayaks. A veces salgo solo, a veces con alguno de mis hijos.
-Es una forma muy humana de disfrutar el río, el salpicarse, el tocar el agua.
-Sí, es mi forma de acercamiento, con gran esfuerzo físico. Me cruzo a la isla, a veces solo para tomar unos mates y volver. A veces, cuando hay más tiempo, hago navegaciones más largas y vamos río arriba llevando los kayaks en auto y venimos bajando. En esas travesías sí somos varios, no las hago solo. Además, por una cuestión de edad, las cosas cada vez cuestan más. Antes me llevaba el kayak en un flete y me iba al Carcarañá y bajaba hasta mi casa. Ahora tengo que tener compañía.
-Tal vez en una de esas navegaciones compusiste Carcará…
Era nuestro patio de juegos, desde chico conocido, nos bañábamos ahí. Luego lo navegamos. Con el tiempo vimos cómo se ha ensuciado, como han dejado de llegar algunas especies. Cuando era chico había especies de tamaños muy grandes en ese río tan angosto.
-¿Nunca las pescaste?
Si, de chico más que ahora. Ahora tal vez llevo las cañas, pero no con especial interés deportivo, sino para sumar un atractivo más a la travesía. Por otro lado, dentro de esas actividades náuticas también está el intentar transmitir mi amor el río hacia mis hijos. De hecho, uno de ellos hace Windsurf, Lucio, que tiene 20. Dante tiene 16 y también ama al río. Al vivir al lado de un gigante, sos un costero del río Paraná, aunque estés a varios kilómetros de la costa. ¡Hacete cargo de esa presencia tan fuerte!. Lo mejor que podés hacer es lo que naturalmente te corresponde asumir: sos un costero del río Paraná.
-Bueno, sería un mensaje lindo para trasladarle a los porteños, que viven al lado del Río de la Plata y lo niegan poniéndole delante puertos, aeropuertos… acceder al río es un problema. Y como no vemos al río, no lo sentimos con espíritu ribereño.
Cuando hace muchos años era chico, el acceso al río desde Rosario mismo era muy difícil. Estaba el ferrocarril, los galpones, por acá no se podía llegar y por allá tampoco… era una ciudad que no miraba al río. Después, afortunadamente, desde hace 30 años, la cosa fue cambiando y los lugares de acceso son cada vez mayores. Ahora es una ciudad costera con un inmediato acceso. Eso también tiene sus contradicciones, porque existen las concesiones, los clubes y lugares exclusivos, los intereses inmobiliarios que ocupan lugares que no deberían ocupar, etc, cosa con las que yo, personalmente, no acuerdo. Pero otra gente se ve fascinada por estas cosas. Pero aún así pasó de ser una ciudad donde el río no existía, a una ciudad orgullosa de su río, con mucha actividad náutica, con gente que se cruza a la isla y busca sus lugares. Con lugares de alojamiento vinculados al río, servicios, etc.
Matar al Paraná, un crimen ecológico
En un tramo de la charla le manifestamos a nuestro entrevistado nuestra preocupación ecológica por la constante exportación de pescado de río, hecho que sumado a la sobrepesca para abastecer el mercado interno está produciendo un daño irreversible en un ecosistema único como el de la cuenca Parano-Platense.
-Jorge, la situación poética que usted describe de los malloneros y pescadores de espinel del Remanso Valerio y otros sitios, ha cambiado. Ya no usan canoas pescadoras, sino modernos trackers con motores cuatro tiempos, y abastecen a acopiadores que sobrepescan en río muchas veces sin controles adecuados para determinar cupos y tamaños. El daño al recurso es enorme y la ganancia, como siempre, queda en pocas manos.
-Eso no lo sabía. Vos estás muy advertido de la especificidad de ese problema. Lo que está pasando cuando vos pensás que los delitos contra el ambiente tiene una amplitud muy grande y abarca muchas aristas, pero se resume todo en el interés económico y el “usemos hasta que se acabe”. Y por otro lado, la conciencia ambiental es tan escasa que vos no lo podés plantear en ningún tipo de agenda. Si hubiera una conciencia ambiental fuerte, vos planteás ésto y se pudre todo, porque la gente expresaría un rechazo popular. Pero lamentablemente no hay conciencia ambiental de ninguna índole y estos temas están circunscriptos a especialistas. Es el mismo problema que existe con los kayakistas: ellos conocen los problemas del río, pero son nichos de especificidad, pero en la conciencia popular no hay conciencia ambiental en general en términos de peso en la opinión pública. Es un ilícito visto desde varios puntos de vista, sobre todo un crimen ecológico. Yo te lo firmo
-Un crimen ecológico que al agotar el recurso va a dejar sin fuente laboral a los mismos que ahora dicen no tener otro modo de subsistencia.
-Mientras el ambiente siga siendo considerado recurso, estamos liquidados, ese es un concepto economicista. Si al río lo metés dentro de un sistema de producción e intercambio, ahí manda el número. Y pierde el río.
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