Mi vida es la pesca y el arte.
Invocar el nombre de Norman Briski es recordar de inmediato alguno de sus éxitos. Filmó mas de 80 películas, entre ellas La Fiaca, clásico de cine criollo, y actualmente autoegestiona obras de teatro que él mismo escribe y estrena en su propia sala, el teatro El Calibán, de la calle México 1428. Allí sube a escena los viernes Las Nereidas y los sábados El Barro Se Subleva, dos de sus recientes creaciones, y mientras trabaja en una versión propia de Ricardo III encuentra solaz en el rincón favorito de su casa: el cuarto de las cosas de pesca. Una habitación en donde amontona equipos y recuerdos de todas las épocas. Y es que –como el mismo reconoce- “mi pasión es el arte y la pesca. O la pesca y el arte, porque a veces no se qué pesa más en mi vida”. Una vida en donde giras de teatro, exilios, retornos y permanencias, siempre tuvieron de compañera la caña de pescar y la voluntad de conocer lugares y amigos nuevos, cultivando el arte de leer tanto las emociones humanas como debajo del agua.
Por Wilmar Merino para AIRE LIBRE 14
– Briski, cuéntenos cómo se vinculó con la pesca deportiva por primera vez
Mi viejo, polaco, buen padre, me llevaba a unas islas frente a la ciudad Santa Fe, donde yo nací. Me llevaba con cañita hecha de modo casero, alfiler doblado a modo de anzuelo, a sacar mojarritas o palometitas. Estamos hablando del año 43 más o menos. Ibamos a una playa llamada Guadalupe, con el tranvía. Recuerdo los picnics, la escuela primaria… era un lindo plan de mi infancia. Mi papá nos hacía la cañita y nos llevaba a mí y a mi hermano mayor, que después agarró por otro lado, se hizo basquetbolista y formó parte del seleccionado argentino. Yo en cambio era nadador. Era del Paraná, el río que viví desde que nací. Y sigue siendo mi lugar. Tengo una casa en el arroyo Felicaria y una lancha. Después mi infancia pasó a ser mi adolescencia y desde el 47 mi familia se mudó a Córdoba. Mi escenario pasó a ser la montaña, recuerdo los acampes en la montaña, las novias en la montaña (jejej). Ibamos a los Gigantes. Era muy accesible todo. Yo tenía una moto Puma y siempre me escapaba a las sierras. No pescaba entonces porque no había qué. Lo que había no nos interesaba mucho. Todavía el pejerrey cultivado en laguna no existía. Mucho tiempo después cuando era un pescador con experiencia, he vuelto a Córdoba a pescar trucha en la montaña, en lugares que nadie se le ocurría que podía haber un pescado. Pero quedaban cerca de donde yo paraba y yo hacía mis investigaciones. Pesqué hasta 8 truchas en un rato, con cucharita.
¿Con mosca?
No, con mosca solo he pescado dorados en Rosario. Y en el sur algunas truchas, pero no soy un pescador de fly casting, aunque si se presenta la oportunidad le damos.
Lo ví en varias fotos despuntando su pasión de acampante. ¿Esa actividad es complementaria con su pasión por la pesca?
Sí, pero soy más de casa rodante que de carpa. Y eso vino asociado a mi trabajo como actor. Porque en casi 80 películas que llevo he sufrido mucho las esperas entre escenas, y entonces me armaba una casa rodante y cada vez que había un compás de espera en una filmación me iba a descansar ahí y me dio un resultado brutal. Luego vino la gira teatral en dos tramos por todo el país con un grupo de teatro popular llamado Octubre, que representaba distintas obras en cada pueblo. Hicimos todo el país en dos tramos, pasamos a Chile y llegamos a Antofagasta. El grupo se bajaba en cada pueblo averiguaba que estaba pasando y montaba una obra. Hoy sigo haciendo teatro popular con gente de la Villa XXI con quien formamos un grupo de teatro llamado La Empanada Verde, que también tiene que ver con el aire libre pues nos hemos ido al chaco y varios lados. Pero aquella primera experiencia en casa rodante fue extraordinaria. Duró casi cuatro años desde el 68 al 72, yendo y viniendo. En ese lapso aprovechaba el paisaje, y hemos pescado mucho también.
¿Ah si?
Claro!. En Chile, pasando por la ruta del mar al norte de Valparaíso, vi un montón de gente y dije “paremos acá”. Vimos a la gente pescar jureles con un señuelo gris, que era un pedazo de plomo y unos ganchos. Nosotros no teníamos ese equipo y ellos nos prestaron todo. Sacamos como 70 kilos de pescado!!. Comíamos jureles todos los días en la ida y la vuelta a Antofagasta. Compramos lindo vinito y todos los días, jureles. El último lo comimos al lado de una laguna a 4000 metros de altura.
Su gran compañero de pesca fue Ulises Dumont, otro gran actor. Sabemos que frecuentaba lagunas como la Salada de Monasterio
Sí, eso ya es cuando yo me empiezo a dedicar bien a la pesca. Me mudé a Acassuso y compré una lancha usada pero muy buena. La estrené con Ulises y no paramos de armar salidas. Ibamos a la salida del Chaná y pescábamos lo que viniera, desde dorados hasta amarillos. Se empezó a prender Paco Fernández de Rosa, otro gran actor y pescador empedernido. Luego pasamos a pescar en lagunas. Lo extraño mucho a Ulises. Pero otro gran compañero de pesca que extraño mucho y fue mi gran maestro fue Mandy Suárez, que no era actor sino un compañero que me hice en la Asociación Argentina de Pesca.
Hábleme de él. Cómo lo conoció y de qué modo se dio esa relación.
Yo venía de afuera, de mi exilio. En el 85 alquilé un departamento en la calle Viamonte, me armé mi caña y me iba a la Asociación Argentina de Pesca, justamente ahí donde termina la calle Viamonte. Allí lo conocí a Mandy. El me enseñó a pescar, me enseñó los nuditos, todo… sabía muchísimo. Fuimos muy amigos. El se acercó muy amablemente y me recuperó el ánimo. Era un muy lindo club la Asociación Argentina de Pesca. Pescaba my buenas bogas. Había más grandes acá que metidos en el tigre. Y yo me iba caminando por la calle Viamonte hasta el muelle. Luego, tengo otro amigo grande de la pesca que es el arquitecto Eduardo Torres. Pero extraño mucho a Mandy y a Ulises. Tuve un luto grande con sus pérdidas. Ya te digo, me iba al muelle caminando todo el tiempo. Después compré la lancha. Y ahora sigo con eso
Tomas Fonzi, otro artista famoso que pasó por Aire Libre
¿Sale de embarcados?
Sí, tengo mi casa en el Felicaria, en el Delta, tengo mi lancha, salgo desde allí. Voy a pescar regularmente cada 15 o 20 días a la salida del Miní. Si voy con algún entendido nos metemos por otros lados, pero si no voy orillando o me llego hasta algún palo del Río de la Plata. Cada tanto también salgo con algún guía y me llego hasta la costa uruguaya, o salgo de Berisso o Quilmes.
Por lo que ve, el pejerrey es su pasión…
Sí, es la base de la actividad, pero también pesqué muchas lisas con otro amigo llamado Aldo. Lo veo a él y veo una lisa. Pesqué en Mar Chiquita, una laguna complicada a la que hay que conocerla mucho, y sobre todo en el arroyo Las Gallinas. Hemos sacado parvas de lisas. En Santa Clara hay un restaurante al que las llevábamos para que nos las hicieran ahumadas. Es una linda pesca, sufrida hasta que se dá. En cuanto al pejerrey también he cruzado el Guazú en la balsa, y nos íbamos a pescar a Ibicuí. Después en tiempos de Lanusse se hizo el puente. En Ibicuí he sacado hasta pacúes y surubíes desde el puerto mismo. Pero no la pegué con el pejerrey grandecito que entra ahí.
¿Es terapéutica para usted la pesca?.
Hay muchas versiones sobre el asunto, para muchos sí, pero otros que no pescan nada salen queriendo matar a alguien. Yo pienso que por mi infancia, que fue muy rica, me dio una buena conexión con el agua, con la naturaleza, y disfruto del agua. No se me dio por la caza. La pesca sí me parece más compleja, más imbricada.
¿Devuelve lo que pesca?
Solo cuando no me lo voy a morfar. Pero la verdad es que vuelvo a casa de pescar y tengo cinco personas que me tocan el timbre a ver cuántos pejerreyes les toca! (dice riendo con ganas). En Santa Clara, cuando volvía con el gomón había una multitud esperando las corvinas. Y en el barrio los chilenos de los constructores, dejábamos los tiburones y hacían los chilenos unas tartas bárbaras, y siempre nos convidaban alguna. En Mar del Plata hacíamos trueque en el barrio donde yo estaba por dos meses haciendo temporada, hemos prácticamente vivido de la pesca. Nosotros traíamos pescados y nos daban los vecinos verduras, vino.. ¡hasta muebles me han dado por compartir la pesca!.
¿Le queda alguna pesca pendiente que sueñe hacer?
Soy viejito, tengo 75 años, he vivido muchas situaciones, desde sacar peces afuera en el mar a patadas en una marea alta de Antofagasta hasta corvinas negras en General Lavalle. En el muelle del Felicaria saco tarariras, con una línea muy matadora que hago. Y las he pescado mucho en lagunas. En el Dique Frontal he pescado haciendo trolling un dorado my grande. Me lo llevé al hotel y me lo comí. Otro lo devolví. He pescado mucho truchas en Bariloche haciendo trolling con una línea la que le ponen un lomo y baja a las profundidades del lago. A la trucha la tengo de reojo, la he pescado en Europa, en los ríos de Francia y España. Ellos siembran la trucha y según tu valentía, podés llegar a lugares my poco tocados donde la pesca es mejor. No las pesqué en fly casting sino en spinning. En fin, mi vida es el arte y la pesca, o la pesca y el arte, no sé qué pasión es más fuerte. Yo salgo al río y soy un hombre feliz. El agua, la lancha, la navegación, todo eso a mí me apasiona.
En virtud de sus años de pescador que le permiten comparar distintas épocas. ¿Qué sentimiento le produce ver la merma de especies en los ríos que tanto quiere?
Es medio raro.. yo he llegado a sacar 6 dorados en el muelle de mi casa… hoy es imposible. Uno que conoce el río de chico se da cuenta que hasta el color se va modificando, que el pejerrey en muchos lados no está… que hay papeleras que son una porquería… El gran problema creo que es que uno se da cuenta en un lapso de tiempo muy grande. Porque si fuera de inmediato enseguida se encenderían las alarmas. Peo ahora los ambientes se van deteriorando de a poco. Yo he pescado el pejerrey más grande de mi vida en Chascomús, un peje de 1,300 kg… y en Madariaga he hecho una de las pescas más hermosas de mi vida.
Cuénteme de ella.
Había un tal Patricio, de 9 de julio, un pescador que no se podía creer. Pescaba con los ojos. El salía parado en la lancha. A él se le murió el compañero, un alemán. Y salía solo, y no le gustaba el pescado. En el Club de Pesca de General Madariaga lo veía salir con unos cajones de pescados extraordinarios. Y me acerqué a decirle que me había impresionado. Y me dijo, “mañana seguime y donde yo pare quedate cerca. Si levanto el remo, venite”. Nos encontramos a la mañana, lo seguimos con mi compañero Torres. El iba parado, mirando el agua. De repente para la lancha y se pone a pescar unos pejerreyes impresionantes. Levanta el remo, nos acercamos, y empezamos a pescar nosotros. El tipo pescaba con el lengue lengue, sin carnada, con el brillo de unos anzuelos. Nosotros pescamos unos pejerreyes de 800 gramos, impresionantes. A la noche le dijimos ¿Cómo sabías que el pescado estaba allí?. Y me dijo, “leyendo el agua”. Era un fino de aquellos… tenía esa virtud enorme de leer el agua. Hay gente que tiene esa sutileza. Yo no soy un pescador sutil y nunca me han considerado un pescador sutil. Hace tres años aprendí a pescar bogas bien. Y ahora las pesco desde el muelle de mi casa en el delta.
¿Consume medios especializados?
Weekend la compro de vez en cuando porque tiene buenos mapas. Aire Libre de vez en cuando, cuando la consigo, me la llevo para una espera en algún banco o en un trámite.
La charla llega a su fin y dejamos a Norman en su ámbito, entre boyas, cañas, reeles y libros de teatro. Nos despedimos mientras abre sus presentes, un combo pejerreycero que viene con la promesa de que pronto nos acompañe a pescar pejerreyes al Río de la Plata. “Con gusto voy a ir. Para pescar nunca tengo fiaca”, concluye.
Facundo Arana también pasó por Revista Aire Libre
De la Tortuga a Mafalda
El mar le tira también. Se que es gran pescador de corvinas y tiburones…
Mi locura más grande es el mar, de embarcados. He pescado muchas veces tiburones de embarcados y desde la orilla, en Mar Chiquita.
Ahora está prohibida la captura con sacrificio.
Ah mirá… Eso no lo sabía. Igual dejé de pescarlos hace tiempo porque la última experiencia que tuvimos nos trajo un dolor de cabeza…
¿Se refiere a aquel episodio de la tortuga carey que sacrificaron por error confundiéndola con un escualo en una salida con Gerardo Romano?.
Si. Esa tortuga pasó sobre el cabo, se enredó sola, y se puso todo muy peligroso. Yo no estaba pescando, era el que manejaba la lancha. Estábamos con Gerardo Romano, que de vez en cuando me acompañaba a pescar, aunque no es un gran pescador. Uno de los compañeros tenía un revolver que usaba en la pesca de tiburón. Creíamos que lo que se enganchó era una foca. En Punta del Este me dijeron unos pescadores de pescadilla que las focas, si vos tenés pescados, se te quieren subir al bote…
Cómo terminó la historia de la tortuga…
Pagando una multa… creyendo hacer un acto pseudo humanista yo mismo llevé la tortuga para que la llevaran al Museo de Ciencias Naturales y en la costa había un periodista que hacía 44 años que no escribía una nota y justo nos vieron llegar y se armó un revuelo… Yo soy de los que he pescado tiburón y los he subido sin revolver y no tanto por humanismo sino porque vos errás un tiro al pez y le pegás al gomón y tenés un problema a muchos km de la costa. Pero a esta tortuga que ya la habían matado pensé que era mejor llevarla a la costa, donarla y se armó el revuelo.
Le cuento una anécdota personal. Gracias a ese episodio que me tocó explicar en el Diario Popular contando cómo se pescaba tiburón antiguamente me ofrecieron hacer una página de pesca deportiva y hoy ese suplemento llamado Viva la Pesca cumple casi 15 años.
Ahh mirá vos. No sé si sabés que Quino inventó Mafalda por mí. Con Joaquín (N de R: Joaquín Lavado, autor de la tira cómica) en aquel momento estábamos ambos trabajando en una agencia de publicidad y teníamos que hacer una propaganda de un aire acondicionado. Y yo le dije “porqué no inventás una nena bien inteligente que sea la que recomiende el aire”. Y así nació Mafalda. El lo reconoce, aunque esto no es muy sabido… son estas cosas que uno hace y se vuelven un concadenado hasta que algo florece.
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