La iniciativa, la capacidad de concentración, la disposición para el trabajo, la motivación endógena, la adaptabilidad, la seguridad en sí mismo y el carácter competitivo son las señas de identidad del pointer.
Por: Eduardo de Benito para El Coto de Caza
Las perdices saben más latín que el diablo. Se necesitan grandes perros para llenar la percha y por ello es natural que nos hagamos la pregunta: ¿Qué perro caza mejor? Una pregunta con su pizca de trampa. Formulada en una tertulia entre cazadores la respuesta es unánime: “¡Mi perro!”. Porque todo cazador tiene el mejor perro del mundo. Y si por complicar la cosa añadimos: ¿Para cazar a la mano las perdices, que raza es mejor?
La disparidad de opiniones tendrá mucho que ver con el perro con que cada uno cace. Para este el pachón navarro, aquel prefiere el setter, uno apunta por el braco alemán y otro señala que como el pointer no hay ninguno. Y la discusión no tendrá fin, porque cuando se habla de perros todos tenemos razón, así que si asistiera a la velada alguien poco ducho en razas caninas terminará sin saber que raza reúne más condiciones para bregar tras los bandos de perdices.
La realidad es que el mejor perro perdicero es aquel que nos da más caza. Y entre ellos el pointer, al que la naturaleza otorgó agilidad, resistencia, pies firmes y la virtud de cazar por alto, por ello estará siempre entre los primeros. En este afán de nuestros días por el perro polivalente olvidamos que hay dos condicionantes que hacen bueno o malo al perro, la pieza y el terreno. Si vamos a perseguir perdices en suaves lomas de monte bajo el pointer no tendrá rival, pero si buscamos anátidas entre espadañas y carrizos el pointer puede dejarnos colgados al borde del agua, cosa que en este caso nunca haría un setter inglés.
El terreno es el primero que nos dice que perro elegir, la pieza la segunda que señala su idoneidad. Y para perdices en llano, por muy resabiadas que sean, el pointer es carta segura. No obstante, en la tertulia siempre habrá algún “Séneca” que nos diga: “El mejor perro de caza es aquel a quien su amo le mata más caza”. Y no le faltará razón.
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Un temperamento atómico
Una de las cosas que encantan a quienes cazan con un pointer es su temperamento: pura dinamita.¿Qué es el temperamento? La suma total de los rasgos físicos y mentales innatos y adquiridos que determinan el talento del perro respecto a su comportamiento en el medio ambiente y en una labor específica, en nuestro caso la caza.
La “American Temperament Test Society”, una organización sin fines de lucro que realiza un seguimiento mediante test individuales realizados en situaciones neutras de las razas caninas, tiene evaluado al pointer con un coeficiente del cien por cien de satisfacción. El pointer, cuando se tiene la certeza de una correcta genealogía y responde físicamente a las características étnicas de su raza, es un perro de extraordinario rendimiento en la caza.
Perro reflexivo, aunque vigoroso en la expresión de sus emociones, por naturaleza utiliza de forma analítica las emanaciones que capta su olfato, interpretando sobre el terreno cada caso de la forma más adecuada, lo que le permite encontrar caza de una manera rápida y eficaz.
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El gran británico
Aunque cualquier raza canina es válida para la perdiz, no podemos no tener en consideración que sobre terrenos llanos son las razas británicas, y en especial el pointer, las que ofrecen mayores prestaciones debido a su ritmo, buen uso del olfato por alto y amplitud de búsqueda. Tiene el pointer una gran vocación perdicera y bien trabajado y correctamente educado establece un estrecho vínculo con el guía que redunda en un alto rendimiento en la caza.
Es momento de que el cazador destierre los mitos que han ensombrecido esta raza (perro ingobernable que se aleja mucho, etc.) y resaltemos las cuatro virtudes que caracterizan su trabajo de búsqueda: Inteligencia, pasión, aguante y método. Las características psíquicas del pointer evitan en la mayoría de los casos largos periodos de aprendizaje, pues dotado de iniciativa personal, nunca responde mecánicamente a las órdenes sino que modula su comportamiento en razón a las circunstancias cinegéticas.
No puede negarse que es una raza que entrega todo en la caza, con un altísimo nivel de pasión en cada lance. Dotado con unas condiciones físicas de atleta, es incansable, con un aguante total, manteniendo un ritmo constante por muy prolongado que sea el esfuerzo que acometa. Y, finalmente, trabajando con método, con amplios lazos, no dejando ninguna parte del cazadero sin explorar.
El cazador y el perro encuentran en las perdices su más cualificado rival y hasta una maestra de la que aprender. Para su caza los perros han de poseer tan buena nariz como mejor inteligencia y hacer de ambas su mejor arma. A fuerza de ser reiterativo, olfato y cabeza son virtudes del buen pointer.
En el campo, su búsqueda, su galope constante, laceando perfectamente, evidencian su condición atlética que brilla especialmente en los cazaderos abiertos. Cuando detecta la pieza su carrera se detiene de forma espectacular, instantánea, se petrifica, queda tenso, en una muestra perfecta y de asombrosa espectacularidad. ¡Es difícil no admirar a un perro así! Y luego, con cautela, sigiloso y pausado se aproxima a la pieza sin que ésta advierta su presencia. Ese es el pointer.
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