Donde vaya, una caña viene conmigo.
Como esos seres predestinados al éxito, surgió a la luz pública en la tira juvenil Verano del 98 y no paró más. Una noche con Sabrina Love, en cine con Agresti, o La Tempestad, en teatro, junto al gran Alfredo Alcón, mostraron que el “nene” estaba para más. Luego llegaron su premio al Mejor Actor en el Festival Iberoamericano de Lérida y trabajos actorales muy intensos en Mujeres Asesinas, el film Paco, Historias de Diván e Historia Clínica y otros más distendidos en las tiras Un Año para Recordar, Los Unicos y Graduados. Más o menos esto es lo que el gran público conoce de Tomás Fonzi, que de él hablamos. La parte menos conocida es que en cada viaje, en cada ocasión de trabajo en otras provincias, y en cada rato libre del que dispone en Buenos Aires, el actor solo piensa en una cosa: pescar.
Entrevista de Wilmar Merino
Precisamente Aire Libre le propuso compartir una jornada de pesca en el Río de la Plata, y la respuesta llegó de inmediato y en forma de pregunta: “¿Cuándo salimos?”. Con esa predisposición armamos la salida de inmediato gracias a la colaboración de un guía amigo, Jorge Anzulovic, quien opera desde Puerto Norte, allí a pasos de los carritos de la costanera, lugar inmejorable para una “pesca exprés” minimizando tiempo de viaje y maximizando horas en el agua. Tomás vino con su tío Eduardo Barragán, otro gran fanático de la pesca deportiva, dando muestras una vez más que la pesca afianza lazos familiares y une generaciones con una misma pasión. A diez minutos de lancha y mientras agasajábamos al invitado con obsequios (un combo de caña y reel más varias revistas Aire Libre) comenzamos la charla, y los primeros lances.
-Como tomaste contacto por primera vez con la pesca deportiva?
– Soy nacido en Buenos Aires, en el 81 (“saquen ustedes la edad”) y en un viaje a Córdoba, un primo se había copado mucho con los nudos y había heredado de mi abuelo un equipo, él me empezó a enseñar las cosas básicas. Me llevó al Dique San Roque y probamos con una línea llamada balancín para intentar pescar dientudos. No pescamos pero yo no pude parar, empecé a aprender, a investigar y a “hincharle” a mis viejos a que me llevaran de viaje para hacer una pesca.
-¿Tus padres aportaron a esa causa?
– Se turnaban entre mi viejo y mi tío, pero era muy esporádico… íbamos de campamento… en fin, siempre llovía, siempre una mala suerte había. Ya de grande, cuando tuve 16 o 17 y pude empezar a moverme por mis propios medios me fui desquitando al poder irme solo. Pero no tenía un núcleo pescador.
-¿Alguna anécdota especial de ese tiempo de desquite cuando empezaste a viajar solo?
-A los 17 veraneaba siempre en Mar del Sur. Salíamos con mis amigos, al centrito, que son dos cuadras y cuando empezaba a clarear yo les decía a los pibes “buenas noches, me retiro”. Me iba a mi casa agarraba la caña de mar, clavaba el “haragán” (posacañas), ponía la caña y me tiraba a nadar para meter la línea bien adentro. Volvía después y corría para entrar en calor. La mayoría de las veces a eso de las 10 de la mañana volvía con algo para mi casa.
-¿Cuál fue tu pesca más exitosa?
-Para mí siempre es exitosa una pesca. Tener la línea en el agua es un éxito para mí. Pero mi primera pesca mayor fue en La Paz, Entre Ríos, en el año 99, una temporada impresionante. Sacamos dorados a lo loco, un surubí de mi altura, que no es mucho decir pero… (ríe), patí, manduvá, manduvé…. Fue con la gente de las cabañas Altos del Paraná de Osvaldo Alcaraz. Desde entonces volví siempre a La Paz conociendo otros guías como Aníbal Bahler.
¿Contagiás tu pasión por la pesca tus afectos?
-Estoy casado (N de R: Con Leticia Lombardi, con quien en 2010 fueron padres de una beba, Violeta Fonzi), mi esposa alguna vez me acompañó pero no le gustó. Igualmente siempre mi mujer y mi hija les toca acompañarme porque elegimos lugares con algo de agua y siempre un rato me dedico. Alquilamos en verano una casa por Zárate que tenía costa de río y siempre de 6 a 9 me hacía unos tiros, sin interferir los planes familiares. A la tarde le daba otro tanto. Saqué boguitas, bagres, algunas palometas con señuelos que fueron muy divertidas.
– ¿Tu hermana Dolores no se prende en los planes de pesca?
-¡¡¡Nooo imposible!!!… Apenas puedo llevar a veces a mi mujer.
-Por lo que veo aprovechás cada ocasión para tirar la caña…
-Si, donde sea llevo una caña, siempre lo más liviana que pueda. Me gusta darle chances al pez. Recientemente estuvimos de gira por varios puntos del país con la obra “Y un día Nico se fue”, cuando pasé por Mar del Plata, donde nos quedamos dos días, aproveché para embarcarme y hacer una variada. En el resto de los lugares donde solo estuvimos un día no pude pescar, pero la caña y el reel siempre viajaron conmigo.
-¿Te gusta pescar con señuelos?
-Sí, es una pesca muy divertida. Sobre todo la de tarariras.
-¿Dónde pescaste tarariras?
-En Saladillo por primera vez, creo que era la laguna Indio Muerto pero no puedo asegurarlo. Creo que era una laguna privada, un concepto raro porque las costas del lago son públicas, pero en muchos lugares te cobran un arancel
-Con el tiempo además de llevarte un pescadito para consumir cambiaste la cabeza y empezaste a devolver, al menos los predadores tope.
-Sí, exacto, antes me llevaba pescados para comer, después dejé de hacerlo. Ahora me genera tanto placer y tanta emoción el evento que al pescar un pez tengo un sentimiento de gratitud a que me haya picado. No me da para matarlo. Además están tan sobreexplotados los ríos que sacarle un bicho para comer me duele… tiene más valor pescarlo y devolverlo
-Alguien dijo que un pez era demasiado valioso como para que lo pesque un solo pescador
-Tal cual. Además genera más plata dejarlo vivo que llevárselo para comer.
-Lindo mensaje para gobernantes que deberían cuidarlos y no solo verlo como recurso para explotar, sin pensar en lo que queda para futuras generaciones.
¡Totalmente! Hay que pensar en nuestro futuro y en los que vienen detrás.
Luego de unas horas de pesca en salidas de agua caliente del puerto porteño y testeando los malecones que protegen la zona portuaria, notamos que pese al imprevisto quite de colaboración de los dorados; las bogas, carpas y bagres podían ser una buena alternativa. Tomás lo aceptó con gusto y al preguntarle cómo la estaba pasando en mitad de la jornada soltó “Estoy estupendo, pescar es mi situación más ideal posible”.
-Contabas hace un rato que uno de tus sueños a mediano plazo es ir a Paso de la Patria.
-Lo tengo como la próxima meta. Cuando tenga la oportunidad de zafar unos días me iré a paso de la patria… estuve viendo muchos videos y me incendié viendo esos bichos tan grandes. Consumo mucho video de pesca por internet.
-Es una de tus fuentes de información sin dudas… consumís revistas, radios u otros medios para informarte de pesca deportiva?
-No, por internet veo cómo está el pique y donde. Medios gráficos ahora ya no consumo, me los desplazó internet. Pero cuando tenía 15 o 16 coleccioné dos o tres años varias publicaciones. No sé si hay programas de radio de pesca pero los escucharía con total gusto.
-¿Algún otro destino querrías conocer, el Sur por ejemplo?
-Como te contaba antes adquirí un equipo de mosca, voy al parque a practicar casteos en el pasto, miro muchos instructores por internet y practico mucho en el parque, pero no tome un curso con un instructor, y así me va ¡Se me enrula mucho la cola de rata! Aunque cada tanto (en los casteos) se forma el bucle y logro que se pose bien la mosca.
-¿Tuviste chances de pescar en el exterior?
– No, por desgracia no. En Brasil, en Isla Grande, había un arrecife y conseguí un poco de tanza, un anzuelo e intenté algo con un snorkel… saqué un pez globo y me lo pensaba comer, pero después me acordé de un capítulo de los Simpsons donde se decían que eran venenosos y lo solté (ríe).
-A quien no le gusta la pesca, ¿qué le podrías decir para entusiasmarlo con esto?
– Yo sé por qué a mí me gusta pescar: cada especie tiene su técnica, su variable, está el clima, el sol, el viento, la temperatura del agua, la línea, el señuelo, saber leer el medio y tener mucho conocimiento. Eso a mi me encanta. Pero sobre todo le puedo decir a esa persona que cuando la línea está en el agua hay magia… es misterioso todo lo que puede pasar.
-Esa magia que se extraña cuando no tenés la chance de despuntar el vicio…
-Si… totalmente, y en el principio no identifico lo que me está pasando, pero luego me doy cuenta de que es esto, que no estoy en el agua, que me falta esto, calmar la ansiedad acá. En mi caso, cuando paso largo tiempo sin ir a pescar, siento como una angustia, algo que me falta, una cosa en el pecho… y después me doy cuenta qué es y digo “tenés que ir a pescar sí o sí”. A mí el ruidito del agua me cambia el estado, pescar es mi situación más ideal posible, aunque termine zapatero… ¡Si fuera por los éxitos ya me hubiera retirando hace años! (ríe)
“Hay que hacer algo para que fomentar la pesca deportiva sea un recurso más valioso que el de llevarse el pescado”
-Sos un pescador que sabe que el recurso es finito, que hay que cuidarlo y que hay que dejar algo para los que vienen detrás.
Si, totalmente. Y esto va para los no pescadores también. Si algo podemos dejarle a nuestros hijos es la naturaleza, el ecosistema. Los bichos que están acá en el río y que pertenecen acá.
-Esta ciudad no se asume como ribereña y niega a su río con barreras arquitectónicas, puerto, aeropuerto y falta de buenos accesos. ¿Qué te parece este tipo de propuesta? ¿El tener una marina que te de la posibilidad de venir a pescar a solo 10 minutos de navegación?
-Esto es imperdible. Esta ciudad le da la espalda al río. Ojalá pudiésemos hacer algo para fomentar mucho más la actividad, hacer algo para que la pesca esté más activa y que la pesca deportiva sea un recurso económico mucho más valioso que el de llevarse el pescado. Hace tres o cuatro años tuve una experiencia en el Río de la Plata, pescando frente al Aeroparque. En ese momento los pescamos con carnadas naturales. Desde entonces no había vuelto a salir a pescar hasta hoy. Les agradezco la invitación.
-Te vamos a volver a invitar.
¡Les tomo la palabra!
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