La pesca con mosca es una modalidad en la que la presentación de la mosca adquiere una relevancia definitoria.
Serie de Notas de la AAPM exclusivas para Aire Libre
El modo en que hagamos aparecer la mosca ante los ojos del pez, es lo que lo va a decidir si tomarla o no. Tan importante es la presentación, que aún la mejor mosca quedaría invalidada si aparece ante el pez de un modo inadecuado, y de ahí la importancia del lanzamiento y de las características de la caña que estemos usando.
En la pesca con mosca las cañas se han desarrollado a través del tiempo tratando de cubrir las diferentes situaciones en las que los peces se encuentran comiendo. Y cada vez que se desarrollaba una nueva modalidad, se diseñaban cañas acorde con las nuevas necesidades que ésta presentaba.
De ahí el interés que despierta entre los pescadores el lanzamiento de nuevos modelos de cañas o de líneas que son su complemento indispensable.
Teniendo en cuenta el peso de la línea las cañas vienen usualmente numeradas del 0 al 12, siendo ésta última la de mayor peso, que se corresponden con líneas más pesadas que pueden arrastrar moscas más voluminosas que generan más resistencia en el aire.
Para una pesca liviana de río los tamaños más comunes son el 4 o el 5 que pueden cubrir una gran variedad de situaciones. Los números 0 y 1 son decididamente muy técnicas, y han sido desarrolladas en los últimos años para cubrir ríos pequeños de montaña, que por su transparencia y escasa profundidad deberíamos pescar prácticamente escondidos. Los números superiores al 8 son claramente pesados, exigen un esfuerzo importante al pescador y se utilizan para grandes ríos o la pesca en agua salada.
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El largo de la caña se ubica entre los 8 y los 9 pies.
El elemento más importante a tener en cuenta en la elección de una caña es el modo en que ésta actúa en el momento del lanzamiento, comportamiento que se define como acción. Al momento de lanzar la caña se comporta como un resorte que acumula energía, que luego trasmite a la línea proyectándola.
Una caña que se curva en su totalidad se conoce como de acción lenta, dado que comparativamente tarda más tiempo en recobrar su posición original descargando su energía. Una caña de la cual solamente se curva el tercio superior, se conoce como de acción rápida, dado que este tramo al ser más corto se descarga más rápido.
Inicialmente las cañas tendían a ser lentas, pues no se contaba con materiales lo suficientemente rígidos para construirlas sin tener que recurrir a espesores que les dieran un peso considerable. Cañas de bambú y también de fibra de vidrio que eran extremadamente flexibles y por ende lentas.
Luego con la utilización de la fibra de carbono en los años 70 los diseñadores tuvieron la posibilidad de variar las conificaciones, logrando paredes muy finas pero a la vez sumamente rígidas. Pudieron también mejorar los métodos de fabricación aportando menos cantidad de resina para unir las fibras, y logrando con ello una sensible reducción del peso, ya de por sí bajo en la fibra de carbono. En ellos, las distintas capas de fibras son prácticamente exprimidas a presión con el fin de dejar solamente una cantidad despreciable de resina para la unión de las fibras.
Ello condujo a cañas sumamente técnicas, muy livianas y muy rígidas que comenzaron a ser muy exigentes con la técnica a la hora del lanzamiento. O sea elementos que producían resultados asombrosos, pero también muy decepcionantes para el lanzador promedio que no cuenta con las habilidades adecuadas.
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A los efectos de transmitir a la línea toda la energía acumulada por la caña es muy importante la sincronización entre todos los pasos del movimiento, pues cualquier leve pausa en el transcurso de éste, o cualquier pérdida de continuidad hará que perdamos la energía acumulada pues inmediatamente se disipa arruinando el lanzamiento.
Una caña de acción lenta, por el contrario, habrá de ser mucho más permisiva con los errores, nos dará más tiempo para corregirlos, y hasta incluso hará que algunas pequeñas pérdidas de sincronización ni siquiera se noten.
Este desempeño más amigable de las cañas de acción lenta y acción media, ha producido una inversión en la tendencia de diseño en los últimos años, en que se ha pasado de una evolución ininterrumpida de las cañas de acción rápida hacia cañas todavía más rápidas, hacia una reaparición de las cañas de fibra de vidrio que han sido una novedad de los últimos tres años.
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Las actuales no son las cañas de fibra de vidrio de los años 70, sino que se han beneficiado de las innovaciones de todos estos años en cuanto a nuevas resinas más eficientes, de las que se usa mucho menos y de ahí una gran reducción de peso, hasta nuevos métodos de fabricación que permiten una mayor compactación de las fibras y consecuentemente mejora las cualidades mecánicas de la pared de la vara.
El comportamiento de estas nuevas cañas resulta mucho más moderado que los diseños en carbono, y son agradables para el pescador. Al haber disminuido muchísimo su peso con relación a las de fibra de vidrio tradicionales, vuelven a transformarse en una herramienta de suma utilidad con la que todos nos sentimos mucho más a gusto.
Las cañas también se diferencian por la calidad de los componentes que han sido utilizados en su armado, una característica que debemos tener sumamente en cuenta por la gran diferencia que existe entre estos elementos en cuanto a su desempeño y su incidencia en el precio y calidad de la caña.
Los componentes de una caña de mosca son básicamente tres, los pasahilos, la empuñadura y el porta reel.
Los pasahilos tienen una gran influencia en el comportamiento de una caña pues al estar distribuidos a intervalos regulares a lo largo de ésta, actúan en forma dinámica como pequeños contrapesos que modifican drásticamente la acción de la caña. Los fabricantes han buscado siempre la manera de hacerlos lo más liviano y flexible posible, como para que no interfieran ni con el momento de inercia ni con la curva de flexión de la vara. Pero al mismo tiempo su uso constante y con superficies abrasivas como puede resultar la propia línea, los ha hecho recurrir a materiales tan sofisticados como el titanio, lo que necesariamente los hace muy caros, de ahí que no constituyan meramente un elemento de cosmética, sino un claro rasgo diferenciador entre las cañas de calidad y las que no lo son.
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Actualmente se ha vuelto a los pasahilos flexibles de alambre, en lo posible de una sola pata, con el fin no sólo de minimizar su peso, sino también que interfieran lo menos posible con la acción de la vara.
Las empuñaduras son otro dato distintivo de las cañas de calidad. Con el tiempo el corcho se ha tornado cada vez más escaso, en la actualidad ha quedado prácticamente un solo proveedor a nivel mundial, por lo que no debe extrañar que el corcho de calidad sea caro, y una empuñadura pareja sin grietas nos diga mucho acerca de la buena calidad de la caña.
Por último los portareeles. Los de alpaca, verdaderas obras de arte de un platero ya han quedado en el olvido, no solamente por su costo sino también por su peso; y han cedido el lugar al aluminio anodizado, las aleaciones de titanio y a los materiales compuestos a base de fibra de carbono. Lo más importante que debemos verificar es que sujete firmemente la pata del reel y que su abertura sea la adecuada para el largo de la pata. Esta coincidencia debemos tenerla en cuenta sobre todo si ya tenemos reeles que pensemos usar con esa caña.
Si nos resulta posible, antes de comprar una caña, tratemos de asistir a las muestras de productos para poder probarla y darnos una idea de cómo la habremos de sentir en nuestra mano.
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