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O como vivir una aventura inolvidable.
Por Gustavo Mehl especial para AIRE LIBRE
Abril de 2015. Nacido de la confluencia del Limay y del Neuquén, este fantástico curso de agua se desliza a lo largo de más de 600 kilómetros serpenteando entre islas e islotes. Sus aguas cristalinas, enmarcadas en todo su curso por el verde intenso de los árboles perennes y el ocre maravilloso del otoño, desmienten “claramente” en cada recodo, lo que su nombre sugiere como color. Este hermoso Río fue el elegido para contener una travesía especial. Una “bajada” desde Guardia Mitre hasta Viedma, Capital de la Provincia que lleva el mismo nombre del Río, a lo largo de casi 100 km. de naturaleza pura.
La idea surgida de Leo Rodriguez y Aldo González (guía de pesca en Los Pocitos), caló hondo en el espíritu aventurero de quien esto escribe y comenzó a tomar forma para poder llevar a cabo el emprendimiento, probar el comportamiento del “Bonicat”, un catarraf producido por Astilleros Sur y de reciente presentación en sociedad en la EXPO AICACYP 2014. Y probar, además, que a cualquier edad se pueden hacer cosas como éstas.
Hacía falta un guía experto, conocedor del río y un apoyo logístico desde tierra que permitiera una asistencia completa, fundamental a la hora de acampar. No se juega con el río y sus contingencias, y mucho menos cuando las acciones planificadas incluían niños, además se necesitaba un nexo con las Autoridades y los pobladores de los campos donde se iban a armar los campamentos.
Ante estas necesidades surgen claramente dos nombres, Omar “el Negro” Linares y Carlos “Yayo” San Martín. Omar Linares, el más ganador de la Regata del Río Negro, la más larga del mundo, y que hoy, con más de 50 años, nos deja muy bien representados en el exterior. Prácticamente nacido en el río, conoce palmo a palmo su recorrido, pozones, bancos, canales y curvas no le son para nada ajenos, lo cual le ha valido ganar la mencionada regata de casi 600 km, en tres oportunidades.
El “Negrito” Linares iba a ser fundamental, y no solo en el Río. Si bien la parte del agua estaba cubierta el apoyo terrestre presentaba una complejidad mayor, y para esto la figura de “Yayo” San Martín iba a ser de relevancia, se necesitaba un equipo importante que pudiera cubrir (como lo hizo) cualquier eventualidad. Y la figura de este queridísimo amigo, Patagónico hasta la médula, mosquero de ley, discípulo y amigo entrañable del mítico Mel Krieger y propulsor de la siembra de truchas en la cuenca inferior del Río Negro, se agrandaba cada vez más, “Yayo” tenía lo que hacía falta, su Motorhome y el cuatriciclo estaban listos para el apoyo. Dueño de un conocimiento invalorable en acampadas y travesías, y poseedor de una vastísima experiencia ganada en una vida entera en la Patagonia más agreste, “Yayo” fue la persona ideal para poder llevar a cabo esta hermosa locura. Sin él en tierra y Omar Linares en el agua, esto no hubiera sido posible.
Partimos desde Viedma el jueves 3 de abril por la mañana, y acompañados por una persistente llovizna pusimos rumbo a Guardia Mitre. La Primera Angostura, lugar donde opera la balsa que permite cruzar los vehículos por el río, iba a ser el punto de partida, luego modificado pues el canal que cruza por el pueblo estaba sin agua, lo cual determinó que la largada se efectuara desde el Camping Municipal de Guardia Mitre y con la presencia del Intendente del lugar Miguel Demasi y concejales locales luego de un recibimiento “a lo campo”, asado de jabalí y otras exquisiteces que Serra, un productor local preparara especialmente.
Exactamente a las 14 hs. Carina Solá y Leo Rodriguez en sendos Bonicat, Yamila Baldivieso y Nahuel Baldivieso (los hijos de Carina) y Lara Navarro en el gomón de apoyo conducido por Darío Caramés junto a su esposa Patricia Baez, se hicieron al agua junto a nosotros, Mónica Fernández y Gustavo Mehl en un Kayaxión Tridente y Omar Linares en su Kayak de entrenamiento. A la sazón, los únicos tres que íbamos a navegar remando.
Los primeros tramos fueron tranquilos, remamos unos cuantos kilómetros observando la riquísima avifauna, pájaros carpinteros, guanacos, cisnes de cuello negro, lisas que saltaban a nuestro paso y hasta una piara de jabalíes nos acompañaron durante la navegación, haciéndonos soltar exclamaciones de asombro ante cada aparición.
Una sucesión de islas y canales derivadores nos ponían en contacto con una naturaleza pura, incontaminada, y ese ocre tan característico de los álamos del sur que se reflejaba en las aguas correntosas del Río produciéndonos una increíble sensación de placidez.
Nos dejábamos llevar por la escasa corriente, remando acompasadamente y corrigiendo el rumbo cada vez que nos alejábamos del centro. Muchos árboles secos y troncos sueltos son arrastrados por la correntada, y uno de ellos se incrustó en la proa del gomón averiándola, lo que determinó que el resto del viaje tuviera que continuar con la proa desinflada y extremando los cuidados.
Luego de casi 30 km de navegación, cansados y mojados nos sorprendió la noche sin poder llegar al lugar del primer campamento, La Isla de Pouzo. Canales sin agua impidieron la navegación y como resultado, hubo que dejar los botes en un recodo del río, y luego de “secarnos” con una fogata auxiliadora, emprender una caminata a monte traviesa hasta encontrar los vehículos que habían venido en nuestra búsqueda. Llegada al campamento, cambio de ropa, armado de carpas y a degustar un exquisito lechón al asador que nos estaba esperando, “la previa” a un merecido y reparador descanso.
La segunda etapa, hasta San Javier, con casi 40 km de recorrido, suponía dosificar el tiempo y no detenerse demasiado. A veces las cosas no salen como las planeamos y este tramo culminó cerca de las 9 de la noche, con muchísimo frío, muy mojados producto de un intenso viento de frente, que consumió más combustible de lo calculado y por si fuera poco, navegando a ciegas durante dos horas.
El “faro” que improvisara “Yayo” en una saliente de las barrancas del lugar, anunciando la llegada, y el increíble conocimiento del río que tiene el “Negro” Linares fueron determinantes para eliminar la incertidumbre que se había instalado. Había comenzado a llover a media tarde y el final de la etapa se hacía interminable. Nueva fogata salvadora, armado de carpas, una cena esperadísima y a descansar. El cuerpo pedía reposo…y la lluvia que comenzaba a caer iba a ser un arrullo encantador-
La etapa final preveía un parada en la isla de Omar Linares y un tiempo de pesca que se acortó, pues la belleza del lugar, las vides y demás frutales imponían una recorrida integral por esas 6 hectáreas fantásticas rodeadas de agua, verde y trinos. Sencillamente para quedarse a vivir y…- “eso es lo que voy a hacer cuando me jubile” – acotaba El “Negrito” Linares orgulloso de su lugar en el mundo. De ahí a Viedma apenas unas “remadas” y la llegada a la Capital de Rio Negro pasando por debajo del imponente puente de la ruta 3.
Cansados, pero felices de haber llevado a cabo una aventura increíble.
AGRADECIMIENTOS
Para el Intendente de Viedma Juan José Foulques, al Secretario de Deportes Marcelo Szczygol, al Ministerio de Turismo de Rio Negro con su titular Mariana Giachino y su Director de Prensa Luis Nicoletti, al Intendente de Guardia Mitre Miguel Demasi, sus concejales y al productor Serra (gran asador). A todos ellos Muchas, muchas gracias por el recibimiento, el apoyo y la buena onda.
A Turismo Mar del Plata, que nos declaró Embajadores Turísticos y nos proveyó del libro de La Ciudad y elementos promocionales que entregamos a los Intendentes.
A Raúl Alvarez por las notas y el aliento. No pudo ser de la Partida.
A Marcelo Ragonesse titular de KAYAXION y ACUASPORT por el kayak y chalecos.
A Edgardo Mazzeo titular de LUBRILINA por las correas, bolsas estancas y el impermeabilizante.
Y finalmente a OMAR “NEGRO” LINARES y CARLOS “YAYO” DE SAN MARTÍN, dos “grosos”.
CONSEJOS: Indispensable apoyo logístico de tierra y un baqueano conocedor del Río y los pobladores. Equipo adecuado (indumentaria y calzado) para acampar, navegar y de recambio. Botiquín, linternas, una buena carpa y abrigo.
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