Una experiencia única en una verdadera obra maestra de la naturaleza
Caminarlo es una verdadera e imperdible aventura para quienes lo visitan. Por Guillermo Muttoni.
Marzo de 2015, 6AM. Todavía es de noche en El Calafate, pero el despertador indica que es hora de levantarse para la excursión al Viedma. Un rápido desayuno y cerca de las 7 una combi pasa por el hotel. A esa hora toda la ciudad está surcada por combis y micros que van y vienen por los hoteles para recoger a los turistas con destino a las muchas y variadas opciones de actividades. Casi una hora después, iniciamos nuestro recorrido de 210km hasta El Chalten, punto de partida de las excursiones al Glaciar Viedma.
El camino
Desde Calafate se parte hacia el Este hasta alcanzar la mítica ruta 40. Durante este trayecto se divisa el Lago Argentino, el río Santa Cruz, el río La Leona y una vista panorámica majestuosa de la Cordillera de los Andes incluyendo el cerro Fitz Roy. El camino muestra una geografía árida y marrón en la que dicen que se suelen verse guanacos, ñandúes petisos (choiques), y zorros grises. En nuestro caso, abundaron los guanacos.
Las curvas y contracurvas de un camino solitario, pero en buen estado, nos van acercando a El Chalten. A mitad de camino, sobre la ruta pero a orillas del río La Leona y a metros del Lago Viedma, en un magnífico entorno natural, se encuentra el Parador y Hotel de Campo La Leona; testigo y protagonista por más de 110 años de la legendaria historia de nuestra Patagonia Austral Argentina.
El sitio debe su nombre a un altercado con una hembra de puma (la leona) que, según cuenta la leyenda, dejó más de un recuerdo al Perito Moreno. Inevitable tomar una foto al cuadro de Butch Cassidy quien, allá por 1905, junto a Sundance Kid y su esposa Ethel Place, luego de robar el Banco de Londres y Tarapacá en Río Gallegos, también habrían efectuado en su huída, una “parada técnica” en La Leona.
Allí pueden verse restos arqueológicos, como dientes de tiburón, moluscos bivalvos o troncos de un bosque petrificado ubicado en las cercanías, en una enorme depresión del terreno y de épocas en donde el clima era muy distinto al actual. Pero eso, quedó para otro viaje, o para otros viajeros.
El Chalten
Luego de largo trecho, llegamos a El Chalten, (Montaña Ardiente – por el Fitz Roy – en idioma Tehuelche) un pueblo realmente hermoso. Lleno de bosques de lengas y ñires, que muestra un cambio singular de la vegetación que veíamos en el camino.
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El Fitz Roy luce majestuoso. Es el pico más alto de la zona y su nombre, como no podía ser de otra manera, se lo puso el Perito Moreno. Nuestro guía nos dice “es uno de los 10 picos más difíciles del mundo”. Para comprobarlo, hay que subirlo!!
El Chalten tiene una población estable de entre 600 y 1000 habitantes en invierno y llegando a un promedio de 1500 a 2000 en verano. Se hace llamar “La Capital Nacional del Trekking” y doy fe, que hay para caminar y mucho. Lo atraviesa el Rio de las Piedras, que nace en el Lago del Desierto, ubicado muy cerca de allí. En el río se puede hacer actividades como kayakismo, rafting y pesca.
El Glaciar Viedma
Finalmente tras un corto traslado nos llevan a Puerto Bahía Túnel, ubicado sobre el Lago Viedma. A todos los que compartimos el viaje nos sorprende el color de agua: lechoso según el guía. 100% potable, debe su color a las partículas que la leche glaciaria acumula en la superficie. (Nota: la leche glaciaria no es otra cosa que la roca desintegrada por la enorme abrasión producida por los movimientos de los glaciares sobre el lecho, es como una enorme lija que barre el fondo rocoso).
Y por supuesto su tamaño: 80km de largo y 30km de ancho, con una profundidad que varía entre 250 y 600m, temperaturas entre 3 y 5 grados, y no se congela. Sus aguas terminan en el Atlántico, pasando primero por el río Las Leonas, el Lago Argentino y el Río Santa Cruz.
Ahora sí, una hora de navegación y ya estamos frente a la pared del Glaciar, de 2,5 km de ancho por 50 metros de altura. Impresiona verlo de tan cerca. Es el glaciar más grande del Parque Nacional Los Glaciares, seguido por el Upsala y el segundo más grande del hemisferio Sur, solo después del Glaciar Pío XI. Su naciente se encuentra al sudeste del Volcán Lautaro y su longitud es de 70km, por tal motivo es el glaciar más largo de Sudamérica. Equivale a 4 veces el Perito Moreno.
El Viedma se desplaza hacia adelante 1,5 metros por día. Pierde hielo en grandes bloques, pero a diferencia de otros glaciares, ha experimentado un retroceso moderado durante el siglo XX.
La Caminata
La empresa concesionaria ofrece dos excursiones: “El Viedma Ice Trek” que consiste en caminar sobre él con grampones en un trekking de dos horas y media sobre el hielo. La otra excursión, pensada para quienes ya tienen una importante preparación física, alcanza las nueve horas y se llama Viedma Pro. Claramente optamos por la primera.
En fila india, abrigados, con guantes y lentes de sol, empezamos una caminata que se extendería por alrededor de 2 horas. A la ida y al regreso nos acompañó un viento muy fuerte que viene desde el Pacífico atravesando el Campo de Hielo, hasta desembarcar en el Viedma con velocidades de entre 60 y 100 km por hora.
Llegar al hielo toma unos 20/30 minutos de sendero rocoso, con pendientes de mediana dificultad. Tal vez en días con menos viento, la caminata sea más sencilla, aunque no fue nuestro caso. Allí los guías (5 en total para un grupo de 20), colocan los grampones. Exploramos sumideros, grietas y cuevas, con paradas pautadas o improvisadas para sacar fotos, selfies o el típico pedido ¿nos sacas una foto?
El glaciar, imponente, maravilloso y en permanente movimiento, aunque no se note, era testigo del paso de este grupo heterogéneo de turistas. A diferencia del Perito Moreno que se ve de color azul (formado por la compactación de oxígeno y la incisión de la luz, un efecto óptico ya que el hielo es, en realidad, transparente), el Viedma está conformado por hielo y morenas (acumulación de piedras y barro transportados por un glaciar y depositados en su cuenca) por lo que se ve “más sucio”.
El movimiento del glaciar hace que cada día los guías modifiquen el sendero que por un lateral nos lleva hasta el centro del glaciar. Allí una grieta enorme nos separa de la pared del frente. Con grieta o sin ella, la caminata siempre es a unos 200/300m hacia dentro. Una caminata más, y una oportuna parada para tomar una copita de licor servida por los guías con hielo del lugar, mientras nos explican muy detalladamente todo el sistema glacial.
Luego de dos horas de caminata y casi 10 de excursión emprendimos el regreso al puerto, por otro sendero y con mucho más viento aún; tanto, que hubo que caminar agachado!!. Mientras nos quitábamos los grampones una piedra de arcilla desprendida del Cerro Torres ubicado a unos 30/40 km del lugar y que, nos decían habría tardado unos 300 años en llegar allí, era testigo mudo de lo efímero de nuestro paso por la Tierra. Paso que, sin embargo, no resulta inocuo para la naturaleza; otras rocas apoyadas en las alturas de las montañas que enmarcan al glaciar, dan cuenta cuando este tenía una altura de 900 mts.
Sin duda alguna, una inolvidable experiencia más que recomendable para quienes visiten El Calafate o El Chalten.
Tips
- Los guantes: Hay que llevarlos sí o sí, pero busquen aquellos que permitan sacar fotografías.
- Las tarifas: Es más económico hacerlo desde El Chalten.
- El tiempo: Es una excursión de día entero y no se hace todos los días. Deben consultarlo con el operador turístico-
- La edad para hacerlo: No se autolimite, si se anima hágalo, cualquiera sea la edad.
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