Por Gonzalo Galán – Presidente de AICACYP
Cecil o no Cecil, esa es la cuestión…..
La opinión pública se vió fuertemente sacudida por la muerte del legendario león de Zimbabwe. Las redes sociales explotaron en contra del Odontólogo estadounidense al que se responsabilizó del hecho y, por supuesto, contra la caza. Hasta pasado un tiempo no se alzaron voces que separaran lo legal de lo ilegal o la importancia de la caza como actor esencial para la conservación de las especies.
Y primero fue la Organización de las Naciones Unidas quién tomó cartas en el asunto. El pasado 30 de julio adoptó una resolución que surgió de una iniciativa conjunta de Gabón y Alemania, con el objetivo de proteger la vida silvestre y eliminar la caza furtiva, la explotación y el comercio ilícito de plantas y animales. Apoyada por 70 Estados miembros, vale reproducir la declaración del representante alemán que compartimos plenamente: “Como la mayor parte de la gente, estamos indignados por lo ocurrido con este pobre león. Alguna caza es legal y otra es ilegal, y esta resolución combate todos los aspectos ilegales de esa actividad”.
Días después, un estudiante africano llamado Goodwell Nzou publicaba una carta en el New York Times que abría otra perspectiva: “La reacción de los medios y de las personas que se indignaron por la muerte del animal no solo es desmedida, sino que no tienen en cuenta un punto esencial: en Zimbabwe los leones matan a las personas”. (ver nota en página 64). Por supuesto que no era el caso de Cecil al que se refería, sino al ataque indiscriminado de los medios a los cazadores.
Y sobre la caza en general se han expedido muchas organizaciones prestigiosas. Esta columna no alcanzaría para reproducirlas a todas, pero nos parece importante recordar la publicación de la National Geographic: “la caza de trofeos puede desempeñar un papel esencial en la conservación de la fauna africana”.
En el ámbito local la Fundación Vida Silvestre Argentina (FVSA), acepta la caza y la pesca, pero cuando éstas son realizadas de manera sustentable, respetando especies, cupos y temporadas; obteniendo los permisos correspondientes, y restringiéndose a aquellos sitios permitidos.
Al igual que con las armas o con la pesca, todos nosotros, fabricantes, comerciantes, autoridades de clubes y aficionados, debemos exigir a las autoridades nacionales, provinciales y municipales que estamos por elegir, que a la hora de tomar resoluciones separen lo legal de lo ilegal.
No es lo mismo un usuario ilegal, que uno debidamente autorizado. No es lo mismo un deportista que un furtivo. Esto que parece una verdad de Perogrullo, no siempre se concreta del discurso a las acciones.
Hasta la próxima y que disfruten de este nuevo número de AIRE LIBRE que llega a Ustedes con el número máximo de páginas desde que fuera lanzada en Marzo de 2011.
© Aire Libre – Setiembre 2015
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