En medio de paisajes cambiantes, una escapada al Norte argentino invita a interrumpir la rutina cotidiana.
De la puna se pasa a las selvas tupidas y a los ríos caudalosos, que presentan tanto desafío como los desiertos remotos y las abruptas quebradas.
Es la oportunidad ideal para lanzarse al turismo aventura y descubrir los retos que se esconden en cada rincón, recorriendo lugares atravesados por las huellas de antiguas civilizaciones.
En las tierras norteñas, disfrutá de días al aire libre en un fin de semana diferente. Las opciones son muchas, y la adrenalina vibra a la espera de intrépidos visitantes.
Aventura tucumana
La provincia de Tucumán es grande en posibilidades: cada paso que se da permite descubrir desafíos y sensaciones nuevas. Una travesía a caballo un día, recorridos en bicicleta otro, y paseos en parapente o en lancha para completar. Hay mucho para elegir y nadie se queda sin experimentar a fondo una jornada de acción entre los más encantadores paisajes norteños.
Todo comienza al partir desde la ciudad, alejándose de los ruidos urbanos para entrar en contacto con la naturaleza. Acompañados de los gritos de aliento de los amigos y la familia, correr sobre la pista de despegue de Loma Bola o Los Pinos mirando la ciudad abajo y despegarse de la tierra en parapente es una sensación incomparable.
El paso de los caballos marca el ritmo de la aventura en una cabalgata en las localidades de San Pablo o Tafí del Valle, que enriquece tanto como entrar en contacto con la tierra en un recorrido en bicicleta por los valles. La calidez de la gente acompaña y se hace sentir entre el aroma fresco de lavandas y margaritas; y el fin de cada actividad se festeja con un picnic o una visita a alguna de las estancias tradicionales, en la que se prueba el sabor intenso de un queso típico de la zona o una merienda con pan y dulces caseros.
El paseo se extiende hasta el dique Celestino Gelsi, más conocido como El Cadillal. Se encuentra a sólo 26 kilómetros de la capital, rodeado del cerro Medici y las sierras de Medina, donde aerosillas, lanchas, bicicletas y las bananas acuáticas dan una tarde diferente desde otra perspectiva. Entre cerros y mucho verde, la unión con la naturaleza se vivencia al respirar profundo, mientras todo el estrés de la ciudad queda ya muy atrás. Como premio extra, la gastronomía norteña sorprende con sus tamales, empanadas, humita y vino torrontés con los que relajarse luego de un día intenso. La jornada termina con la satisfacción y la alegría de sentir en el cuerpo el cansancio de una experiencia vivida a pleno.
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Los sentidos a flor de piel
Adrenalina, contacto con la naturaleza, diversión, pasión: la provincia de Salta despierta todos los sentidos. Desde la Puna hasta los Valles Calchaquíes, siempre hay alguna actividad para entregarse al disfrute pleno del entorno natural.
Los corazones se preparan para latir fuerte antes de ejecutar el salto de bungee jumping, de puenting o antes de desplazarse en tirolesa. En estos momentos la adrenalina se experimenta en su máxima expresión; mientras que impresionantes panorámicas aguardan a los que se animen a volar en parapente en la Cuesta del Obispo con sus curvas que ascienden a una altura de 3348 m.s.n.m.
Valles perdidos, abruptas quebradas, tupidas selvas, ríos turbulentos y remotos desiertos presentan interesantes retos. Los paisajes salteños envuelven con su magia cualquier aventura, y desde la inmensidad del altiplano hasta las montañas, al respirar el aire puro se siente la maravilla de estar alejado de todo. Con un trekking de altura se descubren las cumbres de los Andes e, incluso, el sitio arqueológico más alto del mundo: el místico Volcán Llullaillaco.
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El aroma del río y el silencio acompaña, y nada como sentir las gotas de agua en el rostro al emprender travesías en kayak, navegaciones a vela, esquí acuático, un recorrido en moto de agua o unas horas de rafting en el Río Juramento y en el Dique Cabral Corral, en el que, de paso, se practica pesca deportiva.
En las localidades de San Lorenzo, Valle de Lerma, Valles Calchaquíes y Quebrada del Toro, circuitos de trekking y senderismo permiten abarcar la inmensidad de los paisajes con la compañía constante de la naturaleza. Mientras que los desafíos a superar son constantes al cruzar en 4×4 desiertos remotos y los salares de la puna, donde los horizontes blancos parecen no tener fin y el entorno se tiñe de distintos matices según el momento del día.
Las jornadas se combinan con alguna peña salteña en casonas tradicionales, para encontrarse con la comunidad local y compartir folclore y sabores que sorprenden: humita en chala, dulce cayote, quesillo, charqui, chicha o aloja (bebida de algarrobo).
Sentirse suspendido en el aire, la emoción de descubrir nuevos caminos, experimentar la libertad al percibir el viento en el rostro y hasta explorar los paisajes desde ríos caudalosos es posible en el Norte argentino. Un lugar donde se disfruta de un tiempo diferente, en una escapada perfecta para todo aquel que ame la vida al aire libre.
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