Tendencia. Los Polígonos de tiro, inesperados refugios para combatir el estrés.
Renovaron clientes y hay más gente de entre 21 y 35 años. Los que van dicen que es una buena manera de descargar tensiones. Los instructores aseguran que los que prueban terminan volviendo. Por Nahuel Gallotta para Clarín
Daniel R. (34) dice que su salida preferida llega los sábados por la mañana. Esos días, le gusta levantarse bien temprano y descansado, ducharse, afeitarse, caminar hasta el bar de la esquina, desayunar, pedir un remís, mirar las calles deshabitadas de la Ciudad hasta llegar a la armería de siempre, en Mataderos; comprar una caja de balas y pedir media hora de polígono para disparar con su pistola. Antes, apaga su teléfono celular, porque siempre hay alguien que se olvida de que nadie puede molestarlo en su momento.
“Es algo que me relaja mucho. Salgo de tirar y digo ‘pfff, qué tranquilo estoy ahora’ . Es como descargarse de toda la semana de laburo en la fábrica. Yo digo que es mi psicólogo, mi terapia. Es mi hobby. Representa lo mismo que siente el que va a las picadas de autos de los viernes a la noche en el Autódromo, o el que alienta a su equipo un sábado en la cancha”.
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En los últimos años, los polígonos comenzaron a recibir otro tipo de público. Como Daniel, muchos se sumaron a una modalidad que parecía reservada para los viejos cazadores, policías que van por entrenamiento, gente que lo hace por cuestiones vinculadas a la inseguridad o simplemente lo practica como deporte.
La nueva generación tiene entre 21 y 35 años, algunos son profesionales, y llegan al polígono para descargarse y se terminan enganchando con la práctica. “Te encontrás con grupos de amigos que vienen y después se quedan a tomar una cerveza y comer una pizza, como si fuese un tercer tiempo. Ellos suelen venir mucho los viernes y sábados por la tarde, y lo toman como una salida. A veces tenemos hasta parejas, que vienen a tirar para hacer una salida distinta. La gente siempre busca algo nuevo y divertido para hacer en su tiempo libre y hoy están eligiendo los polígonos”, dice Marcos Torterolo Balaguer, del Club de Tiro Independencia, donde un 20% de sus más de 800 socios tienen esas características. “Es un público que buscamos a través de promociones y redes sociales, para que el target no se cierre solo en tiradores y cazadores”.
Así como lo fue, y lo es, el boxeo recreativo, o The Break Club, el lugar al que uno podía ir y pagar para romper cosas como un monitor de una computadora con un palo de baseball, el polígono es, por estos momentos, un nuevo refugio para descargarse y combatir el estrés.
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Cada tanto, Daniel (no da su apellido porque no quiere que se enteren en su trabajo) hace su salida, con amigos. Como en el polígono le permiten llevar un invitado, sus amigos se pelean por poder acompañarlo, y que lo dejen tirar y ver qué se siente. Daniel aclara, también, que es un vicio caro. Que si fuese más barato, iría todos los sábados, porque dice que “lo necesita”. Torterolo, del polígono Tiro Independencia, agrega que no hay invitado que se vaya sin que le haya gustado. Y que un 40% termina regresando.
Rubén Chacón es instructor de tiro, y dice que todos los días recibe médicos, empresarios, deportistas, oficinistas que se hacen un hueco en el trabajo; gente de todo tipo de profesiones. “Los que se sumaron ahora y no son tiradores y vienen por curiosidad son los que llegan con cupones.
Están lo que por ejemplo te ofrecen la experiencia del parapente y la del polígono”, cuenta. Se refiere a páginas de descuento que invitan a través de promociones a acercarse al polígono. A veces, son personas que dicen haberlos recibido como regalos de la empresa en la que trabajan. Les aclara, primero, que esto no es Hollywood, que acá no se ven Rambos ni Nikitas. “Es gente que no tiene idea de qué se trata esto. Es interesante que venga y observe. Es la mejor manera de informarse”. Para Rubén, el tiro es tan inofensivo como jugar al ajedrez. “Si vos sos buena gente, estás informado y sabes qué es correcto y qué no, no te podés equivocar”.
“Está bueno tener tu momento privado, de soledad también. Hacer algo que no sea tan público”, dice Sergio Guevara, 22 años, productor de video clips y eventos, que una vez por semana practica tiro por hobby y para descargarse. “Invité a muchos amigos que cuando les contaba que hago esto me pedían acompañarme. Ahora los ves y vienen cancheros, y se llevan una sorpresa por lo bien que les hace. Algunos se asustan un poco”. Y concluye: “Es un lugar en el que te sentís cómodo. Yo soy deportista y a esto lo hago para descargar. No es que viva acelerado, pero soy muy ansioso, y esto me ayuda a bajar un cambio”.
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