El buscador de perlas.
En la imagen puede observarse a un buceador a punto de sumergirse en el Mississippi con un rudimentario equipo de buceo.
El viejo depósito de combustible de un coche y una manguera de jardín constituyen el equipo de buceo de fabricación casera de este buscador de perlas del río Mississippi. Según las notas que acompañan la foto, el artilugio le permitía «bajar 21 metros y bucear hora y media».
Buena falta le haría ese tiempo si quería encontrar algo. Cuando en 1938 se tomó esta foto, la población de mejillones perlíferos prácticamente había desaparecido por culpa de las fábricas de botones, para las cuales la concha del mejillón era más valiosa que la perla que a veces contenía en su interior.
De uno de estos moluscos bivalvos podían confeccionarse 24 botones, y sólo en 1916 se fabricaron en Estados Unidos unos 6.000 millones.
Aunque la mayoría de las fábricas de botones de nácar sucumbieron en la década de 1940 con el auge del plástico (y el de las cremalleras), el fin de aquella industria no logró devolver la población de moluscos del Mississippi a las cifras originales.
Hoy decenas de especies se consideran amenazadas o en peligro, convirtiendo aquellas preciadas conchas en una rareza.
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