La Antártida deja de ser la última frontera.
Artículo de Guillermo Saldomando (*) para Europapress.es
El llamado “Continente Blanco” desde hace mucho tiempo ha sido considerado como la región de la Tierra más inexpugnable, reserva de recursos naturales, de flora y fauna y por consiguiente, tratados internacionales han buscado mantenerlo libre de explotación comercial e industrial.
Más allá de los reclamos de soberanía y de jurisdicciones, los organismos supranacionales sólo han autorizado la instalación en la Antártida de destacamentos o bases de investigación con fines científicos
Sin embargo, desde hace algunos años surgieron iniciativas de diferentes procedencias que comenzaron a alentar excursiones turísticas a través de cruceros en la búsqueda de paisajes exóticos y de experiencias únicas.
Según estimaciones se espera que cerca de 40 mil personas caminen por el continente más frío de la Tierra en la próxima temporada que va de noviembre a marzo en diferentes áreas de su geografía.
La mayoría de los visitantes llegan a la Península Antártica a través del sur de Argentina o de Chile, por avión o en barco. El otro destino buscado es el Mar de Ross, al otro extremo del continente, al que se llega tras navegar diez días desde Nueva Zelanda o Australia.
A partir del verano de 2018, la península antártica comenzará recibir vuelos civiles y turísticos desde la Argentina de acuerdo a lo anunciado por el secretario de Logística, Emergencias y Gestión Cultural del Ministerio de Defensa argentino, Walter Ceballos.
Para tal fin, el aeródromo de la base Marambio, ubicado en una meseta a 200 metros de altura sobre el mar será equipado con radares y sistemas electrónicos para operar los vuelos de Líneas Aéreas del Estado (LADE).
Antes de concretar los viajes, se deberán llevar a cabo mejoras de infraestructura, instrumental y radares. Al mismo tiempo, se equipará a la línea aérea estatal con aviones de transporte turbohélice y de transporte mediano.
En este sentido, la base argentina, renovará las áreas de investigación científica, de operación logística y las estructuras que permitan recibir un cupo turístico acotado, que de acuerdo a lo manifestado, tendrá un alojamiento alineado dentro de las normas internacionales de protección ambiental y con el funcionamiento propio de la base.
Poco a poco la Antártida se convirtió en un destino turístico muy anhelado. La meta son sus postales maravillosas, con una variedad de fauna austral que sorprende por su adaptación a un ambiente tan extremo.
En las zonas costeras se concentra la mayor cantidad de fauna y es el sitio donde llegan la mayoría de los cruceros. Año tras año, entre los meses de noviembre y marzo, gran cantidad de buques arriban a la Antártida.
Allí los expedicionarios pueden observan grandes colonias de lobos y elefantes marinos, ejemplares de la foca de Weddel, leopardos marinos, focas cangrejeras, ballenas y varias especies de aves entre las que se destacan al menos seis tipos de pingüinos con sus respectivas colonias.
Desde Ushuaia, la capital más austral del mundo, parten cruceros que, tras dos días de navegación, llegan a destino. Las excursiones arriban a sitios de gran belleza como la Bahía Paraíso y el Canal Le Maire.
En tanto, en Puerto Lockroy, en el islote Goudier del archipiélago Palmer, se ofrece un recorrido por su antigua base, actualmente convertida en museo, desde donde pueden enviarse postales.
Algunas promociones hablan de propuestas de buceo en aguas heladas, travesías en kayak, práctica de trekking e itinerarios de por lo menos de diez días.
Varios de los países que reclaman soberanía sobre el territorio antártico han firmado diversas regulaciones al turismo que están lejos de cumplirse, sobre todo si se tiene en cuenta la huella de contaminación ambiental que arrojan los buques y el potencial impacto de la desmedida concurrencia de flujos turísticos.
El turismo deber ser regulado y acotado. El Planeta y en especial los hielos antárticos ya bastante vienen sufriendo las consecuencias del calentamiento global para que se le agregue la problemática deindiscriminados proyectos turísticos, para los que la Antártida ya no es la última frontera, sino una codiciada escala de un exclusivo viaje temático.
Guillermo Saldomando es experto en medio ambiente, y director de Un Planeta Azul.
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