El cerro San Javier en Tucumán y La Rioja capital, destinos de ensueño para quienes desafían los límites de la gravedad.
Lo que hay que tener en cuenta en cada lugar.
TUCUMAN.
El “Jardín de la República” tiene una zona privilegiada para la práctica y aprendizaje de parapente en la zona del cerro San Javier, a minutos de la ciudad de San Miguel de Tucumán. Su excelente clima y vegetación permiten volar durante todo el año.
En la cima del cerro se encuentra la Reserva Natural de Aventuras Loma Bola, un inmenso espacio al aire libre con una privilegiada vista de la ciudad, donde cada uno se podrá darse un momento para la contemplación, y luego emprender el vuelo. Cabe mencionar que en Loma Bola se sitúa una de las pistas de parapente más importante de Sudamérica.
Tanto grandes como chicos pueden practicar la actividad sin necesidad de experiencia previa, ya que se puede realizar en vuelos biplaza, acompañados de un piloto experto. Del mismo modo se dictan las clases para aprender a manejar el parapente, para en un futuro poder planear en vuelos de una plaza.
Quienes emprendan esta aventura podrán deslumbrarse con panorámicas increíbles del llamado circuito de Las Yungas, que comprende enclaves como El Cadillal, El Siambón, Raco, San Javier, San Pablo, Tafí Viejo, Villa Nougués y Yerba Buena.
Quien visite la provincia también no sólo respirará el aire puro de los cerros o caminará las calles de la ciudad de la Independencia, sino que asimismo podrá conocer su legado arqueológico, testimonio de las culturas precolombinas que forman parte de la identidad del pueblo.
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LA RIOJA.
Volar en La Rioja es una experiencia inigualable. La ciudad capital se encuentra al pie del cordón montañoso del Velazco, y quienes se atrevan a despegar desde aquí podrán planear y contemplar un paisaje increíble tanto de la ciudad como de las quebradas.
Durante el vuelo manifestarán sensaciones de deslizamiento, suavidad, seguridad y facilidad, que eliminarán la preocupación por lo desconocido a los pocos segundos de estar en el aire, para permitir que predomine la euforia.
Si las condiciones meteorológicas lo permiten, y el pasajero lo desea, se podrá aprovechar las diferentes corrientes térmicas de aire, para poder ascender y prolongar así el vuelo básico, que suele ser de unos 20 a 30 minutos.
¿Qué podrán hacer durante el vuelo? Los que se lancen a esta aventura, una vez que estén allá arriba, podrán hablar tranquilamente, saludar a sus acompañantes que quedaron en tierra y sacar fotos únicas. Se aconseja llevar ropa cómoda y alguna campera polar, sobre todo en temporada otoño-invierno.
Luego de experimentar esta sensación tan placentera, los visitantes podrán conocer a pie el departamento de La Rioja que tiene múltiples atractivos culturales e históricos, como también degustar la tradicional gastronomía del norte argentino, cuyos máximos exponentes son la empanada riojana, el cabrito al horno de barro, el locro, la humita y el pollo al disco.
Por Andrea Mazzuca para el portal Viajando.com
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