La mayor reserva marina del mundo, declarada en la Antártida.
Los representantes de 24 países y la Unión Europea acuerdan la mayor protección de la historia en el mar de Ross, uno de los últimos ecosistemas marinos intactos en el mundo.
Los representantes de 24 países y la Unión Europea han llegado a un acuerdo histórico para que el mar de Ross, en la Antártida, se convierta en la mayor área marina protegida del mundo. Más de millón y medio de kilómetros cuadrados del océano Antártico estarán resguardados de la pesca en los próximos 35 años.
Después de cinco años de compromisos y negociaciones fallidas, el acuerdo ha sido sellado por la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCRVMA) en la reunión anual de Hobart.
Los encuentros tenían el fin de analizar las propuestas sobre la creación de tres áreas marinas protegidas, que en total abarcarían más de cinco millones de kilómetros cuadrados en aguas antárticas.
Pero la segunda opción, que propuso Australia y la Unión Europea, sobre una zona protegida en la parte oriental del continente, ha quedado de momento archivada. Alemania presentó una tercera propuesta para crear un área marina protegida en el Mar de Weddell.
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“La propuesta ganadora requiere algunos cambios con el fin de obtener el apoyo unánime de los 25 miembros de la CCRVMA y que el acuerdo final incluya un equilibrio entre la protección marina, la pesca sustentable y los intereses científicos”, señaló Murray McCully, ministro de Exteriores de Nueva Zelanda.
El consenso necesitaba de los 24 países miembros y la Unión Europea. “Por primera vez, los países han dejado de lado sus diferencias para proteger una amplia zona del Océano Antártico y las aguas internacionales”, dijo Mike Walker, director del proyecto de la Alianza del Océano Antártico. Rusia, que se había opuesto a la medida durante años por los derechos de pesca, fue el último en ceder al acuerdo, después de que China diera su brazo a torcer el año pasado.
El mar de Ross es uno de los últimos ecosistemas marinos intactos en el mundo, hogar de pingüinos, focas, bacalao antártico, y ballenas. El acuerdo valora a este área como un lugar fundamental para el estudio de los ecosistemas marinos y comprender los efectos del cambio climático en los océanos
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