Guiar es ser el nexo entre los pescadores y la naturaleza.
Nacida en Junín de los Andes es una de las poquísimas mujeres que ha trabajado como guía de pesca en nuestro país. Ahora lo practica en Estados Unidos y le cuenta a AIRE LIBRE su experiencia intercultural. Por Néstor Saavedra en exclusivo para AIRE LIBRE N° 26
¿Cómo te iniciaste en la pesca deportiva?
Vengo de una familia de guías de pesca: mi papá y, luego mis hermanos, trabajan guiando. Desde muy chica me acuerdo ver a mi padre pescar en el Chimehuin o salir a pescar con la canoa, e íbamos mucho a acampar al lago Escorial o al lago Curruhué. Una de las primeras escenas que registra mi memoria es la emoción y los nervios que me produjo sacar una fontinalis con cucharita.
¿Cuándo esa pasión por pescar se transformó en profesión?
Cuando yo tenía 15 años, mi papá empezó una empresa de pesca, muy despacio. Teníamos un bote amarillo chiquitito. Como papá solía tener clientes norteamericanos y yo estudiaba inglés, me sentaba en la popa y le traducía. Así empecé a ver pescar con mosca, a pasar muchas horas en el río. Entonces aprendía la técnica y a trabajar con turistas. Me inicié a pescar con mosca al mismo tiempo que comencé a guiar. A los diecisiete años llevaba a los pescadores remando sola. Por suerte, no había muchos guías en Junín de los Andes; entonces no tenía una gran presión y fui aprendiendo mientras guiaba. Es que hay muchos elementos para conocer: dónde están las truchas, cómo encarar la situación según el pescador… Sin darme cuenta a los diecinueve años guiaba a muchos turistas de todo el mundo. De a poco mi papá empezó a confiar más en mí y me largaba sola. A veces, él llevaba turistas y yo, con otro bote, iba pescando sola. Un día en que esto sucedía pesqué un salmón en el Aluminé, una verdadera rareza. Picó en medio del río y tuve que ponerme la caña en la boca y empezar a remar para atrás porque venía un rápido. Llegué a la orilla como pude, y ahí se acercó mi papá y me ayudó un poco.
Con casi media vida guiando, ¿nunca te resultó tedioso?
Nunca me aburrí guiando porque cada día es un desafío: o tenés viento, o hay temperatura alta o baja, o el pescador no es tan bueno, o las truchas no pican; entonces siempre vas remando y en tu cabeza pensás de qué forma podés solucionar el “problema” que tenés para que la gente pesque y disfrute lo máximo posible. Me encantaba llevar a nenitos y verles la cara de sorpresa cuando sacaban una trucha por primera vez. Y ahora que soy mamá entiendo más a los papás y su asombro.
¿Tenías antecedentes de otras mujeres como guías de pesca?
Cuando empecé con mi trabajo llevé a una guía norteamericana que me deslumbró. Me acuerdo que me dio unos tips sobre una técnica especial para remar. De todos modos nunca me importó mucho si había mujeres guías. Hacía lo que me gustaba: remar, estar en el río y ayudar a la gente a disfrutar de la naturaleza. Para mí, guiar es ser el nexo entre los pescadores y la naturaleza, es decir, leer el río para que ellos disfruten. Mi meta es tratar de que la gente recuerde lo que yo les enseño para que, cuando no esté con ellos, lean el río y le saquen provecho.
¿Guiás a varones y mujeres?
Fue difícil guiar a varones, al menos, en el principio. Lo bueno era que papá no les daba muchas opciones a los que venían a pescar con nosotros. Les decía: “te toca ir con Giselle” e iban con Giselle. Pero recuerdo muy bien cuando yo remaba y se acercaba un rápido, la gente se agarraba de los asientos convencida de que íbamos a chocar. Hoy día me río. Muchas veces me pasó, especialmente con los argentinos, que, cuando un pescador iniciaba la salida y le recomendaba, por ejemplo, que bajase el grosor del tippet o del líder, no me hacía caso. Entonces no se lo repetía. Como a las tres de la tarde me decía: “¿qué me habías dicho del tippet o del líder?” Así pasaba porque se daba cuenta de que no tenía buenos resultados y, tal vez, el hijo, que venía atrás y me hacía caso, estaba pescando como loco. Con el correr del tiempo se difundió mi trabajo y la gente ya me conocía así que todo era mucho más fácil. Obviamente por ser mujer y estar en un ambiente de hombres me costó un poquito más. Creo que hoy, si una mujer empieza a guiar en la Argentina, le costaría mucho más que a mí, porque necesita iniciarse con mucho más experiencia.
Alguna anécdota que recuerdes como guía.
Me ha tocado de todo, pero recuerdo algunos días de tanto viento que hasta los botes salían volando. Y esto lo digo literalmente. Las balsas empezaron a volar y nosotras atrás tratando de agarrarlas. Una vez, un cliente se creyó dios y salió caminando desde el bote al agua. ¡se olvidó que estábamos en un bote y dio un paso en el agua para castear a una trucha que se le había escapado! Obviamente se hundió, pero los rescatamos.
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¿Cuándo te mudaste a Estados Unidos?
En el verano trabajaba como guía de pesca en la Argentina y en el invierno, como patrullera de esquí en mi país, Chile y Europa, mientras soñaba con guiar pescadores en Estados Unidos, más precisamente, en Montana y Wyoming. Con mi hermano Gabriel apelamos a una visa de trabajo por muchos años pero siempre fue muy complicado conseguirla. Mi hermano viajó al norte un año antes que yo, trabajó como guía de pesca en un lodge y al año siguiente me ofrecieron trabajo a mí. Y así me fui en 2008. En esa época ya estaba saliendo con un chico de West Yellowstone, Montana, un guía de pesca también, que era muy amigo de mi hermano y hacía varios años que iba, en verano, a pescar a Patagonia con otros guías norteamericanos. En principio, mi idea era guiar medio año en cada país, pero después de casarme tuvimos más oportunidades de trabajo en Estados Unidos y decidimos quedarnos en West Yellowstone y ayudar desde Estados Unidos a la empresa de pesca en Junín de los Andes vendiendo paquetes de pesca en la Argentina para norteamericanos. Sin embargo, en algún momento espero volver a guiar a mi país.
¿Estás guiando en Estados Unidos? Contanos tu experiencia.
Sí, es mucho más sencillo realizar los trámites para guiar en Estados Unidos que en la Argentina: se hace casi todo por internet, no se necesita tanto papelerío médico, mucha menos burocracia. Guío actualmente en el río Madison cerca del Parque Nacional Yellowstone, donde se puede pescar vadeando o haciendo una flotada. Hay una gran cantidad de guías. A veces en la bajada de botes hay más de cuarenta embarcaciones. Y eso es un gran desafío para mí. Cuando llegué tenía temor, porque había muchos guías y muy buenos. Eso crea una gran tensión. Vos estás remando y tu cliente ve que el bote que está al lado pesca y él quiere pescar. En estos casos hay que observar a los mejores y aprender de ellos. Somos solo tres mujeres guiando acá. Es un promedio que sorprende porque hay más de cien guías de pesca. El reglamento habilita algunas zonas para matar peces pero el gobierno siembra muchas truchas. Son lugares preferidos por los padres para enseñarles a sus hijos, ya que se pueden quedar con alguna trucha en el bote. Mi marido, que también es guía de pesca, era dueño de un flyshop con otro socio en West Yellowstone. Antes de casarnos vendió el negocio y juntos empezamos Yellowstone Fishing Guides, una empresa de servicios de pesca que ofrecemos por internet. En los lugares que te cité donde guío no se precisa dar un examen para ser guía de pesca, salvo para ser outfitter. Al principio necesitás estar bajo un outfitter, un prestador de servicio que haya tenido una cierta cantidad de horas de guiada bajo otro profesional y así, luego de rendir una gran cantidad de exámenos, lo habilitan para ser outfitter. Además de los impuestos, el outfitter debe pagar el tres por ciento de las guiadas a Recursos Naturales del Río Madison, que reinvierte ese dinero en el recurso, con campañas de protección de los peces, siembra, y mantenimiento de los accesos, donde tienen en muy buen estado las bajadas, con pavimento, baños, etc. El gobierno controla mucho nuestra actividad. Por ejemplo, debemos informar cuántos pescadores embarcamos, y un día me olvidé y enseguida me lo hicieron saber. A fin de año debo hacer un informe de cuánta gente guié y a dónde, con el número de permiso de pesca de cada individuo. Lo que no me gusta mucho es que cada zona tiene su permiso de pesca: alguien que viene a pescar desde afuera gasta muchísimo dinero, a diferencia de Argentina que tiene permiso de pesca general para la Patagonia.
¿Qué diferencia notás entre el pescador argentino y el norteamericano?
El pescador argentino es más agresivo, pero, por ello mismo, más apurado y no observa tanto qué está pasando en el agua y espanta algunas truchas, por ejemplo, cuando se acerca rápidamente a una orilla para castear hacia la opuesta olvidando que, contra su creencia, los peces también están en la orilla donde él camina.
Por otro lado hay muy buenos casters argentinos, especialmente con viento. Esto se nota en comparación con los norteamericanos, que tienen muy buenas cañas pero no castean lejos. Quizá se debe a que en Norteamérica se usan técnicas más finas, pescas más cortas. Esto lo sienten cuando pescan en Argentina y les toca, como en muchos lugares de la Patagonia, vientos de 50 km/h con línea de flote y no saben qué hacer. Creo que un ochenta por ciento de las veces que un argentino guía a un pescador norteamericano tiene que enseñarle cómo castear con viento. El pescador argentino está cambiando para bien. Está aprendiendo mucho sobre entomología, lectura del agua, comportamiento de especies… y eso se nota. Hay mucha gente que sabe mucho, como Marcelo Morales o Pablo Saracco y sus videos, y están compartiendo sus conocimientos. Me parece genial.
Cuando yo tenía unos diecisiete años guié en la Argentina a Taylor Streit, un guía norteamericano muy famoso, que ha escrito libros. El iba en la parte de popa y yo lo miraba cómo pescaba y decía: “este gringo loco, ¿qué hace tirando con línea de flote con una Wooly Bugger a la orilla y recogiendo tan rápido” o “¿qué hace pescando con un indicador de pique?”. No entendíamos nada con mi hermano ni con mi papá. Sin embargo, nos abrió la cabeza completamente al mirar al río de otra forma, pescar río arriba o con estrímeres, todo de otra forma totalmente diferente a lo que hacíamos.
Fue una de las primeras personas que me ayudó a hacer un clic, y no solo pararte y tirar la línea en 45 grados y dejarla correr río abajo y después recoger. La pesca con mosca es muchísimo más que eso y no es solo meterte en el agua hasta más arriba de las caderas; incluye estudiar qué está pasando dentro del agua y fuera del agua, la temperatura, el clima, cómo se están moviendo las truchas … tantas cosas que uno nunca termina de aprender y eso es lo atractivo de la pesca con mosca: cuanto más sabés te das cuenta que menos sabés. El pescador norteamericano estudia mucho la pesca, sabe mucho. Por ejemplo, algunos vienen a pescar solo para la eclosión de un insecto en julio.
¿Qué diferencia apreciás en los servicios de pesca de ambos países?
Guiamos con mi esposo en Estados Unidos y a veces guio para otros flyshops o lodges, como el Yelowstone Club, un lugar privado, donde fui supervisora de los guías de pesca hasta que quedé embarazada. Los servicios de pesca en la Argentina son más personalizados y más largos, porque uno está más tiempo con los clientes, aunque en Estados Unidos casi no se para a almorzar y los días son más intensos. El guía en Argentina le pone más corazón, más garra, a su tarea en comparación con el guía en Norteamérica, donde todo es más comercial e impersonal, porque hay mucha más gente. Obviamente hay excepciones en ambos lados. En Estados Unidos se nota en resultados cuando le ponés más pilas, más corazón, a la guiada. Los guías de Argentina conocen los ríos, saben que hay detrás de cada piedra y saben contar en una flotada la historia del lugar, de los nativos, temas que la gente disfruta mucho. Las comidas en la Argentina son increíble, muy personalizadas, a veces, con un chef. En Estados Unidos, en general, no pasa de un sandwich, una bebida, una manzana y ya está. Pocas veces ponés una mesa con platos, ya que no están acostumbrados a esa mecánica. En la Argentina, sin embargo, es más caro y más difícil organizar una salida de pesca.
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¿Realizás algún intercambio de pescadores entre ambas operaciones?
Mandamos grupos de pescadores de Estados Unidos a Argentina, porque mis hermanos siguen guiando en Flotadas Chimehuin. A los europeos y norteamericanos les atrae la gran cantidad de peces y los tamaños, y también que no hay tanta gente. Junin de los Andes es lo que fue Montana hace cuarenta años. También les gusta la cultura, los buenos vinos. Sin embargo, no hay muchos argentinos que vayan a esta parte de Norteamérica: la mayoría de los que vienen son atraídos por el Parque Nacional Yellowstone con sus géiseres y fauna, como búfalos, osos y lobos. También las eclosiones de insectos son magníficas en Estados Unidos. Hay ríos que tienen más de mil insectos y algunas eclosiones se destacan como la de golden stoneflies, insectos que llegan a los ocho centímetros de largo.
Interesante vida la de Giselle, que ya es una experimentada guía con la mitad de su vida trabajando en los botes y apenas 35 años de edad. En su historia y presente se refleja que una mujer puede guiar hombres y mujeres. Lo importante es que haga bien su trabajo y eso no es cuestión de sexo. Tener claros los objetivos y amar su profesión es lo que destilan sus palabras
Cédula de Identidad
- Nombre: Giselle Fontanazza.
- Edad: 35 años.
- Dónde naciste: Junín de los Andes, Neuquén, Argentina.
- Estado civil: casada, con dos hijos: Maila de tres años y Tomy de uno.
- Dónde vivís: West Yellowstone, Montana, Estados Unidos.
- El pez que más te gusta pescar: trucha marrón.
- Modalidad preferida: pesca con mosca, en lo posible, seca.
- Río predilecto: Chimehuin, en Junin de los Andes
- El día de pesca que más recuerdes: buenas flotadas con mis hermanos en el Chimehuin o campamentos en el Limay con ellos durante nueve días, muertos de frío y con lluvia casteando todo el día para tener dos o tres piques en busca de la marrón gigante.
- Una lección de la pesca: el río me enseñó que no importa quién sos, de dónde venís o cuánto dinero tenés para disfrutarlo. A las truchas no les importa si sos famoso, rico o pobre: solo debés ser inteligente o suertudo para engañarlas. He guiado gente muy famosa, pero en mi bote somos todos iguales. Eso solo te lo da la naturaleza y el río.
Para contactarla: www.yellowstonefishingguides.com, gisellefontanazza@yahoo.com.ar; Flotadas Chimehuin, flotadaschimehuin@yahoo.com.ar, www.patagoniafishingguide.com
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Eugenio Rivademar
Entrevista a Giselle Fontanazza. Ahora se dan cuenta la diferencia entre un pais de idiotas (Argentina) y un pais con cerebro(EEUU)? Si leyeron lo q dice sobre los engorrosos trámites (en Arg) para ser guía de pesca, se daran unaidea de lo iditas q son en este país. Parecería q no quieren q haya guías de pesca. Y por el manejo q hacen de los recursos (pesca) parece q no quieren pescadores en Argentina. La diferencia se da q en EEUU la pesca prospera, y acá no !! El maldito estado q interviene. PARA MAL !! Hasta APN se convirtió en una empresa q solo cobra y exige cuanto tramite haya para hacerlo más dificil. Una lamentable tragedia para los guías de pesca y pescadores en Aegentina.
Espero q algún dia empiece a mejorar el sistema en nuestro país.