La modalidad de pesca que más creció en la Argentina.
Causa y consecuencia de ello son, por ejemplo, la creación de la Asociación Argentina de Pesca con Señuelos en 2009, y las charlas y encuentros que organizan distintas empresas y particulares.
Por Néstor Saavedra. Especial para AIRE LIBRE 27 – Abril 2017
Mi enamoramiento con esta modalidad comenzó en 1999. El fabricante de señuelos Alberto Juan me llevó a conocer la enorme feria de pesca de San Pablo y, en ella, a encontrarnos con el periodista Rubinho, que había difundido de forma exponencial el baitcast en Brasil. Al verlo castear en los videos del programa Pesca & Companhia, que conducía, quedé maravillado. Al año siguiente, Alberto y yo tomamos un curso intensivo que el propio Rubinho dictaba en San Pablo. Yo pescaba en spinning y el bait me pareció un gran desafío, con pautas generales similares, pero elementos específicos muy diferentes: cañas de acción más rápida (o sea, que vuelven más velozmente a su posición recta luego de que se distiende la curva generada para lanzar o para clavar), reeles rotativos (con la mayor facilidad con que hacen “galletas”, pero más precisión para el lanzamiento) y, lo más fascinante: la posibilidad de trabajar, en forma más sencilla, una gran gama de señuelos de superficie, por entonces, casi no conocidos ni usados en nuestro país.
Volví encantado del viaje y comencé a difundir la modalidad en la Argentina. Recuerdo una nota del paso a paso de cómo lanzar, con fotos que le tomé a Rubinho, publicada en la desaparecida revista Aire Libre, en 2001. Recuerdo también la dificultad de conseguir guías en la cuenca del Plata que conocieran los mejores lugares para bait y manejaran la lancha con gran calidad para practicarlo. Casi no había. En el Alto Paraná estaban especializados en trolling y carnada natural. En el Paraná Medio, en esta última. El Delta medio, con la proliferación de dorados con la creciente de 1998 más la gran cantidad de tarariras y la cercanía a los grandes centros urbanos, donde se concentra la mayor cantidad de pescadores, se constituyó como campo de acción de esta modalidad.
Los jóvenes enseguida la encontraron muy atractiva. Y su habilidad para utilizar las redes sociales incrementó el intercambio de ideas y opiniones. Hoy en muchos foros y grupos de Facebook se habla diariamente de las experiencias de la pesca en baitcast.
Los comercios se alinearon en dirección de este despegue. Cuando tomé el curso en 2000, Rubinho me regaló una caña Exocet de 12-20 libras, de la firma Top Marine de Brasil. Un chiche que aún conservo. En Buenos Aires era muy difícil conseguir alguna caña rápida y corta similar.
Diecisiete años más tarde, el mercado argentino presenta numerosas opciones para los baitcasters, en cañas, reeles, señuelos, líneas y accesorios. El multifilamento contribuyó mucho al arraigo: al tener mayor resistencia con menor diámetro con respecto al nailon permite colocar más carga en los reeles rotativos chicos; al no estirarse también presenta la ventaja de acelerar la clavada, algo fundamental en peces de boca ososa, donde hay poca carne para asegurar los triples, como el dorado, el chafalote y la tararira.
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Distintas marcas de reeles fueron ganando la apetencia de los usuarios. Por el formato se dividen en cilíndricos y chatos, también llamados “huevitos” o low profile. Estos últimos son, por lejos, mucho más comunes. Vienen con manija para derechos o para zurdos (estos identificados con un número terminado en uno). Sin embargo, muchos derechos prefieren usar reeles para zurdos para no cambiar la mano que tiene la caña luego del lanzamiento.
La tecnología fue sumando calidad en los componentes del equipo. Las líneas de fluorocarbono empezaron a usarse como bajadas, pese a que no siempre son útiles. Los reeles ganaron en liviandad, horas de uso y sedosidad con mayor cantidad de rulemanes. Las cañas mejoraron en prestaciones y estética: uno de los primeros problemas que debieron enfrentar es que el multifilamento comía el interior de los pasahílos. Surgieron, entonces, multifibras recubiertas para minimizar el roce y pasahílos con interiores más resistentes a la abrasión.
El mundo de los señuelos en nuestro país se amplió enormemente. En la década de 1990 solo se conseguían los grandes crankbaits para dorados a trolling y las cucharas ondulantes que también se arrastraban con la lancha o servían para pescar los lagos de la Patagonia en spinning. Existían también algunos artificiales usados para pescar tarariras, mayormente en las lagunas bonaerenses, como cucharas giratorias, ranas de goma blanda, nadadores, hélices y poppers.
Con miles de pescadores adhiriendo al baitcast, el abanico se amplió considerablemente y las cajas de pesca comenzaron a tener paseantes, distintos tipos de gomas, artificiales de subsuperficie, flats, fats, poppers… Muchos no se conocían en el país o solo los usaban pocos pescadores, como aquel grupo de spinning que pescaba en el anexo Chavarri de la Asociación Argentina de Pesca, en el puerto de Buenos Aires.
Con el advenimiento de tantos artificiales creció también el número y tipo de snap o mosquetón, siempre bajo la consigna de “más fuerte pero no más pesado”, fundamental para que funcione bien el señuelo y haya un equilibrio en el equipo. Esta premisa es menester para todo equipo de pesca y el baitcast no es la excepción. La caña debe equilibrarse con el reel, la línea, el cable de acero (si se usa, pues no se necesita si los peces no tienen dientes cortantes), el mosquetón y el señuelo.
Si bien no hay un equipo para todas las pescas, se pueden trazar rasgos gruesos sobre la base de la potencia de la caña, es decir, la fuerza que se necesita para que se doble, lo que está muy relacionado con la resistencia de la línea recomendada para cada caña:
Ultralight: hasta 6 libras
Light: hasta 8 libras
Medium Light: hasta 10 libras
Medium: hasta 17 libras
Medium Heavy: hasta 20 libras
Heavy: hasta 25 libras
Extra Heavy: hasta 30 libras
Aunque es verdad que se puede pescar un dorado de un kilo con una caña Extra Heavy, para disfrutar de la pesca lo mejor es utilizar la caña más ajustada. En una época se pregonaba que había que excederse hacia abajo en los límites y pescar peces grandes con cañas pequeñas. Se demostró que esto es un error, pues agota la vitalidad de pez, que muy probablemente muera.
Pensando en los lugares y los peces clásicos que pescamos en bait, le agregamos esta información a la tabla anterior:
Ultralight: mojarras, chanchitas, pejerreyes, diversos tipos de peces muy pequeños.
Light: doradillos, pirá pitás, chafalotes, no más de un kilo.
Medium Light: peces de no más de dos kilos.
Medium: dorados de hasta cinco kilos, tarariras, chafalotes. Junto con el equipo siguiente son los más utilizados.
Medium Heavy: dorados grandes, tarariras grandes en lugares con vegetación, tucunarés de hasta cinco kilos.
Heavy: dorados muy grandes (La Zona), tucunarés muy grandes, trairón y cachorras del Amazonas.
Extra Heavy: dorados muy grandes (La Zona).
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Los lugares
En la Argentina se pesca esencialmente en baitcast toda la cuenca del Plata: ríos Paraná, Paraguay, Uruguay y del Plata con sus afluentes. Tarariras y dorados son los dos peces objeto, pero excepcionalmente se prenden chafalotes, sampedros, lachas, manduvás, pirá pitás…
En las lagunas de la llanura pampeana y Entre Ríos se capturan tarariras, generalmente más chicas que en los ambientes que dependen de los ríos de la cuenca citada.
En ciertos embalses de Córdoba, como San Roque y Río Tercero, hay tarariras de muy buen tamaño. No son fáciles de conseguir, pero resultan ideales para un equipo Medium.
En la Patagonia se puede emplear para la captura de truchas aunque normalmente se las pesca con mosca o con spinning, porque se utilizan señuelos muy pequeños, muy difíciles de lanzar en bait, dado que se necesita más peso para iniciar el giro del tambor del reel rotativo que para soltar en forma de rulo la línea que aloja la bobina de un frontal.
En el mar aún se desarrolló poco el bait. Lo he empleado con singular éxito en lugares como Pehuén-Co, pescando pescadillas y grandes palometas a no más de mil metros de la costa. También he obtenido pez palo, anchoa de banco y corvina rubia. En ciertas ocasiones y trabajando con jigs pueden lograrse, mar adentro, por caso en Mar del Plata, pez limón, chernia y falso salmón de mar, entre otras especies. Para que el señuelo cubra más espacio en el agua, suele utilizarse más el spinning, como podemos ver en la pesca en el mar Caribe.
En Amazonas se usa muchísimo esta modalidad, pasión de los brasileños que heredaron de los norteamericanos (nosotros nos volcamos inicialmente al spinning, por la influencia de los ingleses). Tucunarés, cachorras, bicudas, trairones, corvinas y jacundás son las especies más codiciadas, especialmente porque muchas toman señuelos en superficie.
El baitcast, sin dudas, revolucionó la pesca en los últimos años en nuestro país. Si las legislaciones, y la conciencia humana, logran el cuidado de los ambientes y su fauna, el porvenir de esta modalidad está asegurado, y los importadores y fabricantes podrán seguir extendiendo las ofertas, esa tentadora vidriera que nos seduce a los que amamos esta forma de pescar.
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