¿Los animales tienen derechos? ¿La Iglesia pone demasiado en el centro a la persona? ¿Qué diría san Francisco de Asís?
Entrevista de Emanuele D’onofrio para el sitio web de Aleteia (*)
Hay quien la defiende con argumentos románticos como una de las actividades más antiguas del hombre, y quien la condena sin paliativos como una forma de diversión prepotente y asesina, hasta el punto de invocar la pena de muerte para quienes maten animales.
¿Cómo se coloca la Iglesia entre ambos frentes? Muchos defensores de los animales acusan a la doctrina cristiana de educar al poco respeto y amor por los animales, pero no es así. Lo explica en profundidad a Aleteia el padre Mauro Cozzoli, profesor de Teología Moral en la Pontificia Universidad Lateranense. (**)
-¿Cuándo es “injusto” hacer sufrir a los animales?
El sufrimiento del animal, de toda forma de violencia hasta la muerte, si tiene una finalidad de diversión o de deporte es inaceptable. Pero las cosas cambian si uno se sirve de los animales para alimentarse, porque no es el hombre “para” los animales, sino que son los animales los que son “para” el hombre.
Un hombre no es subordinable a otro hombre, pero un animal sí. Por motivos nutricionales el hombre puede servirse del animal. Pero también en esto, el hombre debe poner atención a evitar sufrimientos a los animales cuando se sirve de ellos, y esto es posible a través de diversos métodos.
– Entonces, la Iglesia en general ¿no está del lado de los cazadores?
No, porque hay una caza fuertemente abusiva, que no tutela a los animales, que los explota y que no se preocupa de la extinción de algunas especies. Esto es inaceptable.
Pero sabemos también que hay una caza que ayuda a los equilibrios medioambientales: por ejemplo, hay situaciones, como los jabalíes, en que se reproducen de forma incontrolada y destruyen los sembrados. En este caso, la caza del jabalí tiene el objetivo de custodiar el medio ambiente.
Las ideologías animalistas hablan incluso de “derechos de los animales”. Pero la noción de derecho pertenece a la persona: es sujeto de derecho quien al mismo tiempo es sujeto del deber. El animal no tiene derechos porque no tiene deberes. Desde este punto de vista debemos tener cuidado con las palabras: más que de derechos, debemos hablar de “legítimos intereses” de los animales, de los que los hombres deben hacerse cargo para protegerlos.
Mirá también: La Unión Internacional para la conservación de la naturaleza y la caza
– ¿La Iglesia tiene una sensibilidad “franciscana”?
La sensibilidad franciscana ha surgido cada vez más en la conciencia de la Iglesia. Y por “sensibilidad franciscana” se entiende una atención casi privilegiada a la Creación. Hoy sobre todo que la Creación es más frágil a causa de la explotación y del abuso.
Pero de aquí a equiparar todas las vidas, hay un salto. Existe una ideología animalista que sostiene que lo que cuenta es la vida, y que después cada uno tiene sus preferencias, quien prefiere al animal, quien prefiere al niño. Esto para la Iglesia es inaceptable.
– ¿San Francisco daba igual importancia a los hombres que a los animales?
No, en absoluto. Esta es una lectura un poco simplista de la actitud de Francisco, que no era partidario a equiparaciones de cualquier tipo. Un animal es un animal, y un individuo humano es un individuo humano.
Hoy hay quien dice que ciertos animales tienen más dignidad y valor que ciertas vidas humanas, sobre todo en ciertas condiciones y fases de la vida. Esto, desde el punto de vista bíblico, teológico e incluso franciscano, es inaceptable.
– ¿Existen documentos en los que la Iglesia se haya expresado sobre el tema?
No existen documentos a propósito, pero hay tomas de posición ocasionales. Por ejemplo, en la última exhortación apostólica del Papa Evangelii Gaudium se hace referencia a la Creación, y en particular al uso y no al abuso de la Creación, a la custodia y no a la disipación.
Y en la Creación hay vidas animales, que después de las del hombre son las más importantes. A veces uno se pregunta: ¿los animales tienen alma? El mayor teólogo de todos los tiempos, santo Tomás de Aquino, sostiene que los animales tienen un alma y que esta no es espiritual, sino sensitiva. El animal debe ser respetado por este motivo.
– ¿Y qué dice esta enseñanza?
Hay mucha atención hacia la vida, y hay vida en las plantas, en los animales, en las criaturas humanas. Estos tres niveles de vida son diferentes, no podemos equipararlos: en las plantas hay sólo vida biológica, en los animales hay vida biológica y sensitiva, en las personas hay vida biológica, sensitiva y espiritual. Dentro de esta visión, no podemos equiparar la vida animal a la humana.
Hecha esta distinción, a la vida animal se le reconoce la dignidad que es propia de los animales. Esta dignidad debe ser defendida y tutelada. Dicho esto, según el pensamiento de la Iglesia, es ilícito e inmoral hacer sufrir injustamente a los animales. Tampoco es aceptable que haya una disipación de todo bien y de toda forma de vida prehumana. Estas formas de vida deben ser reconocidas y respetadas en su dignidad.
Mirá también: La corrección política no salva animales
– ¿La Iglesia pone demasiado a la persona en el centro de todo?
Se acusa de antropocentrismo a la doctrina cristiana católica, que se basa en el pasaje de la Biblia en el que Dios dice al hombre que tome posesión de la tierra y de los animales. Que haya una primacía del hombre, es verdad, pero que la primacía equivalga a un poder arbitrario y abusivo, esto no.
Aunque la historia conoce casos en los que el hombre ha ejercido un poder arbitrario sobre la creación y sobre los animales, esto es bíblica y teológicamente inaceptable. La correcta interpretación de ese pasaje bíblico es la de un poder de custodia, de vigilancia, que es un deber: el jardín del Edén es confiado a la custodia del hombre.
(*) El sitio Aleteia ofrece una visión cristiana del mundo, con una información generalista y religiosa, libre de influencias ideológicas.
(**) La Pontificia Universidad Lateranense (Pontificia Università Lateranense) es una universidad pontificia que tiene su sede en la extraterritorialidad vaticana de San Juan de Letrán, en Roma, Italia, y denominada por el papa Juan Pablo II como “La Universidad del Papa”
Impactos: 47