Se calcula que mueve 20.000 millones de euros al año.
Según un nuevo informe del WWF, cada año, los cazadores furtivos matan 30.000 elefantes, 1.200 rinocerontes y 110 tigres.
Los cazadores furtivos han abatido al 70% de elefantes que vivían en el centro de África en apenas una década.
Consecuencias en la práctica: en Camerún, el Congo, República Centroafricana y Gabón sólo quedan ya 9.500 ejemplares del mamífero terrestre más grande de la Tierra. El hombre ha acabado ya con el 97% de los tigres en apenas un siglo y cada 45 minutos se mata un elefante.
Y esta es la causa principal: las redes de furtivismo, a gran escala, buscan obtener el preciado marfil de los colmillos de los elefantes, aunque la venta de este producto está prohibida a nivel internacional.
Además, estas mafias también están acabando con otras especies míticas, como los tigres, los rinocerontes y pangolines con el objetivo de vender sus pieles, cuernos, colmillos, escamas y carne.
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En concreto, en 2016, se alcanzó el récord de incautaciones mundiales de marfil ilegal desde que su comercio internacional fuera prohibido en 1989.
La campaña lanzada por WWF (El Fondo Mundial para la Naturaleza) se denomina “STOP tráfico de especies” y destaca el papel de España como entrada principal de Europa en las rutas internacionales del tráfico de fauna y flora.
Sin embargo, los conservacionistas, sobre todo, quieren realizar una llamada a la población para que contribuya a la lucha “contra este crimen contra la naturaleza”. Por ejemplo, no comprando animales exóticos protegidos como mascota o negándose a adquirir sus productos derivados.
Tras la venta de armas y drogas, el tráfico de especies es la actividad criminal más lucrativa en el mundo. Tanto que pone en peligro el desarrollo social y económico de los países al destruir su riqueza natural.
La Unión Europea aprobó el año pasado un plan de acción para combatir el tráfico ilegal de especies silvestres, tanto muertas como vivas.
FUENTE: Javier Gregori para Cadena SER
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