Un repaso hasta 1950 de las casas de las armerías y casas de pesca de la Argentina.
Con énfasis en Buenos Aires que, por ser la ciudad más populosa, tenía muchos más comercios que otras. Por Néstor Saavedra especial para AIRE LIBRE
Cuando hoy visitamos la exposición de Aicacyp quedamos sorprendidos por la gran cantidad de artículos para la caza y la pesca que ofrecen los comerciantes. Lo mismo nos sucede cuando concurrimos a muchas casas del rubro y nos extasiamos mirando las vidrieras y las paredes interiores donde se exhibe casi todo lo que el aficionado necesita.
Ahora, viajemos hacia atrás en el tiempo. La caza y la pesca deportivas llegan a nuestro país de la mano de los ingleses, que tenían dos elementos imprescindibles para practicarlas: el tiempo y el dinero. Es que la gran mayoría contaban con cargos jerárquicos o eran dueños de empresas. De su país de origen traían los elementos vírgenes de nuestros grandes peces y trofeos de campo.
Cuando estos pioneros fueron difundiendo sus pasatiempos, los nuevos aficionados empezaron a demandar más y más artículos para disfrutarlos. Las armas ya tenían su arraigo: las utilizaron los españoles del virreinato del Río de la Plata, y aún antes, para defensa personal y de la seguridad colectiva.
Nos guste o no, los países de América del Sur se hicieron grandes a fuerza de conquistas militares. Los líderes castrenses fueron ocupando importantes cargos políticos, sociales y económicos. Gente de armas, no es extraño que insertaron y promovieron la caza de distintas especies, incluso algunas exóticas que trajeron sus amigos adinerados. Tampoco resulta extraño, consecuentemente, que se hayan abierto armerías antes que casas de pesca.
A los tiros
Nada más que cinco años después de la batalla de Caseros, cuando el país recién empezaba a organizarse, Carlos Rasetti fundó la armería que lleva su nombre, ubicada en Rivadavia al 500, es decir, en pleno corazón porteño. En 1912 fue protagonista de un curioso robo de unos treinta mil pesos (dineral): los ladrones ingresaron por la cortina metálica mal cerrada de la librería vecina cuando el dueño se había retirado unos instantes; aguardaron que se fuera y perforaron la pared vecina de la armería y la otra pared vecina, de la sedería de la esquina de Florida. En la década de 1920, Rasetti se mudó a Sarmiento y Maipú.
En 1857, en la calle San Martín 50 abre Bertonnet & Gobert, dos armeros franceses. Juan López la compra veintiún años después y le incorpora cuchillería. Se muda a Perú 40. En 1888, la transfiere a su encargado, Juan Canedo, quien le pone como nombre La Porteña o Casa Canedo. Debido a las obras de ensanche de la avenida de Mayo se mudan a la calle Rivadavia al 500, donde, en 1912, la compra Alfredo Gottling. Cornelio Paats, su yerno, toma su puesto cuando Gottling fallece en 1946. La próxima mudanza sobreviene en 1970, cuando es demolido el edificio por temor a un derrumbe. En Chile esquina Perú solamente subsisten un año hasta su cierre.
Los artículos de pesca fueron vendidos, en primera instancia, por las ferreterías. Ocupaban una pequeña porción de sus catálogos y muestrarios, y seguramente les resultaba mucho más simple la importación, ya que casi todo el material que vendían era fabricado fuera del país. De allí que, en muchos casos, se imponía como nombre comercial “Importadores”.
También algunas ferreterías ofrecían armas y municiones. Es el caso, por ejemplo, de Pérez, Pita y Cía. Nacido en 1873, su comercio se encontraba en Defensa al 200, a tres cuadras de Plaza de Mayo, cuando todavía esta era una plaza doble dividida por una recova. En 1916 su fondo de comercio fue adquirido por Guido Testoni y Mario Facetti, que le imprimieron una fuerte renovación, ya con domicilio en Rivadavia al 1200 (probablemente conservaron la anterior dirección, porque, en 1928, Guido Testoni, solo, difundía su armería y ferretería en la citada locación inicial).
Una crónica de la revista Caras y Caretas, de 1917, asegura que la sección armería era “bien provista y variada”, formada por “revólveres, escopetas, carabina, rifles, tiros (sic), cartuchos, pólvoras y demás accesorios”. Vendían al público los productos Winchester que le adquirían al representante de Winchester Repeating Arms Co. en la Argentina, Edmundo Durgin, de la por entonces coqueta calle Florida al 400. Por entonces, este mayorista promocionaba los rifles de carga automática “self loading”, modelos 1905 y 1907 en calibres .32, .35 y .351, desmontables. Aconsejaba usar cartuchos de la misma marca, de New Haven, Connecticut, Estados Unidos, que, para garantía del comprador, tenía en la caja una doble ve grande.
Otra de las armas que promocionaban, en 1915, era la escopeta de repetición con sistema desmontable modelo 1912 sin martillo, en calibres .12, .16 y .20.
Durgin se asociará con White y, para 1920, representaban a la casa de cartuchos US desde la Armería National Lead Co en 25 de Mayo al 100. Sus avisos eran de avanzada para la época: aclaraban que vendían solo a casas de comercio y por no menos de un cajón entero, aseguraban que los aficionados del Tiro Federal Argentino los recomendaban y afirmaban que en los avisos de Caras y Caretas y Mundo Argentino se publicaban las listas de clientes, invitando a las casas de comercio si querían figurar gratis en dicha nómina pública.
Los hermanos Juan y Francisco Dellazoppa establecieron, en 1871, un comercio de importación de artículos, entre los cuales se encontraban armas y municiones, y hasta tuvo una marca propia, como los cartuchos Mulita, fabricados por Scorzato Hnos. Se los distinguía porque llevaban impresos la letra M. Su gerente, Agustín Molteni, fue fundador de Aicacyp en 1939, cuando la casa ya era sociedad anónima, y fue presidente hasta 1964.
En 1880 Francisco estableció en París Dellazoppa & Cía y pronto se extenderá también a Bruselas, Bélgica. Hacia 1909 la empresa operaba en Buenos Aires en la calle Alsina al 700 bajo el nombre Compañía Dellazoppa Lda. Para 1913 se encontraba en Chacabuco al 100, al lado de la revista Caras y Caretas. Se transformó en Sociedad Anónima Comercial, ocho años más tarde y amplió su local hacia el lado sur. El amplio edificio fue obra del arquitecto suizo Lorenzo Siegerist.
Corría 1881 cuando Francisco Francioni abría las puertas de su modesto establecimiento en 25 de Mayo al 200. Al revés de muchos otros comercios y quizá siendo el primero, empezó vendiendo artículos de pesca para sumar, luego, ferretería, más específicamente como importador de productos navales. En 1932 falleció el fundador y quedó a cargo la viuda como Sucesión de Francisco Francioni. Fueron solo cinco años hasta que murió y, sin hijos, siguieron a cargo del comercio su sobrina, Magdalena Bossio de Cavasa, que al menos hasta 1946 estaba en su puesto. Importaba material de firmas muy prestigiosas como Hardy, Allcock, Penn, Winchester, South Bend, Mustad y Shakespeare, entre otras. El catálogo que poseo de esta época es lo más completo que he conseguido sobre lo que un mayorista de pesca vendía en la Argentina. Presenta casi setecientos productos con sus fotos o dibujos.
En 1890 se instala en Buenos Aires, la Armería Alemana de Pedro Wörms, por cuyos salones pasaron miles de aficionados hasta su cierre y posterior quiebra, la que hemos visto en el diario La Nación que tuvo lugar en 2010. Se encontraba en la calle (aún no era avenida, ni mucho menos) Corrientes al 300. En 1914 publicaba las escopetas con precio. Por ejemplo, una de un tiro, con fuego central, caño de acero, calibre .12 y cierre de palanca arriba costaba veinte pesos. La más cara: fuego central, dos tiros, caños Damasco Boston, triple cierre Greener, calibre .16, costaba cuatro veces más cara. En 1915 contaba que vendían arneses y aparejos de montar, armas y pesca, pero su especialidad eran los cartuchos Faisán. Un aviso de 1926 es el más antiguo en que hemos visto un señuelo en nuestro país. En 1930 se mudó a Sarmiento al 300 y enfatizaba, en los avisos, que contaba también con artículos de pesca.
En 1901 ya se encontraba la armería Panizza y Cía en Artes (hoy Carlos Pellegrini) al 100. Su fuerte era la cuchillería y, por ejemplo, eran representantes de Dufaur, cuchillos de plata fabricados en Francia. Armería De Mattey se encontraba en San Martín al 700 en 1903.
Boris Garfunkel e Hijos vendían, en Lavalle al 1700, cuarenta tipos de linternas, en 1921, además de armas, cuchillos y artículos de peluquería. Juan y José Drysdale, en la calle Perú al 400, pero con sucursales en Rosario, Bahía Blanca y Santa Fe, importaba armas en 1926.
Una de las primeras casas de pesca propiamente dicha fue Morando. Al comienzo de 1930 ya estaba asociada con Boitano en Lavalle al 600. Para 1926, en Entre Ríos al 900 ya ofrecía un gran surtido de armas Roberto Crotti. Escopetas Bayard, Jansen-Pieper; rifles Rordser; cartuchos Eley, puñales, tijeras y cortaplumas se encontraban en su catálogo. Los artículos de peluquería eran comunes en este tipo de comercios.
Otras armerías o importadores de armas de esta década: Matucci, en la calle Santiago del Estero; Siebenmann Mosca y Cía, en Defensa al 400 y Manuel Arias, que elaboraba pistoleras y recogía testimonios de seguridad, por ejemplo, en un accidente cuando Lorenzo Valeriano corrió para tomar el tren en la estación Urquiza, se le cayó el revólver y lastimó de un disparo a Egidio Mirabelli, según noticia del diario La Nación.
En la misma época se daba a conocer José Faggionato, importador de la pólvora italiana sin humo Acapnia, en Rivadavia al 2500, cerca de la estación Once. Muy cerca, en Pueyrredón al 100, F. Crucelegui ofrecía desde su Gran Armería La Vasconia, ofertas especiales, traídas desde España, para los cazadores, como las escopetas y revólveres Eibar, los rifles Martian y las escopetas Víctor Sarrasqueta.
Leandro Redaelli fue también fundador de Aicacyp. En la década de 1930 representaba los revólveres Tanque, desde su comercio ubicado en Piedras y México, Buenos Aires. Luego se mudó a la calle Salta en Constitución, y produjo las míticas escopetas Diana y Centauro hasta que cerró a finales de la década de 1970.
Juan De Giacomi, además de experto tirador, fue socio del Pidgeon Club durante más de medio siglo y tenía una empresa importadora de artículos de caza y tiro con su nombre. Alejandro de Giacomi era propietario de la armería y cuchillería La Victoria en Victoria (Hipólito Yrigoyen) y Piedras.
Pablo Llosas también contaba, por los años treinta, con una importadora de variados artículos de ferretería, armas y pesca. Un catálogo de 1946 muestra que, entre otros productos, traía cartuchos Winchester, y balas Kleanbore, Orbea y S.A.S.
Ya en la década de 1940 se podían comprar artículos de pesca en Guanziroli y Cía, sucesores de A. Bordenave y Cía y, antes, de Tito Meucci y Cía, en Sarmiento al 1400. También estaban abiertas: Ferretería Suiza, de Pedro Osacar, en la calle Lima; la famosa casa Longobardi, de Bolívar al 200; El Pescador, de Bruzoni y Lefrancois Hnos, en Talcahuano al 900; y Della Rosa y Caballero, de avenida San Juan al 3100, entre otras.
En sus escaparates podían verse las cañas de pejerrey de duraluminio, como la Flecha de Plata, un producto de F.A.D.E.D. hecho con mango de corcho; los reeles y cañas Budakian, que tenía sede en el barrio de Flores; las cañas Traveté, de Traverso, Tejada e Hijo, de Echeverría y Donato Alvarez; los reeles Saab, Peter, Piqueras (con su fábrica en Florida) y dos que se hacían en Mar del Plata, Pescador (Luis Lillo) y Pagni; el hilo Perlon, distribuido por Tempo, de Defensa al 100, o, en algodón, Selsa, de la fábrica La Mejor, de Del Sel.
Obviamente, queda mucho por investigar. Seguramente habrá otros importadores y casas de pesca y armas, especialmente, en los barrios. Por eso también pusimos como límite el año 1950, ya que, a partir de la popularización del deporte por la expansión de la clase media, los comercios se expandieron en forma geométrica.
Quienes quieran ayudarnos a seguir escribiendo un próximo capítulo de esta fascinante historia pueden enviarnos datos y fotos a nestorsaavedratda@gmail.com
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Pablo Amieva
Necesito información de una antigua armería Casa Barabini. Ya que poseo una escopeta 16 doble caño Belga heredada de mi abuelo, que funciona y en el cañón dice el nombre de la casa.
Gracias
Nestor Saavedra
Pablo, particulamente, no tengo datos de esa casa. Quizá algún lector nos ayude.
Sergio
Muy interesante la nota de las armerías, pero debo decirte que la historia de Carlos Rasetti fundando la armería en 1857 es mentira, según la “Guía de Buenos Aires o Guía de Forasteros” de Antonio Pillado publicado en Julio del año 1864. En la Pag. 60 figura en el listado de armeros de la Ciudad, Ernesto Paris con la dirección de Rivadavia 20. De Carlos Rasetti ni noticias. Si te interesa el tema te dejo el link para que te bajes nuestro catálogo de “Hojas de Afeitar Argentinas” y en la pagina 101 vas a poder ver la historia que trate de reconstruir con viejas publicidades y fotos que creo nos acercan a una historia mas real. Con todos esos datos recolectados, hasta la probada inexistencia de la fabrica en Francia creo que Rasetti era un mentiroso.
En esta tercera edición del Catalogo de Hojas de afeitar Argentina”, además de la incorporación de nueva información y nuevas hojas hemos renovado totalmente el Catálogo Alfabético donde se incluye no solo las hojas, sino también toda documentación que certifica la comercialización de las distintas marcas en la Argentina.
¡Espero que lo disfrutes! Si tiene alguna información o nuevas hojas que podamos agregar al catálogo, no dude en contactarnos.
El catálogo se compone de 2 partes. La primera parte, entre los años 1922 y 1959, se ordena por orden cronológico según el Boletín Oficial de Registros de Marcas de Argentina y anuncios antiguos. Al principio encontrará una breve historia del afeitado y también hay otros artículos relacionados con el historial de afeitado que encontrará en todo el catálogo.
La segunda parte está ordenada por orden alfabético, incluidas las hojas con un registro de marca desconocido y también hojas con fecha posterior a 1959.
Enlace a primera parte, “Catálogo”: https://issuu.com/hojasdeafeitarargentinas/docs/2020_catalogo_hojas_de_afeitar_argentinas_3_ra._ed
Enlace a la segunda parte, “Orden Alfabético”:
https://issuu.com/hojasdeafeitarargentinas/docs/alfabetico_nuevo_10-12-2020
Nestor Saavedra
Estimado Sergio. He leído ese catálogo en ocasión de algún trabajo que hice sobre historia de la publicidad de productos para hombres. Es excelente. Te felicito. Lo he promovido a otros amigos investigadores. Muy minucioso. No recordaba este detalle de Rasetti. Se ve, por lo que vos decís que utilizaba un discutido, y aún usado, recurso publicitario de mentir, especialmente en temas que no podían ser probados con facilidad. No era el único, a juzgar por tantos avisos que he leído en diarios y revistas de 1900 a 1930 que prometían el oro y el moro, por ejemplo, en salud. Muchas gracias por tu comentario y leeré con gusto lo que sugerís. Un abrazo apretado
Néstor