El control de armas daña a las minorías.
Artículo publicado en Panam Post
El exalcalde de la ciudad de Nueva York Michael Bloomberg dijo que “es un chiste” que las minorías posean armas de fuego, y que deberían ser desarmadas apropiadamente para así salvar vidas. Este comentario se relaciona con la firme posición de Bloomberg sobre el control de armas y su fuerte tendencia hacia medidas de Estado paternalista.
El control de armas siempre ha sido siempre un tema importante en Estados Unidos, y ha generado todo tipo de desinformación y exageraciones. A pesar de todo el ruido que los medios, los políticos y otros defensores de los controles hacen, varios estudios han demostrado que el control de armas es una manera muy inefectiva de anular el crimen.
Lo que frecuentemente se pasa por alto en estos debates son los orígenes racistas del control de armas. Históricamente hablando, el control de arma ha sido usado como mecanismo de opresión a las minorías, especialmente a los nativo americanos y a los negros. Estas medidas se mantuvieron durante la era «Jim Crow», dejando a miles de negros a merced de los linchamientos de la multitud, a los grupos de supremacía blanca como el Ku Klux Klan, y a Gobiernos abiertamente racistas. Incluso el gran líder por los derechos civiles, Martin Luther King, fue víctima de las opresiones policiales, cuando le fue negada la portación oculta de un arma permitida por el Estado de Alabama en los años 50.
Al día de hoy, las políticas de control de armas siguen hiriendo desproporcionadamente a los negros y a otras minorías en desventajas. Debería quedar bastante claro que los estrictos defensores del control de armas están del lado incorrecto de la historia.
El control de armas es simplemente un rastro de una situación política primitiva en la cual el poder del Estado oprimía a los individuos. Desgraciadamente, muchas de estas prácticas feudales siguen manifestándose en las políticas de hoy día bajo un pretexto de “progresistas”, en forma de Estado paternalista y otras maneras de control público. Independientemente, el control de las armas es el control de las personas, claro y simple. No hay nada de “progresivo” en controlar a las personas y gobernarlas como si fueran simples siervos.
La Asociación Nacional para el Progreso de Personas de Color (NAACP por sus siglas en inglés) y otras organizaciones similares por los derechos civiles, no pueden quedarse con los brazos cruzados frente a estas políticas elitistas que hieren contundentemente a los grupos que ellos supuestamente defienden.
Mientras que las comunidades minoritarias ya han sido marginadas por políticas como la guerra contra las drogas, el control de armas solo resulta todavía más hiriente para comunidades que ya han sido perjudicadas. Desafortunadamente, muchas de estas organizaciones por los derechos civiles han sido embaucadas por ideologías progresistas y fallan al ver el mal en los detalles de un Estado que se implica excesivamente en los temas económicos y sociales. La mano del Estado que supuestamente te alimenta es mucho más capaz de estrangularte.
La satanización de las armas por parte de Bloomberg, es solo una visión bastante simplista de el porqué la violencia de las minorías abunda en áreas afectadas por la pobreza. Estas zonas son claros ejemplos de los errores del Gobierno si consideramos las fallas de la educación pública y las fracasadas políticas de la guerra contra la droga que prevalecen en estas zonas —una lucha que solo genera incentivos para formar parte del comercio de esta—; no sorprende que muchos de estos ciudadanos se vuelvan parte del narcotráfico y otros actos ilícitos para poder sobrevivir.
Estos comportamientos provocan a su vez una fuerte represión por parte del Estado, consiguiendo convertir a escuelas públicas en verdaderas prisiones gracias al control de armas y a las medidas de seguridad. El Estado es el principal responsable en este laberinto de miseria.
Como los grandes economistas F. A. Hayek y Ludwig Von Mises han señalado, las intervenciones del Estado derivan en más intervenciones del Estado. Una vez que este se ha involucrado y ha distorsionado un sector, solo creará un círculo vicioso de miseria que supuestamente requiere más intervencionismo.
Lo que Bloomberg y otros bienintencionados políticos tienen que entender es que mientras que sus políticas parecen buenas en la superficie, las consecuencias involuntarias son terribles. Estas políticas terminan tratando a las marginadas minorías como niños y autómatas que necesitan al Estado para poder alcanzar sus metas. Estas medidas que en un principio eran para proteger y empoderar a sectores con problemas, los han vuelto, irónicamente, más dependientes e inútiles.
En cambio, estas minorías necesitan políticas que promuevan la cooperación voluntaria, la dignidad humana, el autodesarrollo y la iniciativa personal. Libertad es la política.
¿Qué tal si tratamos a nuestros ciudadanos como adultos y le damos una oportunidad a la libertad?.
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