Los vínculos afectivos entre nuestros compañeros de caza y en casa, registran antecedentes desde hace 14.000 años
La tumba de Bonn-Oberkassel, descubierta casualmente hace más de 100 años, es la sepultura con restos conjuntos de humanos y perros más antigua que se conoce.
El año pasado se publicaron dos estudios importantes sobre la domesticación del perro: el primero, publicado en Nature Communications, sugería que la domesticación del perro ocurrió en Europa hace entre 20.000 y 40.000 años; el segundo, publicado en Journal of Anthropological Archaeology, describía unas escenas de arte rupestre, localizadas en el noroeste de Arabia Saudí y de más de 8.000 años de antigüedad, con representaciones de perros atados con correas.
Ambos estudios ofrecen indicios sobre la domesticación del perro hace más de 8.000 años, pero ¿con qué fin? ¿La relación entre el ser humano y el perro era puramente utilitaria? El perro era útil para la caza, la protección, el transporte, el pastoreo o el control de plagas, pero ¿cómo saber si hubo vínculos afectivos? ¿El perro era ya el mejor amigo del hombre?
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Una tumba descubierta casualmente en 1914, en vísperas de la Primera Guerra Mundial, por un grupo de trabajadores en Oberkassel, un suburbio de Bonn, en el oeste de Alemania, contenía los esqueletos de un hombre mayor y de una mujer más joven, además de los restos incompletos de dos perros, que han sido fechados recientemente en unos 14.000 años de antigüedad, a finales del Paleolítico.
Durante un tiempo se ha creído que los restos caninos de la tumba de Bonn-Oberkassel sólo correspondían a un perro, pero “una revisión reciente ha revelado el diente de otro perro más viejo y más pequeño, por lo que no sólo se trata de la sepultura de un perro doméstico más antigua que se conoce, sino la única con restos de dos perros”, señalan Luc Janssens, doctorando de la Universidad de Leiden, y sus colegas en un estudio publicado la semana pasada en Journal of Archaeological Science.
“Sugerimos que, al menos algunos humanos del Pleistoceno Superior, consideraron a los perros no sólo materialísticamente, sino que pudieron crear vínculos emocionales y afectivos con sus perros, como lo refleja la supervivencia de uno de ellos, muy posiblemente gracias al cuidado humano”, expresan los autores del estudio.
¿Cómo lo saben?
Los perros de la tumba de Bonn-Oberkassel no sólo fueron domesticados, como lo demuestra el hecho de que fueron enterrados junto con sus más que probables dueños, sino que además recibieron el cuidado de ellos. El perro más joven de la tumba tenía unas 27 o 28 semanas de edad cuando murió. Sus dientes indican que sufrió una infección grave del virus del moquillo, del género Morbillivirus, que contrajo siendo un cachorro, a los tres o cuatro meses de edad. “Sin los cuidados adecuados, un perro con un caso grave de moquillo [distemper] muere en menos de tres semanas”, explica Janssens, quien destaca que el perro de la tumba de Bonn-Oberkassel estaba claramente enfermo, pero sobrevivió ocho semanas más gracias al cuidado de sus dueños. “Esto suponía mantenerlo caliente y limpio y darle comida y agua, a pesar de que el perro ya no tenía un uso práctico como animal de trabajo. Ello, sumado al hecho de que fue enterrado con unas personas que consideramos que fueron sus dueños, sugiere que hubo un relación única de afecto entre humanos y perros hace 14.000 años”, concluye.
Fuente: National Geographic
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