Según ha comprobado un equipo científico, las fuentes termales reducen el estrés.
El estudio lo ha comprobado en los macacos japoneses expuestos al agua caliente.
La imagen de macacos japoneses bañándose en fuentes termales es una estampa universalmente conocida. Se sabe que estos primates gustan de darse baños en agua caliente, presumiblemente para aliviar las bajas temperaturas, aunque ahora los científicos han descubierto que este singular comportamiento tiene otra función: la de reducir el estrés.
En 1963 que se observó por primera vez a una hembra joven bañándose en una piscina de un hotel. Al principio, el hecho de ver uno o dos macacos bañándose junto a los humanos no debajaba de ser una curiosidad, pero al final la afluencia de primates acabó siendo un problema de salud pública, por lo que los responsables del recinto decidieron construir un parque con piscinas de aguas termales solo para macacos. Desde entonces, estos primates se han convertido en una de las principales atracciones turísticas de la región y en uno de los objetivos preferidos por los fotógrafos de naturaleza.
Los macacos japoneses, llamados también ‘monos de las nieves’, frecuentan el parque nacional de Joshin’etsukogen cerca de Nagano, conocido con el nombre de Parque de los Monos de Jigokudani, por la gran cantidad de estos primates que se concentran en sus aguas termales, pero hay algunas especies que habitan incluso más al norte. De hecho, estos macacos son los primates no humanos que habitan en latitudes más septentrionales.
Sin embargo, aunque hasta la fecha la comunidad científica había deducido que estos macacos gustaban de tomar baños calientes para aliviar el frío, hasta ahora ningún investigador había intentado probar esta hipótesis. Rafaela S.C. Takeshita y su equipo de la Universidad de Kioto decidieron comparar en distintos individuos la concentración de glucocorticoides, unas hormonas que aumentan con el estrés, y que se sabe también se disparan con las bajas temperaturas.
Los científicos compararon los valores de glucocorticoides de macacos que tomaban baños calientes con los que no lo hacían, y descubrieron que los primeros tenían una menor concentración de esta hormona, con lo que evitaban de este modo tener que afrontar un gasto adicional de energía para calentarse. “Este hecho insólito ilustra hasta qué punto un cambio de comportamiento puede tener implicaciones en los hábitos de reproducción de esta especie, y por tanto, en su supervivencia”, afirma Takeshita, autora principal del estudio, publicado en la revista Primates.
Texto y Fotos: nationalgeographic.com.es
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