Hasta Mahoma va a la montaña
Por Néstor Saavedra para Revista Aire Libre
Será tal vez por descender del mono que el ser humano desde tiempos inmemoriales, siempre ha querido ascender. Primero a los árboles en procura de su sustento y luego, con el tiempo, a las montañas, tal vez queriendo tocar el cielo o acercarse a sus dioses.
Lo cierto es que por estas tierras, eso de subir o mejor dicho, escalar las montañas, hoy ya se ha convertido en un deporte en pleno auge. Sin ir más lejos, Martín Lascano González, Secretario de la Federación Argentina de Ski y Andinismo (FASA), habla directamente de boom, a la hora de referirse a los últimos años.
Esta curiosa Federación, abarca los dos aspectos del montañismo: la práctica competitiva de escalada y la recreativa en roca o en montaña. Cuando se trata de altas montañas, en la Argentina se lo denomina andinismo, en alusión a nuestra cordillera y diferenciándose del alpinismo europeo.
“En 2011 hicimos un censo nacional a partir del cual trazamos una proyección a 2018, de 15.000 escaladores. Pero creo que ya lo hemos superado holgadamente”, acota Martín, al tiempo que lo dimensiona con los 21 clubes federados y unos 7.000 socios.
Para ascender una de las grandes cumbres de nuestro país, como el mítico Aconcagua (la mayor elevación de América), el volcán Domuyo (el más alto de Patagonia), el Lanín o el Fitz Roy; se requiere básicamente un entrenamiento adecuado. Pero también, salud, equipos, indumentaria y buena alimentación en el lugar. No es una excursión simple que se decide encarar en el momento sino que la organización del ascenso debe ser muy precisa por los riesgos que la actividad implica.
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Pero aunque parezca mentira, también se puede trepar y escalar sin salir de las ciudades. Para ello existen las palestras o muros, donde las practicas van del simple entretenimiento físico (hasta se festejan cumpleaños para chicos en locales con paredes de trepada suave), hasta la escalada deportiva que, desde agosto pasado, adquiere una nueva dimensión: fue aceptada como deporte olímpico y estará en los juegos de Tokio 2020. Básicamente, como la define la FASA, el objetivo de esta competencia es “buscar la máxima dificultad de movimientos minimizando el riesgo a través de rutas prearmadas, con seguros fijos”.
En muros artificiales, se desarrollan tres tipos de pruebas: dificultad (depende de factores como la forma y el tamaño de los agarres o tomas, la distancia, los puntos de descanso, la cantidad de movimientos prevista y la inclinación de la pared); velocidad y bloque.
Los que gustan de trepar por las rocas se nuclean en torno a clubes o palestras que ofrecen cursos. Según Lascano González hay más de 150 escuelas de escalada en todo el país. “Los costos de un curso básico arrancan en los $1.500. Luego de tomarlo ya se está en condiciones de empezar a escalar. Claro que hay otros cursos mucho más complejos y caros, pero para comenzar, con este alcanza”, señala.
Puede pensarse que el equipo es sumamente complejo, pero Martín aclara que no es así: con casco, arnés y un par de zapatillas se puede comenzar. Eso sí, para ir en grupo hay que hacerse de cuerdas, cintas y algunos otros elementos que encarecen un poco más la actividad. Sin embargo, con $8.000 se pueden adquirir todo lo necesario; básico pero homologado, lo que en una actividad de riesgo, no es menor.
Con el curso aprobado y las ganas en la mochila, es hora de salir a la montaña. El Secretario de FASA ejemplifica: “Es como ir a pescar: si estás bien preparado y tenés acceso al lugar donde querés practicar tu pasatiempo favorito, no necesitás grandes gastos y tampoco un guía. Nosotros promovemos la enseñanza para que el escalador no precise de nadie. De todos modos, puede que una escuela, un club o un grupo de amigos organice una salida y, por ejemplo, un fin de semana en Mendoza puede costar unos $1.500”.
El Centro Andino Buenos Aires, nacido en 1950 y asociado a FASA, presenta un menú de lugares muy interesantes, dividido en trece provincias que cuentan con elevaciones orográficas, donde escalar en roca. En Buenos Aires, por ejemplo, incluye Mar del Plata, Sierra de los Padres y Balcarce.
Muchos aseguran que la escalada es un deporte para gente de 18 a 100 años, pero ya desde los seis, se puede aprender a trepar en muros artificiales. Y es apto también para personas con capacidades diferentes como ciegos, sordos, y hasta con capacidades motrices limitadas. Sin ir más lejos, Luis Carabelli, del Centro Cultural Argentino de Montaña, fue pionero, en 2001, en la enseñanza de escalada a chicos con capacidades especiales a través de un programa oficial de la provincia de Buenos Aires.
Sin dudas, practicarlo, es sólo una cuestión de actitud!
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