Un gigante del deporte y la pesca
El “colo” ha sido un grande del deporte integrando la generación dorada del Basquet y logrando muchos títulos nacionales e internacionales, entre ellos el Oro olímpico en 2004. Lo que pocos saben es que la pesca siempre fue su desenchufe, su terapia para el deporte de alta competencia. Por Wilmar Merino
Rubén Wolkowyski es un ser enorme. No solo dese su evidente escala física, sino desde su bonhomía en el trato, la sapiencia en su especialidad -el basquet- que comparte con los juveniles a los que entrena y desde el trato distendido que tiene a bordo de una lancha cuando pesca para con quienes tienen la suerte de acompañarlo.
Pero además de ser un as para encestar balones en el aro, este gigante de 2,08 mts ha demostrado ser un pescador extraordinario.
Compartimos una jornada de pesca marina con el ex NBA y lo vimos batallar con éxito contra peces limón, lenguados y meros, en deportivas modalidades como el trolling y el deep jigging.
El chaqueño viene de familia de pescadores, pero en otros escenarios: los del Litoral. Que él mismo nos cuente su historia: “Pesqué toda la vida. Soy nacido en Chaco, cerca del Paraná. Mi papá de chiquitos nos llevaba siempre a pescar. A mi me gusta el Paraná, el río. La pesca de mar también, pero cada tanto me tengo que dar una vuelta por Paso de la Patria“, cuenta el crack. Ante la pregunta de con qué guía sale dirá sin dudarlo: “allá conozco bastante, tengo casa y lancha, salgo con amigos y los llevo yo”.
Mientras el motor del barco Sin Apuro de Mariano De la Rúa nos lleva mar adentro desde el puerto de Mar Del Plata, volvemos a ese territorio donde se siembran las pasiones: la infancia. “Somos tres hermanos. Yo soy el más chico. Y los tres somos pescadores. Soy de Juan José Castelli y allá estaba el río Bermejito, que era el que más a mano teníamos. Ahora lamentablemente no tiene casi nada de pesca. También estaba el Bermejo, pero tampoco tiene nada. Es una pena que esos ríos no tengan pesca. Ahora tenés que ir al Paraná para pescar bien. Pero cuando era chico, esos ríos que te mencioné nos servían para pescar algo el fin de semana.
Hurga en los recuerdos y se le dibuja una sonrisa, acaso evocando tantos momentos compartidos en familia y con amigos: “pescábamos surubíes, pero ya en esos tiempos había muchos trasmallos. Con cañas empecé a los 14 años, con amigos, yendo a Paso de la Patria. Desde entonces, no he dejado de ir. El dorado es el pez que mas me gusta pescar. Su lucha es incomparable“, sentencia Wolko.
“Es que cada vez que sacas un dorado renovás la emoción, es como si pescaras por primera vez, algo nuevo. Te tranquiliza sacar un dorado. Pero al rato querés sacar otro.. ¡a mi me encanta!”, dice, y se le nota.
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Niñez de trasmallos, de poca información ecológica y ríos que prometían abundancia eterna. Aún así, cuenta el crack que “De chico siempre fui de sacar para comer y nada más, nunca pesqué para vender ni regalar. Solo lo que consumía. Hace 15 años, llegábamos a sacar hasta 30 dorados por día. ¡Imaginate si matábamos 30!. Solo uno para comer en la isla y el resto al agua. Nunca matamos por matar”.
Llegamos a la zona de pesca. Wolko empuña la caña de jigging y deja caer su cuchara cuando el guía grita “¡bajen!”. Tiene suerte: primero una anchoa de banco, luego un lenguado, y finalmente varios limones de excelente tamaño para ilustrar esta nota y hasta ser tapa de revista.
Pero claro, a la suerte la acompaña con horas de práctica. Las mismas que acaso invirtió en embocar la naranja en los aros del mundo.
En un descanso de la pesca volvemos a la charla.
-¿Hiciste caza deportiva?
-Hice caza. Pero me gusta ir con alguien que sepa. Hay que medir muchas cosas. En la pesca vas con cualquiera, son programas más fáciles de armar.
-¿Tuviste la oportunidad de pescar en otros países aprovechando la oportunidad de una carrera que te llevó por varios continentes?
– Sí, pesqué en España, con señuelos. Pero es una pesca más chica y con cotos restringidos. Pesqué trucha allí. Y en Moscú, donde viví 4 años, ví pescar haciendo un agujero en el hielo. No practiqué eso porque no me daba para sentarme en el frío a esperar un pique, eso no me gusta.
-¿Te gustaría pescar alguna especie en especial?, ¿Un marlin, por ejemplo?.
-He ido a pescar Marlin en Cabo San Lucas cuando estuve jugando en la NBA, pero no tuve la suerte de pescarlo. Esa sería una materia pendiente.
Andrés Nocioni, otro ex NBA que caza y pesca
-Hablame de los beneficios que te da tu pasión por la pesca
– La necesito para descargarme, volver a tierra. Es una gran terapia. Y hablando con psicólogos deportivos ahora que trabajo con los chicos, me dicen que es una de las mejores terapias. Yo siempre que llegué a la Argentina de un viaje o campeonato me iba al norte a pasar 15 días en Paso de la Patria, eso no me lo sacaba nadie. La pesca me desenchufa, me hace bien en todo sentido.
-¿Contagiás esta pasión a tus hijos?
-Tengo un nene de 17 y una nena de 15. Mi hijo hizo una pesca y le gustó, pero ahora se dedica al basquet y se fue a España, asi que no podemos compartirlo mucho. Mi suegro, mi suegra y mi cuñado, son fanáticos de la pesca. Si fuera por ellos, viviríamos en Corrientes no acá en Mar del Plata.
Antes de volver a dar batalla con los limones, el “colo” nos despide con una reflexión para atender: “Hay que ir a pescar cada tanto. Si vas todos los días pierde el encanto. A mi me gusta juntar ganas y después hacer una salida”. Y tiene razón.
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