El tráfico ilegal de colmillos amenaza al mayor felino de Bolivia.
La caza furtiva como directa consecuencia de la prohibición general imperante en el país.
El jaguar se ha convertido en el felino estrella de Bolivia para los traficantes, que consiguen más de mil dólares por cada colmillo a través de una red criminal internacional con destino a China, que es difícil de frenar.
Los primeros casos se detectaron en 2014 y desde entonces se han incautado unos trescientos colmillos, principalmente a través de Ecobol, la antigua empresa nacional de Correos de Bolivia.
“Se enviaban a través de Ecobol como encomienda con destino a China, de manera más camuflada en osos de peluche, en cajas de chocolates”, explica a Efe Walter Andrade, director de la Policía Forestal y de Medio Ambiente de Bolivia (POFOMA).
Aunque todos los envíos iban con destino a China, donde los colmillos representan un status de poder y se consideran un afrodisíaco, la base de la red “está formada por bolivianos”, destaca Andrade. “Cualquier persona se animaba, se estaba pagando 2.000 bolivianos (unos 300 dólares) para arriba por cada colmillo. En Bolivia por esa cantidad de dinero, muchas personas se animan a ir a cazar, sin ser cazadores”, relata.
Un cazador puede obtener por cada jaguar, por los colmillos y otras partes del animal que se aprovechan para otros fines, como el cráneo o la piel, un beneficio de unos 40.000 bolivianos, casi 6.000 dólares, en un país en el que el salario mínimo no alcanza los trescientos dólares, según cálculos de la Policía Forestal.
La caza en Bolivia
La Constitución Política del Estado prohíbe la caza de animales silvestres. El artículo 381 parágrafo I establece que las especies nativas de origen animal y vegetal constituyen patrimonio natural del Estado. La Ley de Medio Ambiente 1333 también protege a la fauna silvestre. Pero el Decreto de Veda General e Indefinida que data de 1990 establece que está prohibida la captura de animales y sólo se permite la captura y acondicionamiento de animales silvestres con fines científicos, no comerciales. Esta legislación sanciona a los infractores con privación de libertad de uno a tres años y una multa del 100 por ciento del valor de los animales.
Aunque se han cerrado una veintena de condenas por tráfico ilegal con una media de tres años de prisión, la cifra que “no disuade” a los cazadores ni traficantes al ser un “riesgo muy rentable”, según opinan los expertos.
El jaguar es el mayor felino de Bolivia y habita en zonas tropicales del país como el Parque Madidi, considerado el de mayor biodiversidad del mundo, en la Amazonía boliviana. “Esos lugares, estamos hablando de miles y miles de kilómetros cuadrados, es imposible un control permanente del lugar”, destaca Andrade.
Desde que comenzó la caza furtiva de jaguares, estos han disminuido un 30 por ciento en Bolivia, según información del coronel Walter Andrade.
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