Historia de nuestro lector Claudio Alejandro Marotti de La Plata
Lo que les quiero contar no es un accidente, sino una anécdota que se pudo transformar en un grave accidente. Pescando pejerreyes en la temporada del año 2010 en el río Paraná Bravo, a la altura del kilómetro 150 entre los ríos Sauce y el Gutiérrez. Fue una pesca que organizamos rápidamente por que nos habían contado que estaban sacando matungos en el Paraná.
Esa mañana salimos navegando desde la bajada de lanchas del recreo Keidel, bien tempranito acompañado de unos de mis hijos Alejo que en aquel momento tenía de 11 años de edad, entrañable pescador y dos amigos Mario Mónaco compadre y cantor chamarritero y Don Javier Basso, el que le hace honor a su apellido.
Con mucha carnada fresca zarpamos. Navegamos el Paraná Guazú aguas abajo, hasta la altura del rio Sauce. Ya habíamos recorrido unos 30 kilómetros cuando detuvimos la lancha y preparamos las cañas, aprontándonos para pescar.
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Ya contentos con las capturas obtenidas se nos fue pasando gran parte de la mañana, pero algo no me dejaba disfrutar de la jornada de pesca. Se avecinaba una tormenta del Sur cosa que me preocupaba.
Mientras mis amigos pescaban empecé a repasar y chequear los elementos de seguridad, el combustible principalmente completé el tanque de nafta por que cuando se complica no encontrás nada. Probé la bomba de achique que funcione correctamente y no se obstaculice con nada.
Alrededor de las 12.00 Hs. el viento se puso áspero. Es por eso que les digo a mis amigos vayamos desarmando las cañas que regresamos. Tenemos más de treinta kilómetros para pechar el río y con viento sur que no es poco…!!!!
Comenzamos a navegar y al llegar a la boca del río Gutiérrez comenzó a llover, Pusimos el toldo y seguimos navegando despacio el río Paraná Bravo, con los salvavidas puestos y atentos a la marejada, navegábamos por la costa entrerriana.
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Habiendo llegado a la altura del 2do. Puente del complejo Zarate Brazo Largo, la intensidad del viento cambió. Empezaron las fuertes ráfagas del sur, cosa que tiraba la embarcación a la costa de Entre Ríos, actividad que no quería ya que estábamos sobrepasando el Puerto Nuevo y si nos arrimábamos a dicha costa podría ser peor pues podríamos ser azotados contra dicha costa.
Con mucha lluvia, marejada y viento muy fuerte, teníamos mucha agua abordo. La bomba prendida y ayudando con un balde estaba Javier que como podía sacaba agua. Solo teníamos dos bocas para guarecernos, la del Arroyo Negro y posteriormente el río Brazo Largo. Ya serían las 14.00 hs. y debido a la gran tormenta se había puesto casi de noche. La boca del Arroyo Negro nunca la encontré. La habían atapialado los camping con sus muelles.
A esta altura mi hijo Alejo estaba con mucho miedo, era su primer tormenta en el rio….!!!! Y brava para mi gusto…!!!!
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Bueno seguimos hasta la boca del Brazo Largo lugar donde hay un Destacamento de PNA y logramos entrar. Nos atamos de la lancha de la Prefectura, tiramos una lona que cubre la totalidad de la lancha por que llovía torrencialmente. Mas tranquilos comenzaron las risas, y las cargadas nos reíamos de nosotros mismos de nuestras caras de susto….!!!
Nos iluminábamos con la linterna (estanca), comimos algo tomamos un lindo vino. Ya habían pasado tres horas que estábamos guarecidos al calor de la garrafa a gas, todos mojados y en pleno invierno, pero no teníamos nada de frio, habrá sido por el cobertor o el gran susto que nos pegamos.
Con la tormenta disipada zarpamos nuevamente cruzamos el río Paraná Guazú, hasta la boca del río Talavera lugar donde habíamos bajado la lancha.
Esta historia tuvo un final feliz ¡Gracias a Dios!
A lo que apunto con mi vivencia es la toma de conciencia con los elementos de seguridad que debemos llevar a bordo….que tanto renegamos de la Prefectura al momento de un control, todos en su momento son necesarios y útiles, el navegar con mucho combustible más que el que pensamos utilizar, los salvavidas, la bomba y el balde de achique, la linterna y el conocimiento del río por donde uno va a navegar o un mapa del lugar, se ponen de manifiesto ante una situación complicada.
Gracias a la revista AIRELIBRE, por la oportunidad de participar al contar mi anécdota.
Claudio Alejandro Marotti
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