El intercambio llegó a Nueva York.
No solo por estas tierras suceden estas campañas.
El 13 de diciembre, la aldea de Hempstead, Nueva York, organizó el Programa de intercambio de armas de juguete de Long Island , siguiendo el modelo de las “recompras” de armas que apuntan a armas de fuego reales. Según un informe del periódico local Newsday, cada niño recibió un juguete políticamente correcto a cambio “por cualquier pistola de agua, pistolas Nerf y otras pistolas de juguete que entreguen”.
Los juguetes para la entrega fueron suministrados por el empresario local Sean Acosta, quien dejó en claro que el programa está destinado a influir en los niños impresionables contra la posesión de armas de fuego a una edad temprana, con el objetivo de cambiar la opinión pública estadounidense para que se pronuncie contra las armas.
Como se informó en el artículo de Newsday, “Tiene que comenzar a una edad temprana”, dice Acosta sobre el cambio de cultura de armas. “Si podemos hacer que digan: ‘No es bueno llevar estas pistolas de juguete’, entonces tal vez cuando crezcan, nunca llevarán una pistola de verdad”.
El informe de Newsday no indica que Acosta haya hecho ninguna distinción entre la posesión legal de armas y el uso indebido criminal de las armas de fuego.
Esta no es la primera vez que Hempstead ha recibido un intercambio. El pueblo organizó tal programa en 2015 y 2016 con el filántropo de Manhattan Jean Shafiroff. En 2016, unos 100 niños intercambiaron pistolas de juguete por balones, muñecas y juegos. En la campaña de 2016, Shafiroff le dijo a Newsday su motivación detrás del evento, diciendo: “Quería que los niños sepan que las pistolas de juguete no son buenos juguetes … Al intercambiarlos por un regalo mucho mejor, muestra que no vale la pena tener una pistola de juguete”.
Las pistolas de juguete han sido durante mucho tiempo un elemento básico de los esfuerzos de adoctrinamiento de los activistas contra las armas, con varios tipos de pagos y espectáculos inconducentes, tanto en Estados Unidos como en otros países. Este año México tuvo su campaña “Juguemos sin violencia” con la coordinación del SEDENA, algo así como el Ministerio de Defensa!?.
La campaña tuvo gran apoyo mediático, pero poco efecto en los niveles de violencia, que no se relacionan de ninguna forma con la tenencia de pistolas de agua por parte de los chicos. Así vemos por ejemplo que Infobae señalaba que “Aumentó la violencia en México durante la primera semana de gobierno de López Obrador: hubo al menos 254 asesinatos”
Ya en nuestras tierras, los concejales municipales de Rosario prohibieron en 2006 la fabricación y venta de juguetes bélicos, en una medida que sin lugar a dudas de poco sirvió para frenar la violencia en la ciudad. Para no ir muy lejos en el tiempo, La Nación del 19 de diciembre de este año señalaba “Otra ola de violencia en Rosario, con 6 asesinatos en 72 horas, varios de ellos cometidos por sicarios”.
Más cerca en el tiempo, en 2014, el Ex Director de RENAR, Matías Molle instaló puestos informativos en un conocido balneario de la Costa Atlántica, para promocionar la política de desarme y además para que chicos de todas las edades canjearon juguetes bélicos a cambio de otros que fomentan la paz y la solidaridad.
Finalmente, días pasados el Diputado Provincial de Rosario por la UCR y ex Gobernador Jorge Hern, al comprobar que se seguían vendiendo estos juguetes a pesar de la ordenanza presentó un proyecto en la Legislatura “para romper estereotipos sexistas y promover regalos no bélicos.”
Como bien señala Antonella Marty, “Una buena parte de los políticos cree que promulgando nuevas prohibiciones y limitaciones logrará resolver los problemas que aquejan a la población. Pareciera no comprenderse la esencia de las prohibiciones y sus inalterables resultados: siempre generarán un aumento de la presencia de aquello que intentan prohibir y, además, lo que buscan prohibir quedará en las manos deshonestas que abundan en el mercado negro.”, refiriéndose claro a las armas de fuego, que es lo que intentan prohibir este tipo de campañas de canje.
Por ello en lugar de reemplazar algunos juguetes perfectamente buenos, estos extremistas anti-armas podrían ayudar a proporcionar a todos nuestros países lo que los ciudadanos quieren para sus hijos, un breve respiro de la incesante lucha política por el poder y buscar soluciones consensuadas para mejorar la calidad de vida de los que representan.
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