Cuando falta el aire.
Por Héctor A. Cirigliano para Revista Aire Libre.
Antes de referirnos al deporte practicado por personas asmáticas o con otras enfermedades respiratorias haremos un breve bosquejo de la función respiratoria de los seres vivos y de las reacciones que utilizan para obtener energía.
La respiración
En sus múltiples actividades, los animales y las plantas necesitan energía. Para obtenerla se valen de reacciones de oxidación biológica. El aspecto fundamental de estas reacciones se basa en la transferencia de los átomos de H (hidrógeno) de una molécula llamada dador de H, a otra denominada aceptor de H. En la mayoría de los animales y las plantas existen una serie de compuestos que aceptan el H del que los precede y lo transfieren al que les sigue. El último aceptor de H en estos seres es el O2, (oxígeno) que con los procesos metabólicos se convierte en H2O (molécula de agua).
Las cantidades de O2 que el organismo almacena en forma de oxihemoglobina y oximioglobina (proteínas de la sangre), son muy pequeñas para mantener la continuidad del metabolismo y por ello se hace necesario el suministro de O2 por otros medios, debido a la fragilidad celular, especialmente las células cerebrales, que por su labilidad mueren en 3 o 4 minutos en ausencia de O2.
Este flujo de O2 y por ende la eliminación de CO2 se obtiene mediante la respiración. El término respiración tuvo significados diferentes con el correr del tiempo. Primero se daba esta acepción a la inspiración – espiración. Cuando decimos respiración artificial nos referimos a esta forma de usar el término. Luego, al avanzar los conocimientos se aplicó al intercambio de gases entre la célula y el medio. Por último, al profundizarse los conocimientos científicos en cuanto al metabolismo celular se refiere, se utiliza el vocablo respiración para designar las reacciones enzimáticas de las células responsables de la utilización de O2. Es así que los citocromos son llamados enzimas respiratorias, que regulan los procesos a nivel celular.
Enfermedad asmática
En la enfermedad asmática hay un proceso restrictivo a la entrada de aire que debe llegar a los alveolos, que se conoce como broncoespasmo.
Según estudios realizados en nuestro país, más del 10% de los jóvenes sufren asma y el 5% de los adultos. El asma es considerada una enfermedad de carácter social.
En el bronquiolo normal el diámetro interno se halla conservado y el flujo aéreo se produce de manera normal, oxigenando al saco alveolar, donde se produce el intercambio de gases, (el glóbulo rojo toma el O2 y cede el CO2 que se elimina por la espiración).
Cuando hay enfermedad asmática la pared interior se halla inflamada y disminuye el diámetro del bronquio. Se produce el denominado “atrapamiento aéreo”, lo que impide la correcta eliminación de los gases por medio de la espiración.
Cuando se produce una crisis asmática la luz del bronquio se reduce más aún (broncoespasmo) lo que dificulta el intercambio gaseoso, dando lugar a todos los signos y síntomas de un ataque asmático. Los músculos accesorios del aparato respiratorio entran en función produciendo un agotamiento en el enfermo, que realiza un gran esfuerzo para oxigenar al organismo. La respiración se hace alta, en la parte superior de la parrilla costal y los músculos del cuello, mientras que en la parte inferior el tórax se mantiene expandida.
El trabajo principal debe realizarse sobre la espiración, que debe ser lenta y prolongada, para evitar el colapso de las vías aéreas de menor calibre. Es de gran ayuda el tratamiento kinésico, para reeducar la respiración del enfermo y enseñarle a vaciar sus pulmones (respiración diafragmática). Se deben utilizar posiciones adecuadas para anular los músculos accesorios del cuello que producen agotamiento en el enfermo, en especial durante las crisis.
Los ataques se producen por diversos factores que denominamos alérgenos. Los más conocidos son el polvo doméstico, el polen, los ácaros, etc. En muchos casos se puede desencadenar por un ejercicio violento, pero esto no significa que la persona asmática no pueda practicar deportes. Por el contrario, la actividad física controlada y realizada de manera adecuada favorece el intercambio gaseoso a nivel pulmonar, oxigena los tejidos y da seguridad al enfermo al comprobar que no le afecta la actividad.
Que deportes practicar
Si bien una persona asmática puede practicar cualquier deporte mientras no sufra una crisis, hay algunos que son más adecuados debido a la forma en que se desarrollan.
En el mundo se calcula que uno de cada diez niños sufre de asma en mayor o menor grado, pero esto no imposibilita la actividad física. En los JJOO de Barcelona 1992 entre el 8 al 12% de los participantes eran asmáticos.
En la actualidad, con los controles médicos y las drogas específicas se puede desarrollar una vida normal aunque se padezca la enfermedad, que como dijimos, es de carácter restrictivo, dificultando la eliminación del aire de los pulmones por medio de la espiración.
Muchos deportistas de alto nivel, incluso medallistas olímpicos lograron sus triunfos a nivel deportivo padeciendo asma. Es más, en muchos casos, desde niños comenzaron a practicar un deporte por recomendación médica y esa práctica constante y las condiciones físicas excepcionales los llevaron los llevaron a la élite del deporte mundial.
La actividad deportiva siempre es aconsejable mientras no se padezca una crisis, pero hay deportes que son más adecuados para este tipo de enfermedad respiratoria.
La natación y las actividades acuáticas son las más recomendables, a excepción del buceo. La natación incentiva el trabajo respiratorio incrementando la espiración lo que permite eliminar el exceso de aire atrapado en los pulmones. Además, se desarrolla en un ambiente húmedo y ejerce menor presión a nivel pectoral.
Las actividades deportivas donde el gesto deportivo sea de corta duración también son recomendables porque no permiten que el deportista desarrolle disnea. Se calcula que una actividad deportiva intensa y continua de más de seis minutos puede desencadenar una crisis.
Como ejemplo podemos mencionar las artes marciales (como el karate y el judo) y la lucha, donde los lances son cortos. También favorece la práctica bajo techo, sin corrientes de aire frío y libre de humo.
Los deportes como el ciclismo y las carreras de fondo, el fútbol o el rugby no son los más recomendables, aunque hay numerosos deportistas que se han destacado en estos deportes a pesar de su enfermedad.
Es muy importante realizar un trabajo de calentamiento previo, que prepara al organismo para la acción. De esta forma se evita un aumento brusco del ritmo cardíaco y respiratorio que puede desencadenar una crisis. Cuando el organismo va llegando en forma paulatina a su máximo rendimiento, la fisiología se va adaptando a las necesidades y esto favorece al asmático tanto en la parte física como en la síquica.
Natación y asma bronquial
A medida que el asmático va adquiriendo confianza en la actividad que realiza y se siente más seguro en los aspectos físicos y síquicos, los ataques se hacen más espaciados. Además, como ya dijimos, es importante que aprenda a bloquear los músculos accesorios que lo agotan y comience a utilizar el diafragma en la espiración produciendo un sonido similar a un chistido realizado en forma lenta para evitar el colapso de los bronquiolos y producir un vaciado completo de los pulmones lo que permite el ingreso de aire oxigenado en la siguiente inspiración.
Deporte para asmáticos
Los médicos que atienden este tipo de pacientes utilizan las drogas de diferente manera dependiendo de su acción: los Beta Agonistas de acción corta son administrados unos 10 a 15 minutos antes de la competencia y sus efectos duran unas 4 horas. En cambio, los Beta Agonistas de acción prolongada se utilizan 30 minutos antes de la actividad deportiva y su acción puede prolongarse por 12 horas. Lo que se debe tener en cuenta que el uso prolongado e indiscriminado de drogas de este tipo produce acostumbramiento y a medida que pasa el tiempo se pierden sus efectos. Siempre debe hacerse con el control del médico especialista.
El tratamiento del asmático debe ser realizado en equipo. Es fundamental el apoyo familiar y el tratamiento debe estar encabezado por el médico especialista, secundado por el tratamiento kinésico y sicológico. También son importantes en este equipo los profesores de educación física y los entrenadores que deben conocer las necesidades de estos pacientes y saber cómo actuar en consecuencia.
Héctor A. Cirigliano
Lic. en Kinesiología y Fisiatría UBA- MP 14097
Entrenador FATARCO.
kine41@fibertel.com.ar
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