Ya es hora de proteger al Paraná.
Informe especial para Revista Aire Libre de Guillermo C. Muttoni.
Corría el año 2006 cuando la magnitud de la depredación a la que había sido sometido el Río Paraná en los 10 años previos hacía eclosión. Según información de SENASA durante el período 1994 – 2005 se exportaron nada más ni nada menos que 211.898 toneladas de sábalos y 29.750 de otras especies que incluían al dorado y al surubí. Solo en el 2004 se exportaron 37.594 toneladas de sábalos.
Con el slogan “S.O.S. Sábalos”, se inició una campaña de difusión masiva para decir “No a la depredación, No a la masacre del recurso ictícola; Sí a los controles y castigo a los depredadores”. Los proyectos de ley que buscaban frenar la exportación no tardaron en llegar.
Y así fue como el 2007 arrancó en enero con una suspensión por 8 meses establecida por la Resolución 2/2007 del Ministerio de Economía y luego por Ley 26292 del 7 de noviembre de 2007 se declaró el estado de emergencia de la actividad “pesca de río” en el río Paraná por el término de UN (1) año a partir de la sanción.
Y el río comenzó a respirar. No por mucho tiempo
A pesar de las advertencias de científicos como el doctor en ciencias biológicas Claudio Baigún que planteó que lo racional hubiera sido que la suspensión continuara, considerando que “el sábalo posee un ciclo de vida largo que requiere de al menos dos años de espera para lograr una recuperación aceptable de las poblaciones de peces del Paraná, que enfrentan una situación crítica, por Decreto 931 del 21 de Julio de 2009 y en base a informes que demostraron que “tanto la especie sábalo como sus principales acompañantes se mantienen en estado sostenible y en calidad sanitaria apta” se resolvió conservar el sentido precautorio adoptado hasta ese momento y por lo tanto determinar cupos de exportación de la especie referida y de las otras especies habidas en la citada cuenca.
Un mes después la Resolución 578/2009 de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos habilitó otra vez la pesca comercial de río. Fijó entonces un límite de captura hasta el 31 de diciembre de ese año de 3000 toneladas de sábalo, 6 toneladas de boga y 3 de tararira.
Nada comparado con los valores de los años subsiguientes.
Ya iniciado el 2010, en marzo la Resolución 83/2010 lleva el límite de extracciones hasta el 31 de julio de ese año, a 6500 toneladas de sábalos, más del doble del año anterior y en menos tiempo. Eso si no permitía la pesca comercial de otras especies.
Pero no alcanzó. Por Resolución 308/2010 del 25 de junio, se agregaron otras 8.500 toneladas de sábalo como cupo exportable hasta fin de año. Así se autorizaron 15.000 toneladas. O sea cinco veces por encima de 2009.
Pero el 2010 no terminó así. Como las resoluciones parecen dictarse con los resultados sobre la mesa o “fuera del río”, y a pedido de la Provincia de ENTRE RIOS se autorizó por Resolución 960/2010 del 14 de diciembre de ese año de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca un cupo de exportación de 500 toneladas de tarariras en carácter excepcional.
En el 2011 la Resolución 1074 del 14 de julio, redujo el límite de sábalos a 6500 toneladas anuales, pero aumentó el de tarariras a 595 toneladas siempre a pedido de la Provincia de Entre Ríos y en base a una estimación de captura incidental de hasta el 10% del total capturado de sábalos.
La misma resolución sugiere que no hay capturas adicionales de otras especies, algo que como veremos, tiempo después parece que cambió.
En el 2012 ya se “detectan” capturas incidentales de boga, además de tarariras y eso hace que de la nada pasemos a 1000 toneladas de boga exportable para el año conforme la Resolución 713 del 5 de octubre emitida cuando ya el pescado estaba exportado o el freezer. Para sábalos se autorizaron 15000 toneladas y para tarariras 1500 toneladas, ambas por encima del 50% respecto del año anterior.
En el 2013 y por Resolución 351 del 27 de agosto se agregan más especies, “con el fin de contemplar y valorar tanto los aspectos biológico-pesqueros como los socio-económicos”. 150 toneladas de patíes y 25 toneladas de bagres de río podrán ser exportadas antes del 31 de diciembre.
Curiosamente la Resolución indica que “acordó establecer un cupo total anual menor al valor promedio registrado en los últimos años”. Los últimos años era CERO y esto no es menor que CERO!!.
El 2014 fue más prolijo. La disposición que reguló las exportaciones llevó el número 28 y se emitió el 20 de febrero de ese año estableciendo los cupos hasta fin de año. La autorización de sábalos fue de 12000 toneladas y la captura incidental se estabiliza en el 10% por especie. De esta forma se permitió exportar 1200 toneladas de boga y otro tanto de tarariras. Patíes y bagres repitieron el cupo de 2013.
La Resolución 120/2015 emitida el 15 de abril aumentó los cupos de sábalos a 15000 toneladas, pero parece que ese año la “captura incidental iba a ser menor” pues solo se autorizaron 750 toneladas de boga y la misma cantidad para tarariras.
Tal vez los frigoríficos se habrán comprometido a ser más cuidadosos.
El año 2016 tuvo los mismos cupos que el 2015. Eso si, fueron establecidos el 12 de enero conforme la Resolución 4/2016. Un año y medio después, el 26 de julio de 2017 mediante Resolución 152/2017 se fijaron los cupos de ese año. 1000 toneladas menos de sábalos, lo mismo en bogas y tarariras y más patíes y bagres, 200 y 50 toneladas respectivamente.
Otra vez la disposición se emitió con mucho pescado afuera del río.
Y así llegamos a Noviembre de 2018 donde se sanciona la Resolución 32 que ratifica las conclusiones de las comisiones de trabajo y aumenta a 15500 toneladas el cupo de sábalo, a 775 toneladas los cupos de tararira y boga y mantiene los de paties y bagres.
En estos diez años que lleva habilitada la pesca comercial en el Paraná se extrajeron y habilitaron para exportación, fundamentalmente a Bolivia, Brasil y Colombia:
Las cifras asustan. Son millones de ejemplares extraídos del río sin devolverle nada. Son millones de ejemplares que en manos de la industria de la pesca deportiva hubieran generado recursos tanto o más importantes que los producidos por la exportación.
“En el mercado colombiano el sábalo se vende con el nombre de bocachico, porque así se conocía a un pescado que en Colombia desapareció por las represas. En Bolivia lo venden como sábalo del Pilcomayo pero, en realidad, es lo que extraen del Paraná los capturadores entrerrianos y santafesinos, y luego constituye el 70 por ciento del mercado boliviano”, afirmaba el director general de Proteger en el 2006. Según el dirigente de la ONG, en Brasil la pesca del sábalo está prohibida, pero no el consumo. ¿La solución? Sencilla: se saca del Paraná. Trece años después nada cambió.
Los Frigoríficos
En base a la información de Aduana son 14 las empresas habilitadas para esta actividad exportadora, tres de ellas concentran la mayoría de las operaciones. Ellas son:
• Transporte Ariel SRL de propiedad de Epuyen SA una empresa familiar, enclavada en la zona costera de la ciudad de Victoria, Entre Ríos, República Argentina; con un predio de 12 mil mts y una superficie cubierta de 5700mts, según se indica en su sitio web. Allí además da cuenta que es “considerado el Frigorífico de pescado con mayor capacidad de elaboración y almacenamiento de la zona, siendo la fuente de empleo de más de 1000 familias directa e indirectamente”, básicamente los pescadores artesanales que colocan las redes en el río.
• Curimba SA que se proclama en su sitio web como la cabeza de un grupo de empresas dedicada principalmente a la captura procesamiento y exportación de pescados de mar y ríos de Argentina. Al igual que la anterior despliegan su estructura en la ciudad de Victoria. En este caso la empresa señala que la captura de piezas se realiza con embarcaciones pesqueras propias en todo el Río Paraná y sus afluentes como así también en el Mar Argentino.
• Lyon City SA empresa ubicada en la ciudad de Diamante donde afronta junto a otras dos industrias ha suscripto en abril pasado un convenio para realizar obras civiles para el tratamiento de efluentes industriales que se vuelcan en el cauce del Arroyo El Marincho y lo contaminan.
Actualmente, en Entre Ríos hay cuatro frigoríficos dedicados a la captura, el procesamiento y la exportación de pescados: las tres arriba mencionadas y River Fish S.R.L. (también radicada en la ciudad de Victoria). Con las cuatro el secretario de Producción provincial Alvaro Gabas se comprometió en abril pasado a no autorizar más a que nuevos acopiadores extraigan los recursos ictícolas de la provincia y que ningún frigorífico más se instale en Entre Ríos.
En la misma noticia publicada por El Día en abril pasado, Raúl Miller, presidente de la Cámara de Pescadores de Entre Ríos señalaba que “hoy el pescador está ganando muy bien, y el acopiador también, por eso estamos todos muy unidos en esta cuestión. Estamos unidos porque hay un equilibrio”.
El “ganar muy bien” en abril con el dólar al 50% del valor actual, significa que hoy será “ganar mucho más que bien” con los 1,22 dólares que le ingresan en promedio por cada tonelada de sábalo exportado.
Por otro lado la comparación entre el valor promedio de u$s 2,23 ($.86.-) por kilo exportado de tarariras resulta ínfimo en relación a lo que aporta a las economías regionales cada pescador deportivo que contrata una salida de pesca. Ni que hablar de la boga, cuyo precio promedio de exportación es de u$s 1,39. ($.55.-)
La acuicultura
Este tema no le preocupa a los frigoríficos. Sin embargo según Herman Hennig, especialista en piscicultura del INTA Oberá – Misiones “Tenemos suelos y climas adecuados para la piscicultura que favorecen el desarrollo de especies tanto nativas como introducidas, demandadas a escala nacional e internacional y con crecimientos aceptables para ser una producción rentable, como ser el pacú, la trucha, el sábalo, la boga o el salmón siberiano”.
Claro que lo dice en una provincia que según los resultados del último censo acuícola, que se realizó en 2016, “cuenta con cerca de 4.000 productores dedicados a la piscicultura. De los cuáles, sólo el 10 % produce con fines comerciales y vende a pie de estanque. El 90 por ciento restante lo hace para autoconsumo”.
Más al sur y sobre el Río Uruguay, en el Campo “El Alambrado”, del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria se inauguró en noviembre pasado la estación de acuicultura de Salto Grande. La estación nació a través de un convenio que el INTA tiene con la Comisión Mixta de Salto Grande. En declaraciones al Diario El Sol, Carlos Fuser, integrante del INTA Concordia, señaló que “el propósito de este emprendimiento que ya tiene 3 años, es criar especies nativas del río Uruguay de valor comercial y dedicarnos al ciclo del engorde con la idea es contribuir o bajar la presión de pesca del río y mostrar como una actividad muy rica y posible para nuestra región”
Iniciativas que por un lado muestran el camino correcto para asegurar la sustentabilidad del recurso, pero que resultan insuficientes ante tanta presión piscatoria legal e ilegal, como puede observarse en las crónicas casi semanales de secuestros de camiones con mercadería no autorizada.
En el Congreso de la Nación
Algunos legisladores nacionales se hicieron eco de esta ecuación, pero sin éxito hasta el momento. Perdieron estado parlamentario y sin tratamiento un proyecto presentado en 2013 por el Diputado Nacional Juan Carlos Zabalza y el 6079-D-2016 del Diputado Nacional Carlos Rubin, aún cuando en sus considerandos señalaban una verdad de Perogrullo “Para el caso de la pesca fluvial y teniendo en cuenta el escenario actual descripto podemos afirmar que una década de pesca comercial con fines principalmente de exportación no se ha reflejado en la mejora de los ingresos y ha tenido claros efectos negativos en la calidad de vida de los pescadores. Si a esto le sumamos el escaso nivel de tributación del sistema, es evidente que tampoco el Estado se beneficia con este tipo de políticas”
No todo está perdido y así fue que el pasado 7 de Junio el Diputado Nacional por Santa Fe Alejandro Ramos volvió a insistir con el proyecto que lleva el N° 3531-D-2018 el cual fue girado a 4 comisiones: Intereses Marítimos, Fluviales, Pesqueros y Portuarios; Recursos Naturales y Conservación Del Ambiente Humano; Legislación General y Presupuesto y Hacienda. A la fecha de esta publicación aún no fue tratado. Si repite los ejemplos de los dos anteriores, a fin de año perderá estado parlamentario, otra vez….
Que esto no suceda dependerá de la presión que los que defendemos la pesca deportiva podamos realizar antes nuestros legisladores.
NO TODO ES SABALO
De acuerdo a la información estadística que genera SENASA la industria pesquera ha exportado entre 2013 y Abril de 2018 (último dato publicado) un total de poco más de 1.100.000 toneladas de pescados.
La lista incluye otros peces de interés deportivo como la Corvina con poco más de 153.000 toneladas acumuladas en el mismo periodo y ocupando el segundo lugar después de la merluza. Nótese la evolución declinante de exportaciones que puede observarse en el cuadro, donde se pasa de las 41.000 toneladas en 2013 a poco más de 16.000 en 2017, como producto seguramente de una extracción descontrolada. Nada nuevo para los pescadores de nuestra costa atlántica.
En una escala inferior, a la brótola le pasa lo mismo. Hasta 2015 ocupaba un lugar entre las 20 especies más exportadas. Después desaparece y es agrupada con otras especies de similar extracción.
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Juan Miguel Iwaszkiw
Me parece muy interesante el articulo. Pero hay otras informaciones que darian un aporte al mismo.
Les pediria un mail asi les envio un trabajo mio al respecto.
Saludos
Juan Iwaszkiw
Division Ictiología
Museo Argentino de Ciencias Naturales B. Rivadavia (MACN-CONICET)
Guillermo Muttoni
Estimado Juan. Mucho agradecería nos envíe la información a info@aicacyp.com.ar pues nos interesa profundizar en el tema, sobre todo con opiniones científicas. Saludos y espero su contacto. Guillermo Muttoni