La Masacre de Suzano, en Brasil.
Columna del Profesor Bene Barbosa, Presidente del Movimiento Viva Brasil, en Olivre.com
Confieso que me siento bastante incómodo escribiendo este artículo. Sin embargo, aquellos que abogan por la implementación del desarme y sus políticas totalitarias no se conmovieron con la sangre de los niños y los adolescentes brutalmente asesinados por dos monstruos que invadieron una escuela y utilizando varios tipos de armas, perpetraron una masacre abominable contra víctimas inocentes que no tuvieron ninguna posibilidad de defensa. Si fuera por mí, sólo por mí, todo lo que debería hacerse es guardar luto por el dolor de personas que perdieron a sus seres queridos. Pero no, eso no es posible de hacer.
La verdad es que actúan con absoluta deshonestidad aquellos que inmediatamente salieron gritando que las políticas de restricción serían un impedimento para que esto no hubiese ocurrido. Los asesinos actuaron con premeditación, se prepararon, planificaron y ejecutaron su macabro plan y, por lo tanto, ninguna ley hubiera impedido que el hecho se consumara. Asusta. Pero para encontrar soluciones y establecer un debate productivo, hay que inexcusablemente encarar la realidad humana.
Culpar a las armas – independientemente si son de fuego o son las armas “medievales”, como ridículamente algunos periodistas se refirieron a la ballesta y al arco y flecha que también se utilizaron en la masacre – o, peor aún, culpar a los juegos “violentos” (como lo ha hecho nuestro vicepresidente) es huir al simplismo, es el miedo de aceptar la propia ignorancia y la falta de profundidad sobre un tema tan complejo.
Pero no, no es el primer incidente de este tipo y difícilmente será el último.
En 1999, un loco invadió un cine de San Pablo y abrió fuego usando una ametralladora comprada pocos días antes en una favela de la capital – arma ilegal, evidentemente. Mató a tres personas e hirió a otras cinco; y sólo no hubo más víctimas porque un héroe anónimo saltó sobre él y lo desarmó antes de que pudiera recargar su arma. En 1997, Fernando Henrique Cardoso había transformado la portación ilegal de armas en crimen, aumentando a su vez las restricciones relativas a la posesión y a la misma portación de armas en Brasil.
Japón, 2001 … Un hombre con problemas mentales invadiò una escuela, mató a ocho niños e hirió a otras trece usando un cuchillo. La masacre que asustó a Japón no fue la primera y no sería la última. La posesión y portación de armas para civiles están prohibidos en Japón desde el siglo XV.
En 2010, en Naping (China), un desequilibrado mental invadió una escuela primaria y, usando un cuchillo, mató a ocho niños e hirió gravemente a otros cinco. Entre 2010 y 2011, otros 116 niños y adultos fueron víctimas de ataques similares en la China Comunista, haciendo que el gobierno prohibiera la divulgación de otros ataques para evitar los llamados “imitadores”. En China, las armas de fuego están terminantemente prohibidas para los ciudadanos.
En Inglaterra, recuerdo que en 2010, en Cumbria, un hombre, durante un brote psicótico, mató al azar a doce personas e hirió a otras once. Fue acompañado por kilómetros por un móvil policial, cuyos policías estaban también desarmados y no pudieron hacer nada. Años antes en 1997, Inglaterra prácticamente prohibió las armas particulares para sus ciudadanos precisamente por un caso similar.
En 2011, una masacre más. Esta vez un loco invadió una escuela en Río de Janeiro y asesinó fríamente a doce adolescentes. La carnicería sólo se detuvo cuando fue baleado por un policía que irrumpió en la escuela. Siete años antes era aprobado el llamado “Estatuto del Desarme”, que prohibía la portación de armas y creaba restricciones casi infranqueables para la compra de un arma legal.
En 2017, un guardia de seguridad irrumpió en una guardería cargando un bidón con alcohol y quemó y mató a ocho niños de cuatro años y a la profesora. ¿Habrá alguna ley imaginable que impediría tanta barbarie? Lamentablemente la respuesta es no, no hay.
Casos similares ocurrieron en muchos otros países, entre ellos los pacíficos Canadá y Finlandia. En todos, hubo premeditación y, como autores, se vieron a personas con disturbios mentales, que utilizaron las armas que tenían a disposición o que fueron capaces de poner en sus manos. También en todos los casos, la ley, más o menos restrictiva, de acceso a las armas no fue capaz de impedir las muertes, simplemente porque ninguna de las armas fue usada legalmente.
Repito! Recurrir al desarme cuando un caso así sucede es huir al simplismo, es apelar, muchas veces, al cómodo discurso fácil que rodea a las armas: el poder sobrenatural de actuar por su cuenta. Al mismo tiempo, es enterrar la cabeza en el suelo y negar la existencia de personas malas e insanas, capaces de matar a inocentes sin ningún remordimiento o arrepentimiento. Es negar la maldad, negar la existencia de lobos en medio de las ovejas. Es, en última instancia, pronunciar discursos pacifistas, en la defensa pueril de leyes restrictivas, mientras los lobos-locos ignoran su existencia y se preparan para el banquete sangriento.
El primer ministro inglés, tras el citado ataque de Cumbria, resumió magistralmente su posición al ser interrogado sobre más restricciones a las armas en uno de los países más desarmados del mundo: “No es posible legislar sobre la locura”. Y no lo es.
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Ernesto Vilmau
“Mataría” que traduzcan bien el artículo.
Guillermo Muttoni
Muchas gracias. Lo revisaremos.