La Patagonia esteparia.
El Parque Nacional Laguna Blanca está ubicado a 32 kilómetros de la ciudad de Zapala, en Neuquén, una estratégica localización que le confiere la conexión terrestre con localidades del oeste andino por las Rutas Provinciales N° 13 y N° 46, como así también hacia el norte y sur, por medio de la Ruta Nacional N° 40.
Zapala funciona como un centro de escala, paso obligado de los visitantes que se dirigen hacia los destinos turísticos neuquinos o hacia Chile, cruzando por los pasos fronterizos de Icalma, Pino Hachado y Mamuil Malal. Además, ofrece alternativas de alojamiento de diferentes categorías, terminal de transporte público, gastronomía y estaciones de servicio.
En esta época del año y hasta el mes de octubre, en el parque se permite la pesca deportiva, una característica única en la Patagonia que se lleva adelante con el fin de conservar el hábitat de 350 especies de plantas, 130 de aves, 50 de mamíferos, 12 de reptiles, tres de anfibios y una gran diversidad de artrópodos.
Hacia el sur por la emblemática Ruta 40, al ingresar a la provincia de Santa Cruz las localidades de Perito Moreno y Los Antiguos son los centros urbanos de referencia para visitar el Parque Nacional Patagonia, asociado al Sitio Patrimonio Mundial y actual Parque Provincial Cueva de las Manos
Enmarcado por rutas escénicas como la Nacional 40 y sus auxiliares, las provinciales 43 y 41, se puede realizar un incipiente circuito vial binacional a través de los pasos fronterizos Roballos, al sur, y Chile Chico, al norte, por los que se atraviesa la Cordillera de los Andes en ambos sentidos; así como visitar otras comunidades más pequeñas que cuentan con desarrollos turísticos, como Lago Posadas y Bajo Caracoles.
De camino hacia el mar, sobre la Ruta Nacional 3, que bordea la costa atlántica austral, se accede a un paisaje muy extraño en medio de la estepa santacruceña: el del Bosque Petrificado de Jaramillo. Hace unos 150 millones de años, durante el Período Jurásico Medio Superior, el área que ocupa este parque presentaba un clima estable de gran humedad que permitía el desarrollo de árboles de porte gigantesco, entre los que se destacaban antiguos parientes de los pehuenes o araucarias.
Con las erupciones volcánicas, en los inicios del Cretácico, y el inicio del levantamiento de la Cordillera, el territorio patagónico fue sepultado con cenizas y lavas y los bosques se petrificaron. Así se ven hoy tumbados por el tiempo, en medio de un paisaje tan árido que parece de otro planeta.
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