Turismo Aventura en Bolivia.
Me llamo Paula Tranzillo, soy argentina y vivo en París. Me encanta viajar y ya recorrí 83 países. Hoy quiero contarles sobre mi experiencia en Bolivia, uno de mis países preferidos por la diversidad de paisajes. Nota publicada en Revista Aire Libre Nº 39
En Bolivia, hoy en día, el turismo aventura está creciendo vertiginosamente. Es un punto perfecto para la práctica de montañismo gracias por ejemplo al HUAYNA POTOSI con 6088 metros y al ILLIMANI con 6462 metros. También se puede practicar rafting en los valles y zonas tropicales como el río Beni (Rurrenabaque), río Amazonas, río Grande y otros tantos ríos que cuentan con corrientes rápidas. En Cochabamba, se puede volar en parapente, y en Chacaltaya y, La Paz, también se puede practicar ala delta. Si les gusta escalar en roca, el departamento de Oruro y el sur de La Paz, más específicamente el Peñón de Aranjuez, son sitios ideales.
Y el ciclismo, también es una actividad en crecimiento en Bolivia, con su “estrella”: el “Camino de la Muerte” que ya miles de personas por año recorren.
Por mi parte, tenía claro que iría a Bolivia, pero no, qué actividades realizaría; y en este caso puntual sólo sabía que era una ruta, pero no tenía muy en claro cómo se hacía, así que decidí ponerme a investigar.
El Camino de los Yungas, mundialmente conocido como Camino de la Muerte fue un camino construido por prisioneros paraguayos de la Guerra del Chaco, un enfrentamiento entre Paraguay y Bolivia entre 1932 y 1935. Comienza en La Paz, a unos 4700 metros de altitud, terminando en Coroico, a 1200 metros sobre el nivel del mar. Esta ruta se convirtió en un destino popular a partir de 1990. Si bien obtuvo diferentes mejoras, hoy en día existe otra ruta entre Chusquipata y Yolosa para realizar este trayecto. En el Camino de la muerte, fallecieron más de 300 personas intentando realizar el recorrido. De ahí que lleve ese nombre. El peor accidente ocurrió en la década del 80 cuando un autobús cayó unos 300 metros, llevándose la vida de más de 100 personas.
Son 80 km desde La Paz hasta Coroico pasando por paisajes de los más diversos: desde la montaña cubierta con niebla, hasta la selva tropical. Hay más de 30 empresas que realizan este trayecto, incluyendo en el precio: la bicicleta, protectores, comida y transporte hasta el lugar de inicio y luego hasta el alojamiento en La Paz. Los precios empiezan en los 60USD y depende cuánto se pague, más seguridad se obtiene en el trayecto. En mi caso, pagué 120USD con la empresa Gravity y tuve una bicicleta con doble freno, preparada específicamente para este tipo de travesías. El recorrido, también se puede realizar por cuenta propia. Sin embargo, la mayoría de las personas, optan por un tour. Se empieza con bajas temperaturas, con frío y luego se termina con clima cálido por lo que hay que llevar ropa de abrigo y también una remera.
Comienza la aventura
Nos citaron a las 7.30 am en un café en La Paz. Allí nos reunimos con dos guías, quienes nos dieron un panorama más amplio de la travesía. Luego nos subimos a una combi y empezó la aventura. Llegamos a un punto a 4700 metros a nivel del mar. Allí tomamos las bicicletas, nos explicaron cómo manejarlas, cómo frenar, y practicamos un poco, ya que no es tan sencillo como parece. Nos avisaron que una de las guías iría adelante y la otra atrás, por si alguno tenía algún problema. Éramos 8 aventureros dispuestos a pasar un día inolvidable.
Cabe destacar que depende de la empresa que se contrate, el número de participantes variará. En empresas, cuyos precios son menores, suele haber hasta 30 participantes. Nos advirtieron que muchas veces, algunas personas van a altas velocidades y que deberíamos tener cuidado. Y eso fue lo que experimenté ya que la travesía en sí no me daba “miedo”, sino que lo que más me preocupaba era que viniese alguien atrás y me choque, ya que mucha gente juega como una especie de carrera, para ver quién llega más rápido.
Llegando a Coroico, donde el clima es cálido, ya que se trata de la selva, se puede comer algo y disfrutar del paisaje. Allí es el punto de reunión de más aventureros felices de haber logrado la travesía. En caso que en algún momento alguien quiera abandonar el trayecto, puede subirse a la combi que acompaña el recorrido.
Durante la travesía, realizamos diferentes paradas. Siempre las guías anticipaban cómo sería el trayecto hasta la próxima parada; si habría alguna curva, qué paisajes nos encontraríamos, si debíamos prestar atención a algo en específico. También nos daban comida, como bananas, o un sándwich, para así tener más energía. Nos sacaban fotos, descansábamos y sobre todo disfrutábamos el recorrido.
Hay que tener en cuenta que el camino de la muerte es un lugar también transitado por camiones por lo que hay que tener cuidado. La velocidad en bicicleta aconsejada es de 40 km por hora, aunque a veces la ruta es tan inclinada que se llega a los 50. Y hay que sea más cuidadoso aún porque durante los primeros 30 kilómetros, el Camino a los Yungas está pavimentado, pero luego se convierte en una ruta de tierra.
Sin lugar a dudas, haber podido hacer este recorrido en bicicleta fue más que una aventura, y si me preguntaran si vale la pena y si lo volvería a hacer, la respuesta sería SI. Y ustedes, no duden en hacerlo, no se van a arrepentir!
Los invito a seguir leyendo mis experiencias alrededor del mundo en el próximo número de Aire Libre y en mi sitio web
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