Los investigadores fueguinos descubrieron la presencia de partículas plásticas en invertebrados marinos.
Un grupo de biólogos del Centro Austral de Investigaciones Científicas (Cadic), dependiente del Conicet y con sede en la ciudad de Ushuaia, investiga la cantidad y tipo de microplásticos hallados en invertebrados del Canal Beagle, en un intento por aportar precisiones a un problema de medio ambiente a escala global.
29 de julio de 2019. Los investigadores fueguinos descubrieron, en estudios preliminares, la presencia de partículas plásticas en invertebrados marinos como “la lapa (Nacella magallánica) y el mejillón (Mytilus edulis chilensis), del Canal Beagle, y en el pez puyén (Galaxias maculatus) del Arroyo Negro, dentro del Parque Nacional Tierra del Fuego”, dijo Analía Fernanda Pérez, investigadora adjunta del Conicet en la Universidad Maimónides.
Si bien se trató de una novedad científica, porque hasta el momento no se habían estudiado los microplásticos en especies del canal que sirve de límite geográfico entre Argentina y Chile, el fenómeno era “esperable” porque “se está produciendo en todas partes del mundo”, explicó hoy a Télam el biólogo del Cadic Ignacio Chiesa.
Según el experto, las partículas plásticas de menos de 5 milímetros de longitud son halladas “tanto en las costas como en mar abierto” y ya se sabe que se van moviendo por la cadena trófica entre una especie y otra.
“Nuestro objetivo ahora es cuantificar esos microplásticos y clasificarlos para definir aspectos como su antigüedad y su capacidad de contaminación. Es decir, comenzar a dilucidar las implicancias de este fenómeno”, sostuvo Chiesa.
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Con esta información, los científicos buscan determinar cómo es el movimiento del plástico a través de las corrientes oceánicas, en qué tipo de lugares se concentran o depositan y eventualmente qué consecuencia poseen para las especies que los ingieren, incluidos los seres humanos.
Si bien en los últimos años la importancia del fenómeno se reflejó en un aumento de las investigaciones y publicaciones dedicadas a estudiar las interacciones entre el conjunto de seres vivos de un ecosistema y los microplásticos, en Argentina los registros son aún escasos y se concentran en un trabajo publicado sobre el estuario del Río de la Plata, detallaron a Télam fuentes de prensa del Cadic.
“El plástico es muy usado ya que es barato, liviano y fácil de producir. Pero, por otro lado, es muy resistente: una bolsa puede demorar hasta 600 años y una botella 1.000 en degradarse”, indicó Chiesa.
Según Pérez, el ingreso indiscriminado de plásticos al medio marino es “especialmente preocupante”, ya que se calcula que “hasta el 10 por ciento de los producidos terminan en los océanos, donde pueden persistir y acumularse”.
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“Trece millones de toneladas de plástico se filtran en el océano cada año, lo que provoca, entre otros daños, la muerte de 100.000 especies marinas. La ONU indicó que de mantenerse esta tendencia, en 2050 habrá 12 mil millones de toneladas en el mar, es decir, habrá más plástico que peces”, aseveró la especialista.
Aunque las consecuencias no estén del todo estudiadas, se sabe que las partículas de plástico pueden concentrar contaminantes “un millón de veces más que el agua de mar” y “absorber metales pesados o dejar biodisponibles plastificantes y aditivos tóxicos utilizados durante su fabricación”, detalló Chiesa.
“Por lo tanto, la ingesta de estas partículas podría introducir toxinas en la base de la cadena alimentaria y así acumularse en los organismos a lo largo del tiempo -proceso conocido como bioacumulación– y también transferirse a niveles superiores, es decir a sus predadores”, advirtió el biólogo del instituto de investigación fueguino.
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