Su presidenta, Gert Boyle, falleció a los 95 años.
Boyle fue la cara visible de la compañía de Portland.
“Nuestra ‘One Tough Mother’ tuvo muchos trabajos en Columbia, desde costurera del primer chaleco de pesca hasta presidente e ícono publicitario”, dijo la compañía en un comunicado.
“Su agudo ingenio y sabiduría ayudaron a impulsar a la compañía de la bancarrota cercana a principios de los años 70 a la compañía multimarca global que es hoy, con ventas netas anuales de casi 3000 millones de dólares en 2018. Su papel pionero como mujer en lo que entonces era una industria dominada por hombres es un testimonio de su fortaleza de carácter y su capacidad de perseverar en situaciones difíciles”, agrega el comunicado.
Nacida en Alemania, huyó con su familia del nacionalsocialismo para instalarse en los Estados Unidos, donde conocería a su marido Neal, que acababa de heredar la emergente compañía Columbia. Una mañana de diciembre de 1970, el corazón de Neal fallaba, dejándo a Gert y a su hijo Tim a cargo de una empresa familiar de la que apenas sabían nada. “Éramos ciego guiando a otros ciegos”, reconocía Gert, que sin embargo logró un imparable crecimiento de los beneficios, dejando a Columbia Sportwear con una valoración de 900 millones en 2018, una de las empresas más importantes de Oregón. Boyle dirigió la compañía desde 1970 a 1988.
Boyle permaneció activa en la compañía hasta su muerte. Ella es el segundo mayor accionista individual de Columbia, según documentos de la compañía, con 9,45 millones de acciones por un valor de casi 900 millones de dólares.
La familia de la Sra. Boyle no finaliza aquí: su hijo Tim es CEO de Columbia y su hija, Sarah Baney, es miembro de la junta de Columbia y copropietaria de Moonstruck Chocolates.
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