Una rutina de ejercicios adecuada puede ayudar a combatir la demencia.
Así lo determina un nuevo estudio de investigadores del NeuroFitLab de la Universidad McMaster, que ya en 2017 había concluido que la genética y los hábitos de ejercicio contribuyen a disminuir el riesgo de desarrollar demencia.
Como la genética no está bajo nuestro control, los investigadores se esforzaron por determinar exactamente qué tipo de rutina de ejercicios nutrirá mejor nuestras neuronas. El último estudio publicado el mes pasado en la revista Applied Physiology, Nutrition, and Metabolism, ofrece una respuesta tentativa a esta pregunta tan debatida. Los adultos mayores que sudaban durante 12 semanas de entrenamiento en intervalos de alta intensidad mejoraron su rendimiento en una prueba de memoria en un 30 por ciento en comparación con aquellos que hicieron una rutina de ejercicio más moderada.
Pero la importancia real de los hallazgos puede tener menos que ver con los detalles específicos de la rutina de ejercicios que con el hecho de que incluso los sujetos de hasta 88 años pudieron seguir una rutina de ejercicios desafiante y mejorar su memoria. Porque en la búsqueda de la salud del cerebro, como en la búsqueda paralela de la salud física, el verdadero desafío es encontrar formas de hacer que el ejercicio sea accesible y sostenible.
En el nuevo estudio participaron 64 adultos sedentarios mayores de 60 años que se dividieron en tres grupos que se reunieron tres veces por semana durante 12 semanas. Antes y después del período de entrenamiento, se evaluó su estado físico y rendimiento cognitivo.
Un primer grupo, previo calentamiento, hizo series de caminatas duras de cuatro minutos con una caminadora que incrementara del 90% al 95% la frecuencia cardíaca máxima, repetidas cuatro veces, con tres minutos de caminata fácil para la recuperación. Un segundo grupo realizó un ejercicio moderado que caminó entre el 70 y el 75 por ciento de la frecuencia cardíaca máxima durante 47 minutos, para quemar la misma cantidad total de calorías que el primer grupo. Un tercer grupo, mientras tanto, hizo 30 minutos de estiramiento relajado.
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Quizás la observación más preocupante fue que muchas personas de este último grupo mostraron disminuciones medibles tanto en la condición física como en la memoria. Mantenerte activo ya no se trata solo de aumentar tu rendimiento; es necesario para mantener lo que tenes.
Y aunque el resultado principal fue que el grupo de trabajo intensivo tuvo mejores resultados, para Jennifer Heisz la directora del laboratorio, el estudio determinó que el ejercicio más moderado también puede ayudar, aunque en un período de tiempo más largo. Agregar intensidad es la clave: “esto puede ser tan simple como agregar pendiente a [una] caminata diaria o acelerar el ritmo entre postes de luz“, dice, simplemente acelera las cosas.
Louis Bherer, un investigador que estudia el ejercicio y la salud del cerebro en la Universidad de Montreal, señaló en un informe reciente del Consejo Global de Salud del Cerebro, que simplemente no hay evidencia suficiente para identificar una “mejor” forma de ejercicio para evitar el deterioro cognitivo.
Con eso en mente, Bherer sugiere apuntar a una combinación de diferentes tipos de ejercicio y, lo que es más importante, encontrar algo que disfrute. “El nombre del juego es sostenerlo“, dice. “Tan pronto como se detiene, comienza a perder los beneficios“.
“El mensaje positivo de este estudio”, dice Heisz, “es que nunca es demasiado tarde para comenzar”.
Fuente: The Globe and Mail – por Alex Hutchinson: autor de Endure: Mind, Body, and the Curiously Elastic Limits of Human Performance. Sígalo en Twitter @sweatscience .
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