El cantautor y queridísimo cazador falleció hoy en un accidente de tráfico.
El suceso se produjo en una carretera de Soria, España, cuando el Land Rover que conducía se salió de la calzada. Los servicios de emergencias no pudieron hacer nada por salvarle la vida.
Patxi tenía 72 años y acaba de publicar su último álbum, La hora del lobicán, con el que conmemoraba 50 años de carrera profesional.
El cantautor nació en Madrid y se trasladó a una corta edad al País Vasco. Después regresó a la capital para estudiar. Su música se caracteriza por ser reivindicativa y es que su padre combatió en filas republicanos durante la Guerra Civil. Por ello, colaboró con fuerzas de izquierda e incluso estuvo exiliado en París. Patxi también trabajó como autor y versionó a grandes escritores, como Miguel de Unamuno o Vázquez Montalbán. Era periodista de formación y poeta de corazón, así como doctorado en Sociología.
El amor de Patxi por la caza, era igual o mayor que el que sentía por la música. De allí que fuera nombrado director de la Escuela Española de Caza en el año 2006 tras sustituir en el puesto a José Luis Garrido, y permaneciendo al frente de la misma hasta el año 2013.
Asímismo, publicó el libro La Postura, una obra de la colección narrativa de la biblioteca de la Escuela Española de Caza en la que están recogidos una serie de artículos publicados por el autor en diferentes medios de comunicación.
Patxi luchó siempre por la evolución de los cazadores a un cazador naturalista, que fuesen los primeros en situarse a la defensa y protección del medio. Qué mejor que sus propias palabras, escritas allá por 2011 cuando formaba parte de la Escuela Española de Caza, para reflejar su forma de pensar:
“Sabíamos que esa tendencia era difícil de invertir, pero necesitábamos que se conocieran los desesperados intentos de mejora de un colectivo desamparado, mal interpretado y sin sitio en la sociedad moderna, al que se veía como extraños en el paraíso, gentes a prohibir, superflua y venal, cuyo mejor destino era la decadencia y la desaparición. Y por ahí empezamos.” señalaba en aquel momento.
“Empezamos a mostrar de que manera en cada cazador anida un naturalista, un ser que siente el medio que le rodea con la pasión de quien forma parte de el, sin la lejanía de quien lo observa tan solo. Nos pusimos a mejorar nuestras conductas en el campo, a mejorar nuestra acción haciéndola mas acorde con las preocupaciones generales que nunca, por cierto habían dejado de ser también las nuestras, pero que no habíamos sido capaces de contarlo y de que se reconociera.” concluyó
Y así, desde la EEC comenzó con iniciativas docentes y divulgativas a ayudar a alumbrar a este cazador de hoy, bien distinto del de antaño y aún diferente del que tiene que venir. Y a las vez se puso al frente para combatir las prohibiciones irresponsables y también para denunciar a los cazadores que se pasaron de la raya.
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