Los gigantes de agua dulce están muriendo.
La sobreexplotación y la pérdida de hábitat ponen en peligro la mayor parte de la “megafauna” de agua dulce del mundo. Pero muchas especies aún pueden ser salvadas.
Algunas de las criaturas más sorprendentes en la Tierra se ocultan en lo profundo de los ríos y lagos: bagres gigantes que pesan más de 272 kilogramos, mantarrayas con el largo de un Volkswagen Beetle, truchas de 182 centímetros que pueden tragarse a un ratón entero.
Hay alrededor de 200 especies de la llamada megafauna de agua dulce, pero, en comparación con sus contrapartes marinas y terrestres, no han sido estudiadas lo suficiente por los científicos y son poco conocidas para el público. Además, están desapareciendo discretamente.
Después de un estudio exhaustivo a lo largo de la cuenca del río Yangtsé, un grupo de investigadores declaró este mes que el pez espátula chino está extinto. El pez espátula, visto por última vez en 2003, podía ser de hasta siete metros de largo y alguna vez habitó muchos ríos de China. La pesca excesiva y las presas diezmaron sus poblaciones.
El pez espátula quizá sea un precursor. De acuerdo con una investigación publicada en agosto en Global Change Biology, en años recientes, la megafauna de agua dulce ha disminuido un 88 por ciento en todo el mundo.
“Este estudio es un primer paso”, dijo Zeb Hogan, ecólogo acuático de la Universidad de Nevada, campus Reno, y coautor del estudio. “Queremos ir más allá de solo estudiar el estatus de conservación y analizar maneras de mejorar la situación de estos animales”.
Para los relativamente pocos científicos que se enfocan en las especies de agua dulce, la noticia de que las más grandes están desapareciendo no es sorprendente en absoluto. Desde que Hogan comenzó a estudiar peces gigantes hace veinte años, ha sido testigo del declive de muchas especies, y ahora, la extinción de por lo menos una, el pez espátula chino.
“Las especies que eran poco comunes cuando comencé a estudiarlas ahora se encuentran en peligro grave de extinción, e incluso algunas de las que antes eran mucho más comunes se han vuelto poco comunes”, comentó.
En su artículo, Hogan y sus colegas definieron a la megafauna de agua dulce como cualquier animal vertebrado que pasa una parte esencial de su vida en agua dulce o salobre y pesa más de 30 kilos. Identificaron 207 especies como esa y exploraron la literatura científica para encontrar por lo menos dos medidas poblacionales de cada una.
Los investigadores hallaron datos que cumplen con esos criterios para tan solo 126 especies. Su lista principalmente incluía peces, pero también mamíferos como castores, delfines de río e hipopótamos, al igual que criaturas de sangre fría como cocodrilos, salamandras gigantes y tortugas caimanes.
Si hubiera más datos disponibles, “el panorama sería aún peor”, dijo Sonja Jähnig, ecóloga del Instituto Leibniz de Ecología de Agua Dulce y Pesca Continental de Berlín y autora principal del estudio.
De acuerdo con el análisis de los investigadores, las poblaciones de megafauna de agua dulce sufrieron un declive global del 88 por ciento de 1970 a 2012. Los peces fueron los más afectados, con un declive del 94 por ciento. Los peces en el sur de China, y el sur y el sureste de Asia, sufrieron las pérdidas totales más grandes, del 99 por ciento.
“La megafauna de agua dulce es el equivalente a los tigres o los pandas”, dijo Ian Harrison, científico en materia de agua dulce en Conservación Internacional que no fue parte del estudio. “Hay un gran poder en el mensaje de que estas especies muy carismáticas están gravemente amenazadas y de que las amenazas que representan también son un problema para todas las especies en los sistemas de agua dulce”.
De acuerdo con el Fondo Mundial para la Naturaleza, las poblaciones de animales de agua dulce en general están disminuyendo a niveles de más del doble en comparación con los observados entre animales terrestres y marinos. Varias amenazas impulsan esos declives, incluyendo el exceso de pesca, la contaminación, la degradación de los hábitats y la desviación y extracción de agua. Sin embargo, las presas son la amenaza más mortífera para los peces gigantes, muchos de los cuales son migratorios.
Sin embargo, los autores del nuevo estudio hacen énfasis en que hay muchas estrategias para asegurar que sobrevivan los gigantes de agua dulce, y hay señales de cambios positivos.
“No queremos enviar un mensaje de pesimismo y negatividad a los ciudadanos”, dijo Fengzhi He, ecólogo del instituto Leibniz de Ecología de Agua Dulce y Pesca Continental y autor principal del estudio.
Las iniciativas de conservación pueden funcionar, y sí lo hacen. La gente que vive alrededor del lago Winnebago de Wisconsin, por ejemplo, han dado seguimiento a la población del esturión de lago desde la década de 1930. El lago ahora tiene una de las poblaciones más grandes de esa especie amenazada en Norteamérica.
Los arapaima —un pez sudamericano de tres metros de largo que respira aire— han desaparecido de gran parte de la cuenca del río Amazonas debido a la pesca excesiva. Sin embargo, las aldeas pesqueras de Brasil que gestionan de manera sustentable las poblaciones han visto que la cifra de arapaima ha aumentado hasta diez veces.
En Estados Unidos, las protecciones otorgadas por la Ley de Especies en Peligro de Extinción han ayudado a estabilizar las poblaciones en declive del esturión verde y la especie “Ptychocheilus lucius”.
Los creadores de políticas también han usado la ley de los ríos salvajes y paisajísticos nacionales para designar ciertos cuerpos de agua como prístinos. El esturión verde de dos metros de largo en el río Rogue de Oregon está protegido de esta manera, al igual que los peces espátula estadounidenses del río Misuri en Montana.
La restauración fluvial y los proyectos de remoción de presas están siendo cada vez más populares: se han desmantelado 1500 presas en Estados Unidos.
Sin embargo, las protecciones para los cuerpos de agua dulce en general son poco comunes. Mientras que casi el trece por ciento de la tierra en Estados Unidos se conserva, menos del 0,25 por ciento de sus ríos se preservan.
De acuerdo con John Zablocki, asesor de conservación de ríos de The Nature Conservancy, parte del problema es que la gente supone que los ríos que pasan por áreas terrestres protegidas cuentan con las mismas protecciones por asociación. De hecho, a menudo se construyen presas dentro de los parques nacionales.
“Los ríos básicamente son los hijastros desatendidos de las áreas protegidas”, comentó. “Si observamos el panorama de todo el mundo, hay pocos ejemplos de ríos que estén protegidos de maneras duraderas”.
Para cambiar esta situación, Zablocki, junto con un grupo cada vez más cuantioso de científicos y defensores, está buscando un marco de políticas globales para proteger los ríos, algo que ha estado vigente desde hace mucho para los sistemas marinos y terrestres.
Mientras tanto, las intervenciones comunitarias a veces provocan cambios positivos cuando no hay compromisos por parte del gobierno. Los ciudadanos de Bangladés, Nueva Zelanda, Ecuador y otros países hace poco obtuvieron derechos legales para los ríos, lo cual significa que los tribunales deben tratar esos cuerpos acuíferos como entidades vivas.
Los grandes proyectos de presas en la Amazonía brasileña fueron suspendidos en 2018 después de las manifestaciones ciudadanas y los llamados a favor del uso de energía renovable. En 2012, las manifestaciones en Chile contribuyeron a la decisión de no crear una presa en los ríos Pascua y Baker, y en su lugar instalar granjas solares y eólicas para la producción de energía.
Aunque ninguna de estas estrategias por sí misma salvará a toda la megafauna de agua dulce del mundo, Hogan y sus colegas creen que, de manera colectiva, pueden fomentar un equilibrio para muchas especies y ayudar a preservar la biodiversidad de los ecosistemas de agua dulce.
“Estos peces extraordinarios hacen que nuestra vida y nuestra experiencia en la Tierra sea mucho más rica y valga más la pena”, dijo Hogan. “¿Queremos vivir en un planeta en el que hemos asesinado a todos esos animales asombrosos, o en uno en el que podemos encontrar una manera de coexistir?”.
El esturión blanco, un pez migratorio de gran tamaño, es nativo de las aguas que van desde el golfo de Alaska hasta California. (Zeb Hogan, UNR Global Water Center vía The New York Times)
c.2020 The New York Times Company
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