La investigación científica sobre la cognición animal.
Medir la inteligencia es tan complejo que es imposible comparar la inteligencia de un animal con la de otro.
Los cuervos pueden planificar con vistas al futuro. Los pulpos pueden fabricarse una armadura con cáscaras de coco. Los orangutanes pueden «hablar» del pasado.
La investigación científica nos proporciona atisbos de nuevas dimensiones de la cognición animal. Con todo, sigue siendo difícil medir la inteligencia, que es muy compleja y comprende una amplia gama de capacidades adaptativas.
«Uno de los retos principales es la incapacidad de comprender cómo procesan la información otras especies», afirma Kristina Horback, profesora adjunta del Departamento de Ciencias Animales de la Universidad de California, Davis, que estudia las capacidades cognitivas de los animales de granja.
Algunos animales tienen sentidos que ni siquiera podemos entender, como los tiburones, que tienen una gran sensibilidad a las corrientes eléctricas, o los insectos, algunos de los cuales pueden ver la luz ultravioleta.
Nuestros propios sentidos sesgan nuestra percepción de la inteligencia animal. La «prueba del espejo» (la capacidad de un animal de reconocerse en un espejo) se usa habitualmente para evaluar la conciencia de uno mismo. Los delfines nariz de botella, las urracas y las mantarrayas figuran entre las especies que han aprobado la prueba.
Como la vista es fundamental para los humanos, «tiene sentido que pensemos por defecto en el reconocimiento visual de uno mismo. Pero ¿y las especies que se basan en el olfato para identificarse, como los cerdos? La información visual no es importante para estas especies», afirma Horback. Como la prueba del espejo favorece a las especies que dependen de la vista y no del olfato, no aporta una medida objetiva de la conciencia de uno mismo.
No podemos comparar de forma eficaz la inteligencia entre animales. Una especie puede sobresalir en un área, pero tener un desempeño deficiente en otra, y viceversa. Gran parte de la capacidad de un animal para aprobar una prueba de cognición depende de sus habilidades sensoriales. Usar las capacidades humanas como referencia comparativa revela las deficiencias de nuestros intentos de medir la inteligencia de otras especies.
«Tenemos buena vista, pero no tan buena como los halcones. Tenemos buen oído, pero no tan bueno como las ratas», afirma Edward Wasserman, profesor de psicología de la Universidad de Iowa que compara la capacidad cognitiva de las especies. Nuestro sentido del olfato es pobre, «ya que los perros nos superan por mucho», afirma.
Y como dice Wasserman, «cómo inventamos pruebas de inteligencia puede desvelarnos más sobre las capacidades sensoriales de los animales, no sobre las capacidades intelectuales».
Además, tendemos a valorar que las capacidades cognitivas similares a las humanas evidencian una inteligencia superior. «Mucha gente dice: “He oído que los cerdos son inteligentes y las ovejas, tontas”. Eso es totalmente falso», afirma Horback. Los cerdos, como los humanos, son omnívoros oportunistas: comen todo lo que se encuentran a su paso. Han desarrollado la capacidad de recordar la localización de la comida y recurren al engaño para alejar a otros cerdos de sus escondrijos.
Por su parte, las ovejas son herbívoras. Tienen destrezas distintas, como la capacidad de detectar los movimientos sutiles de los rebaños. «No necesitan resolver laberintos de comida complicados ni alejar a las otras de una fuente de alimentos. No tiene sentido que las ovejas tengan esa capacidad cognitiva específica», afirma Horback.
Cada especie se ha adaptado a su entorno. En general, los animales poseen las capacidades cognitivas que necesitan para salir adelante. «Hay especies que simplemente no necesitan retener la capacidad de resolución de problemas complejos ni el uso de herramientas», afirma Horback. También indica que tener más capacidades cognitivas de las necesarias «sería inútil para la supervivencia de un animal».
«Los percebes no se mueven. La comida viene a ellos. «¿Por qué deberían llevar a cabo grandes proezas de aprendizaje o razonamiento?», afirma Wasserman.
Aunque los científicos rechazan la idea de que haya medidas de inteligencia absoluta o comparativa en animales, los avances tecnológicos proporcionan nueva información.
Las pantallas táctiles «están siendo revolucionarias», afirma Wasserman. «Siempre y cuando los animales puedan activar la pantalla tocándola, husmeándola o picándola, podemos elaborar pruebas ingeniosas de su inteligencia».
Fuente: NATGEO
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