Desaparecieron los turistas y llegó la caza furtiva.
Nico Jacobs, fundador de Rhino 911, ha tenido que responder a un incidente de caza furtiva de rinocerontes casi todos los días.
Las últimas semanas no han sido fáciles para Nico Jacobs, fundador de Rhino 911, una organización sin fines de lucro que brinda transporte de emergencia en helicóptero para rinocerontes en necesidad de rescate en Sudáfrica.
Desde que Sudáfrica anunció un cierre nacional el 23 de marzo para limitar la propagación del nuevo coronavirus, Jacobs ha tenido que responder a un incidente de caza furtiva de rinoceronte casi todos los días.
Al menos nueve rinocerontes han sido cazados ilegalmente en la provincia del Noroeste de Sudáfrica desde que inició la cuarentena, dijo, “y ésos son sólo los que conocemos”.
En la vecina Botswana, al menos seis rinocerontes han sido cazados desde que el país cerró sus fronteras. El Gobierno anunció recientemente que cinco presuntos cazadores furtivos habían sido asesinados por el Ejército de Botswana.
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Si bien la caza furtiva no es inusual en África, los conservacionistas dijeron que los incidentes recientes en Botswana y Sudáfrica fueron inusuales porque ocurrieron en populares lugares turísticos que, hasta ahora, eran considerados relativamente libres de peligro para la fauna.
Medidas impuestas para detener la propagación del coronavirus han restringido severamente la industria turística de África de 39 mil millones de dólares. Ese negocio motiva y financia la conservación de la vida silvestre en todo el continente, lo que lleva a algunos a temer que los animales amenazados y en peligro de extinción puedan convertirse en víctimas de la pandemia.
“Estos animales no sólo son protegidos por los guardabosques, también son protegidos por la presencia turística”, dijo Tim Davenport, director de programas de conservación de especies para África en la Wildlife Conservation Society.
En Sudáfrica, alrededor del 85 por ciento de los fondos del 2018 para la Autoridad de Administración de Vida Silvestre y Tierras Públicas del país provino de fuentes relacionadas con el turismo, como cuotas de entrada a parques y permisos de caza deportiva. Sin esos ingresos, muchos parques, reservas privadas y conservaciones comunitarias no podrían pagar a los empleados.
Catherine Semcer, investigadora del Centro de Investigación de Propiedad y Medio Ambiente en Carolina del Norte, cree que la única forma de evitar que esto vuelva a suceder es diversificar las fuentes de ingresos que apoyan la conservación de la fauna.
Hasta que esto suceda, la vida silvestre de África seguirá en peligro y conservacionistas como Jacobs continuarán recibiendo llamadas sobre bebés rinocerontes huérfanos.
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