Una mixtura de colores, texturas e identidades.
“Somos hijos de Catamarca y también somos bonaerenses porque tenemos el telar criollo donde se hacen los ponchos y la faja pampa”, afirmó Cristina Giordano, profesora del Taller de Telar Criollo del Museo Ricardo Güiraldes de San Antonio de Areco, y esa frase tal vez sea la punta del ovillo para comenzar a desandar y conocer la trama del poncho arequero.
Si bien la historia de esta artesanía textil tiene casi ocho décadas, su puesta en valor es bastante reciente. En 2013 se realizó el concurso para elegir un poncho que representara a “Areco”, un pueblo gaucho, y cuyo diseño debía relacionarse con la vida del lugar. Del certamen participaron más de 10 teleras que realizaron esta prenda a escala (26 x 36 cm) con diferentes temáticas locales: “Los surcos del campo”, “Trigales de Areco” y “Los Cardos”, entre otras.
El poncho ganador fue el que homenajeó a la Academia de Teleras Criollas, erigida por el intendente José Antonio Güiraldes en 1939. La prenda elegida por la gente fue una réplica de la original, que la tejedora catamarqueña Ramona Risso Patrón de Beristayn, directora de la institución, le obsequió a Güiraldes: un poncho confeccionado con lana pura de oveja de color crudo, con tres franjas de listas rojas y marrón tostado.
El abrigo artesanal se presentó en la Semana de la Artesanía Arequera, en el marco de la Fiesta de la Tradición de 2014, y meses antes había integrado la exposición textil que se llevó adelante en la ciudad de San Fernando del Valle de Catamarca, donde se realiza la Fiesta Nacional del Poncho.
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Impronta y estética gauchesca
La docente Cristina Giordano describió al intendente Güiraldes como “muy tradicionalista”, rasgo de su personalidad que lo llevó a crear la Academia de Teleras Criollas donde “quería que se hicieran fajas y ponchos”, y también a realizar la primera edición de la Fiesta de la Tradición.
De acuerdo con el relato de Giordano, Ramona Risso Patrón de Beristayn, la tejedora catamarqueña, estuvo un tiempo al frente de esa academia educativa y luego decidió volver a Buenos Aires. Sin embargo antes de partir legó la técnica y la estética sobria a 3 de sus 44 alumnas. Una de ellas fue Guida O’Donnell, profesora de danza que le ha enseñado a bailar a gran parte del pueblo, y quien en la década del 70’ durante la Semana de la Artesanía Arequera mostró su telar criollo, dispositivo cuya urdimbre se sostiene sobre cuatro patas de madera y mezcla técnicas españolas y autóctonas.
Giordano es una apasionada del tejido, y su amistad con O’Donnell la introdujo en mundo de colores, lanas, texturas y tintes naturales.
La profundidad de la trama
La pasión y la formación de Cristina como trabajadora social la llevaron a utilizar la metodología de las ciencias sociales para investigar el patrimonio textil local y también para escribir dos libros propios: “Telar criollo” y “Telar vertical del pueblo mapuche”.
El color de la lana se obtiene tras el proceso de teñido que se hace “con colorantes de las plantas nativas y asilvestradas”, explicó esta mujer que ha disertado en diversas jornadas sobre cultura textil.
En este sentido, en coautoría con cuatro exalumnas publicó “En busca de los colorantes y de la flora nativa de la Pampa Húmeda”, una experiencia en la que cada una de ellas debía hacer el seguimiento de una planta en diferentes épocas del año. Luego del trabajo se lograron 120 tonalidades en siete gamas de colores (beige, gris, verde, amarillo, morado, naranja y marrón).
Las estudiantes del taller exponen sus tejidos hechos en Telar Criollo y en Telar Vertical en Artesanos Textiles Arequeros (FB), que en el contexto actual es el sitio para conocer de cerca esta producción artesanal.
El poncho arequero representa la diversidad de nuestras raíces y la identidad de San Antonio de Areco, desde donde llegan las memorias de las primeras manos que lo tejieron y transmitieron la técnica para que hoy se siga produciendo.
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