Los elefantes se emborrachan fácil (y un gen lo explica).
Los humanos y otras especies tienen una mutación genética que les permite digerir el alcohol. Pero otras especies no la tienen. Por Rachel Nuwer para The New York Times.
Los humanos no son los únicos animales que se emborrachan. Los pájaros que se atiborran de bayas y savia fermentadas se caen de los árboles y chocan contra las ventanas. Los ciervos que se exceden con las manzanas podridas se quedan atrapados en los árboles. Los alces ebrios de manzanas silvestres demasiado maduras se enredan con columpios, hamacas e incluso luces de Navidad.
La Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) incorporó un texto que restringe la captura de elefantes africanos para ponerlos en cautividad.
Los elefantes, sin embargo, son los borrachos más conocidos del reino animal. Un artículo científico describe a entrenadores de elefantes recompensando a los animales con cerveza u otras bebidas alcohólicas, y se dice que un elefante en el siglo XVII bebía 30 botellas de oporto al día. En 1974, una manada de 150 elefantes en Bengala Occidental, India, se intoxicó después de irrumpir en una fábrica de cerveza, luego salió en un alboroto que destruyó edificios y mató a cinco personas.
A pesar de este recuento, los científicos se han preguntado si los animales —especialmente los grandes, como los elefantes y los alces— en realidad se embriagan. En 2006, unos investigadores calcularon que, en función de la cantidad de alcohol que se necesita para emborrachar a un humano, un elefante de 3000 kilos en juerga tendría que consumir rápidamente hasta 27 litros de etanol al siete por ciento, el ingrediente clave en el alcohol. Tal cantidad de alcohol es poco probable de encontrar en la naturaleza. Los elefantes salvajes intoxicados, concluyeron los investigadores, debían ser un mito. Como dijo el autor principal en ese entonces, “la gente quiere creer en elefantes borrachos”.
Si eres de los que querían creer, un estudio publicado en abril en Biology Letters puede ser tu reivindicación. Un equipo de científicos dijo que los investigadores en busca de mitos cometieron un error común: asumieron que para emborracharse los elefantes tendrían que consumir tanto alcohol como los humanos. De hecho, los elefantes son probablemente los bebedores con menor tolerancia al alcohol porque a ellos —y a muchos otros mamíferos— les falta una enzima clave que metaboliza rápidamente el etanol. Los hallazgos resaltan la necesidad de considerar a las especies de manera individual.
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“No se puede suponer que los humanos son como cualquier otro mamífero y que las habilidades fisiológicas de todos los mamíferos son comparables”, dijo Mareike Janiak, académica postdoctoral en antropología evolutiva en la Universidad de Calgary y la autora principal del estudio. “Hacer simplemente una proyección según el tamaño del cuerpo no tiene en cuenta las diferencias que existen entre las diversas especies de mamíferos”.
Los humanos, los chimpancés, los bonobos y los gorilas tienen una tolerancia inusualmente alta al alcohol debido a una mutación genética compartida que les permite metabolizar el etanol 40 veces más rápido que otros primates. La mutación ocurrió hace unos 10 millones de años, coincidiendo con un cambio ancestral de la vida arbórea a la terrestre y, muy probablemente, una dieta más rica en frutas caídas y fermentadas en el suelo del bosque.
Para probar si otras especies desarrollaron independientemente la misma adaptación, Janiak y sus colegas buscaron en los genomas de 85 mamíferos que comen una variedad de alimentos y encontraron el gen metabolizador del etanol en 79 especies. Pero identificaron la misma mutación, o una similar a la de los humanos, solo en seis especies, principalmente en aquellas con una dieta alta en frutas y néctar, incluidos los zorros voladores y los aye-aye.
Pero la mayoría de los mamíferos no poseía la mutación, y en algunas especies, incluidos los elefantes, los perros y las vacas, el gen metabolizador del etanol había perdido toda función.
“Era mucho más probable que perdieran el gen los animales que comen la parte frondosa de las plantas o los carnívoros”, dijo Amanda Melin, ecologista molecular de la Universidad de Calgary y coautora del estudio. “La conclusión es que la dieta es importante en lo que vemos que ocurre en la evolución molecular”.
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Algunos resultados fueron inesperados. Las musarañas de los árboles, por ejemplo, beben “cantidades copiosas” de néctar fermentado cuyo contenido de etanol equivale al de una cerveza ligera, dijo Melin, pero nunca mostraron signos de embriaguez. Sin embargo, las musarañas de los árboles no comparten la misma mutación productora de enzimas que los humanos. Esto implica que “hay múltiples, diferentes formas de resolver este problema”, dijo.
Nathaniel Dominy, antropólogo biológico del Dartmouth College, quien no participó en la investigación, dijo que el nuevo artículo “resalta las adaptaciones novedosas de los humanos al poner nuestra competencia metabólica en un contexto evolutivo más amplio”. También dijo que “ejemplifica el poder de la biología comparada” para descubrir las funciones subyacentes de rasgos genéticos específicos.
Los hallazgos sobre los elefantes, en particular, son “interesantes pero confusos”, dijo Chris Thouless, jefe de investigación de Save the Elephants, una organización sin fines de lucro en Kenia. Los elefantes del bosque hoy en día buscan y comen fruta con regularidad, pero sus ancestros se convirtieron en comedores de hierba hace unos ocho millones de años. La evidencia indica que entonces cambiaron a una dieta mixta hace aproximadamente un millón de años.
“Quizás perdieron la capacidad de metabolizar eficientemente el alcohol, pero continuaron teniendo, o recuperaron, el gusto y la capacidad de encontrar fruta”, dijo Thouless. Él lo comparó con las personas que tienen muy baja tolerancia al alcohol pero que aún así lo desean y lo beben.
Si bien el nuevo estudio revela los medios por los cuales los elefantes y otros mamíferos pueden embriagarse, no confirma explícitamente el fenómeno en la naturaleza.
“El mito persistente de los elefantes borrachos sigue siendo una pregunta abierta y tentadora, y una prioridad para futuras investigaciones”, dijo Dominy.
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