Tramo 9 – Paraguay – Argentina km 8838 a 10194.
Bernardo Gassmann nos cuenta el tramo final de su aventura, desde Asunción a su querida ciudad natal de Las Rosas – Santa Fe.
Preso de las promociones aéreas, luego de algunas escalas eternas, aterrizo en Asunción. Unos días de descanso en la ciudad rodeado de buena gente le dieron lugar al rodaje por las rutas paraguayas. Lamentablemente no fueron muchos los kilómetros recorridos en estas tierras. Pero me guardo la amabilidad de su gente y la gran cantidad de chipá consumido.
Mientras buscaba una bajada al Rio Paraguay para pasar la noche, un paisano de a caballo con un 38 en la cintura me indica por donde debo ir. Ciertas veces, cuando el terreno es trabado resulta mejor dejar la bici, caminar para inspeccionar y luego volver por ella.
Así fue que encontré el lugar ideal, pero volviendo por mis cosas ví a unos metros una familia de monos Carayá que comienzan a aullarme enérgicamente. Y sin ningún interés de generar una disputa territorial me fui silbando bajito por dónde vine.
El tramo 1 – San Miguel de Tucumán a La Quiaca
El Tramo 2 – El cruce del Salar de Uyuni
El Tramo 3 – En el camino de la Muerte
El Tramo 4 – Rumbo a Cusco
Hacía unos días que por un inconveniente con el banco estaba sin dinero, y tendría que cruzar a la Argentina antes de lo pensado para solucionarlo. A pesar de ser un enemigo obstinado de las fronteras y todo lo que ellas generan, la sensación de volver a Argentina fue algo que me llenó de alegría. Ingresé por Formosa en una balsa y desde ahí comencé a bajar hacia el Sur. El sol fuerte de diciembre y el viento norte se hacían notar, de modo que nuevamente haría las paradas del mediodía.
Algo que sólo pude ver en Argentina y en ningún otro país de Sudamérica, son los campings municipales en cada pueblo; que con sencillas mesas y bancos de hormigón, parrilleros y árboles pintados a la cal, transmiten la sensación de amistad.
Realmente eso facilita mucho las cosas, pedaleaba hasta bien entrada la noche y sabía que seguramente encontraría uno de estos lugares listo para recibirme.
En Corrientes me esperaba un viejo amigo que se encargó de hacerme el primer asado luego de varios meses, de modo que con energía de sobra seguiría bajando por la ruta 12, pasando por Tres de Abril, Goya, Esquina, Cerrito, etc.
Cruzo a Entre Ríos con sus amigables ondulaciones de terreno y con un control policial que me indica detenerme, por primera vez en todo el viaje. Una fuerte tormenta termina por cortar los caminos y me deja dos días varado en La Paz, con la suerte de que la Peña de Boca de la ciudad me reciba como huésped.
Al no ser un seguidor del fútbol y sin preferencia por algún equipo, no tuve mayor inconveniente en convertirme en bostero por unos días. Tarareando algún tema de Sergio Denis con la letra modificada seguí bajando, ahora con un sostenido viento norte, a favor.
Dejando atrás las colonias alemanas en el sur de Entre Ríos, ya estaba en Victoria resguardándome del sol en el patio de un monasterio famoso, y comiendo dulce de leche del frasco. Cuando por fin me dispongo a cruzar el tramo que separa Victoria de Rosario me entero por boca de un gendarme que no está permitido hacerlo en bici o caminando. Así que un camión me acercó los 60 kilómetros finales.
El Tramo 5 – Llegando a Ecuador por la Panamericana
El Tramo 6 – Ecuador km 4560 a 5845
El Tramo 7 – En Colombia
El Tramo 8 – Medellín y el Caribe
Rosario me recibió con muchos amigos y festejos, pero se acercaba navidad y tenía que hacer el último tramo del viaje. 120 kilómetros me separaban de mi ciudad. Ese tramo lo realicé cientos de veces en auto o colectivo en mi época universitaria de modo que lo conocía muy bien.
Quizás inconscientemente iba a un ritmo demasiado lento, como queriendo dilatar el tiempo. Hasta que por fin veo mis pagos, Las Rosas (Santa Fe), uno de los tantos pueblos/ciudades pequeñas entre campos de tierra fértil y manos de gente trabajadora.
Los últimos 5 km me detengo para tratar de asimilar todo lo que había sucedido, pero es en vano, llevará mucho tiempo esa empresa.
Me paro sobre los pedales y a una velocidad innecesaria atravieso el ingreso principal, a las pocas cuadras veo mi casa, con familiares y amigos levantando las manos y gritando, recibiendo a un peregrino que vuelve a donde todo empezó.
Es bueno volver a casa
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