Y son transparentes.
Un arquitecto ganador del Premio Pritzker diseñó baños en parques públicos con un “vidrio inteligente” para disipar los temores sobre la seguridad e higiene. Por Tiffany May para The New York Times.
HONG KONG — Los baños públicos tienen la reputación en todo el mundo de ser oscuros, sucios y peligrosos. Recientemente, las autoridades de Tokio presentaron una nueva modalidad de baños en dos parques públicos que buscan abordar ese problema.
Por un lado, están muy iluminados y son coloridos. Además, son transparentes.
De esta manera, según dicta la lógica de esta iniciativa, quienes necesiten usar los sanitarios podrán comprobar la limpieza y seguridad de los compartimientos sin tener que entrar ni tocar nada.
Durante mucho tiempo, Japón ha experimentado con los inodoros, lo que ha originado innovaciones como tapas que se abren y cierran de manera automática y asientos que se calientan. Pero los nuevos cubículos, diseñados por Shigeru Ban, el arquitecto ganador del Premio Pritzker, están hechos de un “vidrio inteligente” que cambia de opacidad y que ya es utilizado en oficinas y otros edificios para brindar privacidad cuando es necesario.
Los inodoros se instalaron en la capital de Japón este mes, con lo que coinciden con una campaña nacional para eliminar gradualmente los viejos y anticuados baños públicos de la ciudad antes de los Juegos Olímpicos de verano, que se postergaron. Instalados frente a unos árboles en el distrito de Shibuya, los baños destacan como una pintura de Mondrian, con paredes tintadas de colores como mango, sandía, lima, violeta y verde turquesa.
Cuando están ocupados y cerrados correctamente, los inodoros de vidrio tintado se tornan de un tono opaco y mate. Cuando se abre la puerta, una corriente eléctrica vuelve a alinear los cristales del vidrio para permitir que pase más luz, creando un efecto transparente. Los inodoros fueron presentados como otro ejemplo futurista y estéticamente agradable de los avances tecnológicos del país.
Las críticas
“Me preocupa que se vuelvan transparentes debido a un error de funcionamiento”, escribió @yukio, un usuario de redes sociales, en una publicación que ha tenido mucha circulación.
“Llevará tiempo acostumbrarse a la idea”, escribió en Twitter Ming Cheng, un arquitecto radicado en Londres. Pero le puso un emoticon de “pulgar hacia arriba”.
Serah Copperwhite, una trabajadora tecnológica de un distrito al sur de Tokio, dijo que, aunque normalmente evitaba los baños públicos, consideraría usar los nuevos porque se veían limpios y brillantes. “Confío en la ciencia”, dijo Copperwhite, de 28 años, en una entrevista telefónica el miércoles, en referencia a las preocupaciones expresadas en las redes sociales sobre la confiabilidad de la tecnología que usan los cristales de los baños.
Durante mucho tiempo, los activistas le han pedido al gobierno de Japón que haga que los baños tradicionales en los espacios públicos sean más atractivos y accesibles para los residentes y turistas. Algunos baños públicos de Tokio, particularmente los que se encuentran en las estaciones de tren, carecen de jabón de manos. El año pasado, un jardín de infancia en el sur de Japón dejó de llevar a los niños a un parque de la ciudad debido a las moscas que había en los cubículos de baño. La escuela optó por usar un parque con inodoros de estilo occidental.
Según la Agencia de Turismo de Japón, más de 300 sanitarios fueron renovados de 2017 a 2019. Antes de eso, el 40 por ciento de los baños públicos del país eran tradicionales —en los que el usuario debe sentarse en cuclillas— en vez de inodoros de estilo occidental. El gobierno ha tratado de eliminarlos gradualmente antes de los Juegos Olímpicos, que se pospusieron debido a la pandemia de coronavirus.
Pero, aunque algunas personas aprecian la tecnología avanzada de los nuevos inodoros, algunos residentes de Tokio dijeron que estaban fuera de lugar en espacios públicos expuestos y que quizás eran más aptos para otros lugares.
“No estoy dispuesto a arriesgar mi privacidad porque alguien quiera hacer un baño sofisticado”, dijo Sachiko Ishikawa, escritora y traductora de 32 años, en una entrevista telefónica realizada el miércoles desde Tokio.
Ishikawa dijo que le preocupaba que un error humano facilitara que los usuarios del baño se expusieran sin darse cuenta. La estructura transparente también podría hacerlos más vulnerables a los agresores, dijo.
“Podrían estar esperándote a la salida del baño”, advirtió. “Así que el argumento de la protección no me sirve”.
Un predecesor de los inodoros transparentes de Tokio surgió en Suiza en 2002, cuando el diseñador Olivier Rambert presentó dos baños de vidrio en la ciudad de Lausana. Tenían una característica de seguridad que causó mucha controversia porque las puertas se abrían automáticamente y los cristales se volvían transparentes, si los sensores no detectaban movimiento durante un periodo de 10 minutos. Eso podría ayudar a los usuarios que se desmayan y necesitan atención médica, dijo Rambert.
Corea del Sur ha tenido que lidiar con una proliferación de cámaras diminutas colocadas de manera furtiva en los baños públicos, así como en los vestidores de tiendas y hoteles. El problema se volvió tan grave que el gobierno de Seúl, la capital, designó a 8000 trabajadores en 2018 para inspeccionar los baños públicos de la ciudad.
Dos mil millones de personas, o aproximadamente una cuarta parte de la población mundial, no tienen acceso a inodoros o letrinas, según datos publicados por la Organización Mundial de la Salud en 2019. Para el Día Mundial del Inodoro de 2015, una organización sin fines de lucro en Nueva York instaló un inodoro rodeado de espejos unidireccionales con vista al Washington Square Park para simular la experiencia de ir al baño en público.
Los organizadores dijeron que 200 personas probaron el inodoro durante el transcurso del día. Algunas de ellas dijeron más tarde que se habían sentido incómodas a pesar de que sabían que no podían ser vistas desde afuera.
En Japón, la Fundación Nippon planea instalar inodoros diseñados por otros arquitectos prominentes en 17 ubicaciones para el próximo año. Pero Thalia Harris, una escritora independiente que ha vivido en Tokio desde hace siete años, dijo que no veía el proyecto como una solución práctica a los problemas de seguridad.
“Personalmente, creo que esto hará que la gente se sienta aún más incómoda, especialmente para las mujeres”, dijo Harris, de 29 años, en una entrevista telefónica el martes.
Dijo que seguiría usando los baños públicos en las estaciones de tren de Tokio, a pesar de la falta de jabón de manos. Ella siempre trae su propio jabón, especialmente por el brote de coronavirus.
“Me gustaría que se ocuparan de eso antes de tener estos nuevos inodoros mágicos”, dijo.
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