Los científicos de Costa Rica cultivan corales nuevos para salvar los arrecifes.
Desde hace tres años, los científicos de Raising Coral Costa Rica han estado desprendiendo trozos de coral de los arrecifes existentes para cultivarlos en un vivero submarino. Sus hallazgos están ayudando a restaurar los ecosistemas locales y podrían ayudar a los investigadores que esperan revivir los arrecifes de los países cercanos.
Cual sirena en un picnic submarino, ella flota ligeramente en la corriente mientras los rayos de luz revelan un jardín de corales en el golfo Dulce, en el sur de Costa Rica. Sosteniendo una cesta llena de corales redondos y con espinas, recoge una última muestra y luego comienza su ascenso. Al salir a la superficie, Socorro Ávila, investigadora adjunta que creció en este golfo, se une a Joanie Kleypas y Tatiana Villalobos (otras dos sirenas) y juntas nadan hasta el barco que se encuentra cerca.
Las tres científicas entregan su cosecha, corales redondos y punzantes, al barco que las espera. El manejo de cada pieza requiere paciencia: algunos cuelgan de un sedal transparente, mientras que otros se enroscan en los hilos entretejidos de una cuerda. Mientras desenredan cada pieza preciosa, las ramas de los corales se agitan y tintinean como muñecas de porcelana que chocan entre sí. El equipo sube al barco, se quita el equipo de buceo y se adentra en el golfo —un paso más cerca de entender a estas misteriosas especies—.
Desde hace tres años, este equipo denominado “Raising Coral Costa Rica” ha estado desprendiendo trozos de coral de los arrecifes existentes para cultivarlos en un vivero submarino. Algunos meses después, el equipo traslada los corales cultivados en el vivero y los sujeta a estructuras similares a un esqueleto que alguna vez fueron florecientes arrecifes con vida del golfo Dulce. Kleypas, científica del Centro Nacional de Investigación Atmosférica de Colorado, ha dedicado 30 años al estudio de los arrecifes de coral, mientras que Villalobos, junto con un grupo de otros investigadores que participan en el proyecto, forma parte de la división de ciencias oceánicas y de agua dulce de la Universidad de Costa Rica, el CIMAR (Centro de Investigación en Ciencias del Mar y Limnología).
El equipo emplea técnicas probadas e ideas experimentales para cultivar corales y revivir antiguos arrecifes del golfo Dulce, un oasis submarino en la parte oriental tropical del océano Pacífico, donde, históricamente, los arrecifes de coral no se han estudiado mucho. Por el contrario, los investigadores han estudiado mucho más los corales del mar Caribe y de la Gran Barrera de Coral. “Estos corales se han ignorado, principalmente porque no forman grandes e inmensos arrecifes”, explicó Kleypas. Sin embargo, la especie de esta zona del Pacífico sustenta niveles elevados de biodiversidad y se comporta de manera similar a los tan estudiados arrecifes del Caribe, aunque contienen menos corales en general, agregó.
Sus hallazgos están ayudando a restaurar los ecosistemas locales y podrían ayudar a los investigadores que esperan revivir los arrecifes de los países cercanos. Al compararla con muchos de los arrecifes del mundo, puede que la especie del golfo Dulce brinde pistas extraordinarias sobre la resiliencia ante las condiciones cambiantes de los océanos. Todos los días, la marea del océano baja y fluye al golfo, lo que aumenta y disminuye la temperatura, la acidez y la salinidad regularmente. Dado que estos arrecifes están expuestos a fluctuaciones constantes, los investigadores se preguntan si podrían estar mejor equipados para soportar las condiciones oceánicas cambiantes que los corales que viven en el océano, donde las condiciones no fluctúan a diario.
A medida que la carrera por salvar a nuestros océanos del cambio climático se acelera en todo el mundo, saber cómo reconstruir uno de sus componentes fundamentales, los arrecifes de coral, quizás sea una manera en que los científicos les ayuden a sobrevivir en un mundo cuya temperatura se eleva cada vez más.
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